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Domingo, 1 de abril de 2007

CONTADO

YPF, OPA, OPA, olé, olé

 Por Marcelo Zlotogwiazda

Lo que sigue es para responder a la pregunta de si la alternativa que barajó el kirchnerismo para recuperar YPF tenía viabilidad.

Una de las prácticas más emblemáticas del capitalismo globalizado es la Oferta Pública de Adquisición (OPA) que realiza una compañía, un fondo de inversión o un banco para quedarse con una sociedad de cotización pública. Se trata de una práctica bien mercantil, casi siempre por montos siderales, que tiene como ámbito la Bolsa de Valores, involucra a grandes corporaciones, que facilita el fenómeno de la concentración económica, y que además desata las pasiones competitivas y los movimientos especulativos tan característicos de esta etapa del capitalismo mundial.

La OPA como práctica está tan en boga que en esta última semana varias de ellas sacudieron los mercados de los principales centros mundiales. En Alemania, la firma Porsche presentó en la Bolsa de Francfort una oferta para aumentar la participación que ya posee de Volkswagen, que pocos días antes ya había incrementado en un 3,6 por ciento pagando más de 1300 millones de dólares. Otro ejemplo es el del fondo de inversión Texas Pacific Group, que según anticipó el diario inglés The Times estaría por lanzar una OPA por 4000 millones de dólares para tomar el control de Iberia, lo que según el medio forzaría a British Airways a salirle al ruedo con una oferta alternativa para defender la posición que hoy tiene en la aerolínea española con el manejo del 10 por ciento de las acciones. El fondo texano también estaría interesado en Alitalia, y en este caso el contrincante es la alemana Lufthansa.

Pero en ningún lugar las OPA están tan al rojo vivo como en España, donde mediante ese instrumento se están disputando a cara de perro el dominio sobre Endesa, un caso de directo interés para la Argentina ya que Endesa controla Edesur y las centrales Costanera, El Chocón y Dock Sud. La pelea por Endesa la protagonizan por un lado la compañía E.ON de Alemania, a la que se le enfrentaron pretendientes españoles y el gobierno mismo de José Luis Rodríguez Zapatero. Primero los alemanes dejaron fuera del partido a la OPA de Gas Ban (dueña en Argentina de la distribuidora homónima y propiedad de Repsol y La Caixa de Cataluña), y cuando E.ON estaba a punto de cantar victoria apareció otra OPA por parte de una alianza española-italiana entre Acciona y Enel. Y no casualmente recrudecieron los obstáculos del gobierno español a los alemanes, que denunciaron a España ante la Comisión Europea por lo que consideran medidas violatorias de las normas de competencia de la comunidad que en estos días celebra sus primeros 50 años.

Lo anterior demuestra que nadie podría haber acusado al gobierno argentino de ser anticapitalista, setentista o cosa parecida por la intención que evaluó para retomar las riendas de YPF, alternativa que fue descartada en público primero por Alberto Fernández y el lunes pasado comunicada formalmente por parte del presidente Kirchner al embajador español Rafael Estrella Pedrosa.

Pero los antecedentes también sirven para comprender por qué la respuesta a la pregunta del principio es un rotundo no. O, en palabras más crudas, que la idea era descabellada; no por inconveniente, sino por impracticable. El único instrumento a disposición del Gobierno argentino para recuperar YPF es con una OPA, y no sobre YPF sino sobre Repsol, es decir la compañía madre. Esto porque Repsol controla más del 99 por ciento de YPF, por lo cual la única posibilidad de comprarles YPF a los españoles es con su consentimiento y no con la hostilidad y prepotencia de mercado que tiene una OPA.

Y si la resistencia de los españoles a perder Endesa a manos de alemanes no fuera suficiente demostración de la importancia que le atribuyen a la cuestión de la nacionalidad y soberanía, cabe recordar que hace muy poco el gobierno socialista español hizo lo imposible para blindar a la mismísima Repsol ante una ofensiva hostil que se veía venir por parte de British Petroleum o de la rusa Gazprom. Con rápidos reflejos armaron una operación que impuso como nuevo principal accionista al grupo constructor local Sacyr Vallehermoso.

Ni siquiera hace falta conjeturar sobre la posibilidad de que el gobierno argentino disponga de fondos para una OPA sobre una compañía, Repsol, valuada en alrededor de 40.000 millones de dólares (YPF sólo vale 17.000 millones). Tal vez la descomunal idea haya estado motivada en la necesidad de Kirchner de redimirse por el apoyo que en su momento otorgó a la venta de YPF. Más inteligente sería que se trate de una estrategia para presionar a los españoles a que mejoren su performance e inviertan una porción mayor de lo mucho que ganan.

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