Me pregunto si la economía, a esta altura de la historia, no se ha convertido en un estorbo para la humanidad, algo que impide su evolución.
Uno no puede menos que preguntarse: ¿qué está antes: el bienestar de la especie humana o el balance de una empresa? Si la economía nació como un beneficio para el ser humano, como un acuerdo entre los hombres para intercambiar bienes o servicios, fue porque el hombre, en algún momento de su desarrollo, lo consideró necesario para su evolución.
Lo que significa que la única razón de ser de la economía, su único fundamento, está en esa especie de pacto colectivo para respetarla. Una especie de contrato entre los hombres, para que todos vivamos mejor. Sin esa condición inicial (“para que todos vivamos mejor”), el sistema económico mundial, en su totalidad, pasa a tener la misma entidad o la misma seriedad que un juego de mesa. Con la diferencia que durante un juego de mesa los participantes no se mueren de hambre, los chicos no crecen en la peor de las miserias, ni países enteros se ven privados de darles la salud o la educación más elemental a sus habitantes.
Por eso, ¿no sería bueno, a esta altura de los acontecimientos, replantearse cuál es la función esencial de la economía y recortar que las 4/5 partes de la humanidad que pasa penurias para beneficio de unos pocos no son una fracción aritmética sino personas?
Me pregunto hasta cuándo deberemos sentirnos obligados a respetar un orden mundial que nos excluye.
Julio Fablet
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