E-CASH DE LECTORES
Las modificaciones del impuesto liberan recursos para destinarlos al consumo, pues benefician con privilegio a los empleados en relación de dependencia. Hay una asimetría perversa o, dicho de otra manera, hay una discriminación en contra de la persona que trabaja por su cuenta, pues la deducción especial en estos casos es apenas un tercio de los 36.000 pesos que puede deducir un empleado. Es natural que no lo hayan notado, pues los que hicieron las modificaciones son empleados y los periodistas también. Esa discriminación fiscal parece que intenta castigar a quienes han decidido ser emprendedores en lugar de quedarse como empleados gubernamentales o en empresas. Es una pena que el comportamiento de las reformas tengan movimientos espasmódicos como respuesta a turbulencias sociales. Espero que legislen con equidad porque están perjudicando a los carniceros, médicos, peluqueros, escribanos, mecánicos, contadores, pintores, arquitectos, tintoreros y todos los cuentapropistas.
Aníbal Perpetua
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Me quedé como una piedra cuando leí que el Gobierno piensa subir el mínimo no imponible a más de 60 mil pesos al año, algo como 20 mil dólares. Gente que gana la mitad de eso en países desarrollados tiene que hacer declaración de impuestos. Luego leo que en Argentina son 850 mil las personas que pagan impuestos a los ingresos. Y encima los ingresos por intereses no son imponibles. Y encima los jueces no pagan impuestos a los ingresos. Que estas cosas pasen es grave. Pero que los comentaristas económicos no pongan el grito en el cielo es todavía peor. Yo voy a creer que Argentina es un país en serio cuando el número de gente llenando la declaración de impuestos sea de al menos quince millones.
Luis Gómez
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Nuevamente Alfredo Zaiat (Panorama económico, Página/12, 4 de agosto pasado) presenta un cuadro de contradicciones que se manifiesta con el aumento del mínimo no imponible a la cuarta categoría. Quizás esos aumentos sean justos, pero se vuelven a hacer a la sombra de presiones corporativas sin que los representantes de la sociedad encuentren un motivo para discutir acerca de la distribución del ingreso en el país. Claro, ahora hay elecciones, pero cuando no las hay, ¿qué hacen? No puede quedar fuera de ese debate profundo qué impuestos deben aplicarse para establecer una más justa distribución de la riqueza. Por ejemplo: 1) Imposición de la renta financiera. 2) Impuesto a la herencia, abolida por Martínez de Hoz. 3) Imposición a las ganancias extraordinarias de las empresas. 4) Se deben aumentar los aportes patronales. Finalmente no quisiera dejar de mencionar la función de “Hood Robin” que tiene el Estado argentino solventando consumos de energía altos en medio de situaciones de estrechez. ¿Por qué el Estado debe gastar su superávit fiscal para solventar a quienes consumen más de 1000 KW/h de electricidad por bimestre? ¿Por qué los sectores humildes pagan garrafas caras y no se las subsidia como corresponde? El superávit fiscal debe corregir desigualdades, no acrecentarlas.
Daniel Geler
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