Domingo, 4 de marzo de 2007 | Hoy
CONTADO
Por Marcelo Zlotogwiazda
Desde que hace trece meses reemplazó a Alan Greenspan como titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke es una de las personalidades más influyentes en la economía global. A tal punto que sus declaraciones optimistas del miércoles pasado sobre la economía de su país contribuyeron a calmar la histeria que había desatado el derrumbe de las bolsas del día anterior. Bernanke es un republicano hecho y derecho, que antes de su actual función conducía el equipo de asesores económicos del presidente George W. Bush.
La Cuarta Internacional es la organización mundial del trotskismo que desde su fundación en los años ’30 se presenta como la “oposición revolucionaria al sistema capitalista con el objetivo de establecer un mundo socialista”. Los seguidores de León Trotsky ven a Bernanke en el extremo opuesto, pero sin embargo días atrás rescataron (crítica y consideradamente) un discurso muy relevante que el funcionario había pronunciado en Nebraska un par de días antes. Fue sobre un tema por el que el mundo entero está preocupando cada vez más: la creciente brecha en los ingresos y la riqueza. Un tema que en la Argentina debería ocupar un lugar mucho más encumbrado.
Con el elocuente título de El nivel y la distribución del bienestar económico, Bernanke señaló que si bien la producción y el consumo promedio mantienen desde la posguerra una sostenida tendencia ascendente, el reparto de los frutos es cada vez más desigual. Para ilustrarlo dijo, entre otras cosas:
n “Con un salario promedio que subió 11,5 por ciento entre 1979 y 2006, lo que recibió el diez por ciento que está en la base de la pirámide social aumentó en ese período un 4 por ciento, mientras que al diez por ciento de arriba le correspondió un 34 por ciento más”.
n “La porción de los ingresos netos de impuestos que fue a parar al 1 por ciento top de los hogares se elevó del 8 por ciento en 1979 al 14 por ciento actualmente”.
Entre las causas del ensanchamiento de la brecha, Bernanke incluye algunas propias de un economista convencionalmente conservador, como la creciente disparidad entre la remuneración de los trabajadores calificados y no calificados en una economía globalizada y de rápido cambio tecnológico. Pero también se detuvo en otras razones que intelectuales ideológicamente afines suelen pasar por alto. Por ejemplo, se refirió a la caída en la sindicalización de la mano de obra y a las remuneraciones siderales de los principales ejecutivos de las corporaciones. Esta última mención no fue casual, ya que es un tema de candente actualidad y polémica en los Estados Unidos, debido al nivel impúdico al que han llegado los ingresos de los máximos ejecutivos de las grandes corporaciones: mientras en 1978 ganaban en promedio 35 veces más que un asalariado, el ingreso promedio ha subido hasta casi 11 millones de dólares por año, que es un monto que multiplica por 262 veces al salario promedio. Puesto de otra manera, el ejecutivo top promedio gana por día hábil lo que un típico trabajador gana por año, según datos oficiales tomados por el sitio de Internet de la Cuarta Internacional en la nota referida al discurso de Bernanke.
Prueba de que es un tema candente lo da el hecho de que también los medios del establishment le dedican bastante espacio. El miércoles pasado la agencia Bloomberg publicó una extensa nota sobre la campaña que la organización sindical estadounidense más importante, la AFL-CIO, está realizando contra Wal Mart por la remuneración de su ejecutivo número uno, Lee Scott, que a pesar del recorte del 11 por ciento que había sufrido por los malos resultados de la empresa, en 2005 cobró casi 16 millones de dólares, y hay sospechas de que la cifra fue aún mayor el año pasado. Es parte de una campaña que ya consiguió que General Electric y Home Depot (líder mundial en artículos para instalaciones y refacciones hogareñas) modificaran el sistema de indemnización de su conducción gerencial, luego de que se desatara un escándalo cuando se conoció que Home Depot le había pagado 210 millones de dólares de indemnización por retiro a su principal ejecutivo. Con esa campaña, AFL-CIO está intentando, entre otros objetivos, aumentar el bajísimo nivel de afiliación, que según estudios citados por Bernanke en el mencionado discurso “explican entre un 10 y un 20 por ciento del aumento de la inequidad dentro del universo de asalariados”.
No está de más acotar que si la anterior problemática preocupa a los estadounidenses, muchas más motivo hay en América latina, que es la región más desigual del planeta, y también en la Argentina, donde aun tras la notable recuperación de los últimos cuatro años (la caída del desempleo difundida el miércoles es un factor clave) la porción de la torta que va a parar a los trabajadores sigue bastante por debajo que la de comienzos de los años ’90, y mucho peor que en los tiempos en que el país no tenía esa fisonomía latinoamericana.
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