Domingo, 27 de junio de 2010 | Hoy
SUMA CERO
Una tarde un famoso banquero iba en su limusina cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped. Preocupado, ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.
Le preguntó a uno de ellos:
–¿Por qué están comiéndose el césped?
–No tenemos dinero para comida –dijo el pobre hombre–. Por eso tenemos que comer césped.
–Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré –dijo el banquero.
–Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquel árbol.
–Que vengan también –dijo nuevamente el banquero.
Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:
–Usted también puede venir.
El hombre, con una voz lastimosa dijo:
–Pero, señor, ¡yo también tengo esposa y seis hijos conmigo!
–Pues que vengan también –respondió el banquero.
Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:
–Señor, es usted muy bueno. ¡Muchas gracias por llevarnos a todos!
El banquero le contestó:
–¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo! Les va a encantar mi casa.... ¡El césped está como de veinte centímetros de alto!
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