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Un empresario multimillonario organizó una fiesta en su mansión e invitó a toda la alta sociedad de su país. Al llegar la medianoche, destapó una piscina de 200 metros donde había colocado pirañas, cocodrilos, barracudas, anguilas eléctricas y tiburones. Luego reunió a todos sus invitados en uno de los extremos de la pileta y les dijo:

–Creo que la juventud está perdida. Ya no hay hombres en este mundo. Por eso si hay un macho en esta fiesta, lo reto a cruzar esta piscina. Al que lo haga le daré a escoger entre la mitad de mis tierras, el 50 por ciento de mi ganado o la mano de mi única hija y heredera. No había terminado de hablar cuando un joven se lanzó al agua, nadó desesperadamente y salió por la otra orilla. Entonces, el viejo emocionado le dijo:

–Nunca creí que alguien pudiera animarse. Dime, muchacho, ¿quieres la mitad de mis tierras?

–No –contestó rápidamente el joven.

–Entiendo lo que quieres, es el 50 por ciento.

–Tampoco –replicó el joven.

–Ah, lo que quieres es ser mi yerno, y único heredero.

–No quiero nada de eso –gritó el muchacho.

–Y entonces, ¿qué quieres? –preguntó confundido el millonario.

–Quiero saber quién carajo me empujó.