Domingo, 21 de julio de 2013 | Hoy
Por Fabio Bertranou y Luis Casanova *
Argentina tuvo un desempeño notable en la reducción de una de las manifestaciones más importantes de la informalidad que corresponde al denominado empleo asalariado no registrado. El empleo por el cual no se realizan contribuciones a la seguridad social descendió 15 puntos porcentuales, de 49 a 34 por ciento, entre 2003-2012. En el mismo período, el empleo asalariado total tuvo una evolución alentadora, al aumentar su participación del empleo agregado aproximadamente en 3 puntos porcentuales. Estos últimos dos aspectos, sumados al hecho de que la incidencia de la informalidad laboral ha sido históricamente superior entre los trabajadores cuentapropistas, posibilita inferir que la informalidad en el total de los trabajadores ocupados descendió, incluso cuando no se hubiese modificado la tasa de incidencia del empleo informal entre los trabajadores independientes que todavía permanece en niveles muy elevados.
Sin embargo, las cifras “promedio” señaladas para empleo asalariado no registrado esconden diferencias sustanciales por sector de actividad, tamaño de empresa y calificación de los trabajadores, entre otros atributos de los empleados y de las unidades productivas donde éstos se desempeñan.
Las variaciones más relevantes de la tasa de incidencia del empleo asalariado no registrado se observan en las ramas servicios sociales y de salud, el comercio y la industria manufacturera. Asimismo, debido a la estructura del empleo asalariado, estas ramas, junto con el trabajo doméstico, explican tres cuartas partes de la reducción total en el empleo asalariado no registrado. La inserción laboral en puestos registrados de beneficiarios de planes de empleo, particularmente el Plan Jefes, explica la caída del empleo no registrado en el sector servicios sociales y de salud, así como la reducción de su peso relativo en el empleo asalariado total. Por otra parte, en relación con el tamaño de los establecimientos, la mayor reducción de la tasa de empleo no registrado se observa en los establecimientos medianos y pequeños.
A pesar de la caída generalizada en el empleo asalariado no registrado, la heterogeneidad sectorial aún persiste, y los sectores de alta informalidad en 2012, con algunos cambios menores, continúan siendo los mismos sectores que prevalecían en 2003. Si bien la informalidad se observa en todos los sectores de actividad y en todo tipo de establecimiento, es posible identificar algunos donde se concentra el mayor número de trabajadores no registrados y donde, además, se registran elevadas tasas de incidencia.
Actualmente un 23 por ciento del total de trabajadores asalariados no registrados se desempeña en el trabajo doméstico, 36 por ciento en pequeños establecimientos del sector privado y 24 por ciento en establecimientos medianos del sector privado. A nivel sectorial se destacan las ramas del comercio, la construcción, la industria manufacturera, el transporte, almacenaje y comunicaciones y hoteles y restaurantes. Los pequeños y medianos establecimientos de estas ramas, junto con el servicio doméstico, concentran casi el 70 por ciento del total de asalariados no registrados.
La experiencia de Argentina en los últimos años deja en evidencia que reducciones importantes de la informalidad requieren de una estrategia integral. Esas estrategias deben incluir desde el contexto macroeconómico hasta acciones específicas, como fueron el Programa Nacional de Regularización del Trabajo, la promoción y apoyo a actividades económicas que generan empleo decente y los programas de sostenimiento del empleo durante la crisis, que han permitido prevenir transiciones no sólo hacia el desempleo, sino principalmente a la informalidad.
Cualquier estrategia integral también debe incluir acciones dirigidas a mejorar las condiciones de “trabajo decente” en aquellos segmentos todavía sumergidos en la informalidad y/o donde los trabajadores han contado, históricamente, con menores derechos, como han sido la Asignación Universal por Hijo, los programas de empleo y de mejora de la empleabilidad tanto de trabajadores desplazados por la crisis de 2001-2002 como de nuevos ingresantes al mercado de trabajo, que en su mayoría son jóvenes y mujeres, y la reforma de los regímenes de trabajo doméstico y agrario.
Más allá del indicador tradicionalmente utilizado para trabajadores asalariados en los aglomerados urbanos cubiertos por la EPH identificado como empleo no registrado, nuestro estudio realizó una estimación de la informalidad para todos los trabajadores en el país, a partir del Censo de 2010 y otras fuentes. Esa estimación llega al 43,8 por ciento. Entre los asalariados (76 por ciento del total de los ocupados), la informalidad, medida como ausencia de registro de contribuciones a la seguridad social, rondaría el 38 por ciento, mientras que entre los trabajadores independientes (patrones y cuentapropistas) se ubicaría en el 58. En otras palabras, casi cuatro de cada diez trabajadores es informal.
Los ámbitos críticos en donde existe mayor informalidad corresponden al trabajo doméstico, al trabajo cuentapropista, al trabajo agrario (ámbito rural) y al empleo asalariado en la construcción y el comercio, magnificado en estos últimos dos casos, en términos de incidencia y de peso en el total del empleo no registrado, en los microestablecimientos. Asimismo, en sectores de actividad donde la incidencia del empleo informal es relativamente menor también existen ciertos segmentos en los cuales el fenómeno adquiere dimensiones relevantes, como es el caso de la industria de la indumentaria dentro del sector manufacturero.
El desafío actual consiste, por lo tanto, en continuar la senda de formalización. Todavía queda un largo camino por recorrer. Dos circunstancias particulares obligan a fortalecer y rediseñar la estrategia. Las tasas de crecimiento de la economía se han ralentizado y la informalidad ahora está centrada en algunos núcleos de más difícil formalización por sus características económicas y sociales.
No es sencillo. Persiste una estructura productiva y social heterogénea, la rotación laboral y la incidencia del cuentapropismo es alta y todavía hay segmentos de la población con déficit educativos y de calificaciones. La formalización del trabajo doméstico y de los trabajadores rurales requerirá de esfuerzos adicionales más allá de las nuevas regulaciones laborales. También se requieren cambios culturales que involucran a toda la sociedad. Estos cambios tienen que ver con el grado de tolerancia colectiva respecto de la informalidad, la precariedad laboral y la desigualdad. Por otra parte, se observa una alta informalidad en las pequeñas unidades económicas, ya sea porque son informales o porque corresponden a unidades económicas identificadas como monotributistas que llegan a tener a uno o dos empleados sin registrar. El régimen de monotributo requiere una reexaminación.
Al mismo tiempo, persiste fuertemente el empleo informal en empresas formales. La estimación de su incidencia es más compleja porque requiere de relevamientos especiales para detectar el grado de formalización que tiene la unidad económica en la que se desempeña el trabajador. Los relevamientos especiales realizados en el Gran Buenos Aires en 2005 y en el Gran Mendoza en 2009 mostraron que este tipo de informalidad representó el 30 por ciento y el 37 por ciento respectivamente del total de trabajadores informales. Debido a los avances alcanzados en los últimos años, seguramente las cifras actuales sean más bajas, aunque todavía distantes de un nivel aceptable de tolerancia, lo que reafirma la necesidad de priorizar políticas en esta área con la concurrencia no sólo del Ministerio de Trabajo sino también de los gobiernos provinciales y municipales, las organizaciones de empleadores y trabajadores y otros actores sociales.
Las estrategias futuras deben ampliar el desarrollo de programas sectoriales para reducir la informalidad laboral en áreas críticas como son los sectores de indumentaria, construcción y comercio, particularmente en los microestablecimientos. En cuanto al sector de indumentaria, sólo el 22 por ciento del empleo total correspondió a una relación de dependencia registrada en la seguridad social, mientras que el resto se componía entre empleo asalariado informal (45,5 por ciento del total) y empleo independiente (32,5). Estos datos contrastan con los del resto de la industria manufacturera, donde el peso del empleo asalariado formal es más de 30 puntos porcentuales mayor. Los vínculos laborales en esta industria se encuentran desdibujados, producto de que en la misma opera un elevado nivel de subcontratación.
Asimismo, en el sector de la construcción, los trabajadores que se desempeñan en pequeños establecimientos, por lo general, no trabajan directamente en obras en construcción, sino que realizan tareas que son fundamentalmente no registradas, como ser, la reparación, mejoras y ampliaciones en viviendas. Asimismo, existe un importante número de trabajadores que son contratados principalmente para realizar tareas de reparación en sus hogares. En 2012, del total de asalariados en la construcción que se desempeñaban en pequeños establecimientos, un 78,5 por ciento realizaba sus tareas en el domicilio o local del cliente. Aquí el vínculo laboral no es estable, las tareas se realizan hacia el interior de las viviendas, dificultando más aún la registración y el control de los organismos competentes.
Por otra parte, tanto en el caso de los microestablecimientos del comercio y de la construcción como en el caso de la industria de la indumentaria, de acuerdo con los módulos especiales de informalidad anteriormente citados, el porcentaje de trabajadores que se desempeñan en unidades productivas informales supera ampliamente al promedio general, alcanzando el 90 por ciento en el caso de los microestablecimientos de la construcción. Esto impone mayores desafíos, dado que en estos casos, además de la formalización del vínculo laboral, también es preciso formalizar la actividad.
Por último, también, hay una dimensión territorial entre provincias y hacia el interior de las mismas que es importante considerar, dado que denota una de las dimensiones de la heterogeneidad de esta problemática: diversas capacidades productivas y disímiles estructuras del empleo
* Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
Empleo
-El trabajo no registrado descendió 15 puntos porcentuales entre 2003 y 2012, de 49 a 34 por ciento.
-Sin embargo, las cifras promedio esconden diferencias sustanciales por sector de actividad, tamaño de empresa y calificación de los trabajadores.
-Los ámbitos críticos en donde existe mayor informalidad corresponden al trabajo doméstico, al trabajo cuentapropista, al trabajo agrario y al empleo asalariado en la construcción y el comercio.
-La informalidad laboral llega al 43,8 por ciento de acuerdo con una estimación que incluye a todos los trabajadores del país y no sólo a los urbanos que capta la Encuesta Permanente de Hogares.
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