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La planificación es el intento del hombre por construir su destino y no ser arrastrado por los acontecimientos. Es una práctica fundamental para cualquier organización y con más razón para el Estado. Sin embargo, la planificación pública ha sido víctima permanente de diversos prejuicios y mala prensa. Las críticas más frecuentes intentan contraponerla al concepto de libertad, cuando en realidad, según Carlos Matus, debería ser considerada como una herramienta de las luchas permanentes que tiene el hombre desde los albores de la humanidad por conquistar grados crecientes de libertad.

Los países latinoamericanos asistieron a un importante proceso de despliegue de la planificación durante el siglo XX. El fenómeno se potenció a partir de la Carta de Punta del Este de 1961, que recomendaba la creación de sistemas nacionales de planificación. El auge del ciclo neoliberal, en la última parte del siglo pasado, reinstaló el prejuicio sobre la planificación, suspendió su práctica y desmontó su institucionalidad. El siglo XXI trae una novedad en este sentido: el redescubrimiento del carácter complejo del rol del Estado, la necesidad de reforzar su protagonismo y aumentar su efectividad han generado las condiciones para el renacer de la planificación en los países de la región. En los últimos años, se advierte el comienzo de una nueva etapa en la historia de la planificación caracterizado por un mayor protagonismo de su práctica en la producción de políticas públicas, nuevos desarrollos metodológicos y una intención de mayor articulación con otros sistemas, en particular con el presupuesto.

Argentina no es una excepción: si bien no existe un sistema nacional integral, en los últimos años se ha extendido la actividad planificadora en los distintos niveles de gobierno. El Plan Estratégico Territorial de Inversión Pública, el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial y el Plan Estratégico del Ministerio de Trabajo son algunos ejemplos de planificación sectorial e institucional en el orden nacional. El proceso de implantación de un sistema de planificación, presupuesto y evaluación orientada a resultados en el Chaco, la creación de los Consejos Regionales de Planificación en Santa Fe, así como el consenso de sus principales dirigentes políticos –oficialistas y opositores– sobre la necesidad de profundizar el camino de la planificación, son algunas experiencias valiosas en el nivel provincial. La estrategia de asistencia técnica del Consejo Federal de Inversiones a los procesos de planificación del territorio desde el enfoque de la planificación prospectiva, las numerosas experiencias de desarrollo local y de fortalecimiento de las capacidades planificadoras de los gobiernos municipales refuerzan esta tendencia. Pero este impulso no alcanza aún a constituir un salto cualitativo de carácter estratégico en las prácticas de gobierno.

Este desafío demanda un proceso de construcción colectiva que involucre a los cuadros técnicos y políticos que trabajan en el tema. ¿Cuál es la relación entre planificación, administración y política? ¿Cómo se construye la viabilidad de un proyecto político? ¿Cómo se gestiona la tensión entre consenso y conflicto? ¿Cuál es el estado del arte de la planificación en los distintos sectores de política pública? En este marco, desde la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) lanzamos Planar, primera red argentina de planificación pública. Se trata de un espacio abierto de intercambio que nuclea a funcionarios –nacionales, provinciales y municipales–, académicos y expertos en planificación, presupuesto y políticas públicas en general. El propósito es contribuir a fortalecer la cultura de la planificación en el sector público y conformar una masa crítica que permita un salto cualitativo en la producción de herramientas y lineamientos para la gestión. Es el camino para que el mañana sea cada vez más el resultado de un proyecto y no simplemente una consecuencia de la fortuna

* Coordinador ejecutivo de la Red Planar y miembro de la comisión directiva de ASAP.