Domingo, 23 de octubre de 2016 | Hoy
ESCENARIO › LA DESIGUALDAD EN INDIA
Por Diego Rubinzal
El 10 de febrero, Gabriela Michetti mantuvo un diálogo informal con periodistas acreditados en Casa Rosada. La vicepresidenta sostuvo, según lo divulgado por la periodista Cynthia García, que “el modelo de país que quiere Macri es India, la Argentina es un país de servicios”.
“Vamos hacia un modelo agroexportador y de servicios, basta de industrias”, habría agregado Michetti.
Hace tiempo que las bondades del “modelo indio” son destacadas por los principales medios financieros mundiales. Los logros más resaltados son la elevada tasa de crecimiento económico, especialización productiva en nichos de alto valor agregado (biotecnología, software, investigación espacial, energía atómica, oceanografía) e incorporación de trescientos millones de personas a la “clase media”.
Los investigadores Natasa Loizou y Carlos de la Vega precisan en ¿Es India el modelo para la Argentina? que “India es sin dudas un país que se destaca por su producción y exportación de servicios, pero este fenómeno está fuertemente acompañado por una amplia y poderosa estructura industrial y tecnológica. Con todas las asimetrías y heterogeneidades de su economía, India posee poderosas industrias tecnológicas que son el soporte del boom de servicios de la superficie.
El grupo Tata, con sus 108.780 millones de dólares de facturación (2014-2015) y sus 600.000 empleados, diversificado en las industrias automotriz, química y siderúrgica, entre muchas otras, es un claro ejemplo de ello. En otro rubro de alta tecnología, como el aeroespacial, India cuenta con HAL (Hindustan Aeronautics Ltd.), una compañía de desarrollo y fabricación de aviones que en 2015 facturó 2271 millones de dólares”.
La mayoría de la población permanece ajena a los beneficios del “milagro económico”. Los resultados del primer Censo Socioeconómico y de Castas, difundido el año pasado, revelan un panorama social desolador: reducida esperanza de vida (60 años), alta tasa de mortalidad infantil (71 por mil) y elevado analfabetismo (39 por ciento de la población adulta).
El ingreso per cápita anual continúa siendo muy reducido (1581 dólares) y más del 50 por ciento de la población se ubica por debajo de la línea de la pobreza (subsisten con menos de 3,10 dólares diarios).
Las altas tasas de crecimiento económico coexisten con elevado incremento de la desigualdad. Es posible encontrar la residencia privada más cara del mundo (el rascacielos Antilla de Mumbai valuado en 20.000 millones de euros) y la pobreza más extrema. La malnutrición infantil está tan extendida que el ex primer ministro Manmohan Singh calificó de “vergüenza nacional” el retraso en el crecimiento que sufren los niños de su país.
“La India es un país históricamente atravesado por una desigualdad lacerante, legitimada incluso teológicamente, que en el contexto de una globalización rapaz ha dado origen a una típica sociedad de “dos velocidades”, en donde cientos de millones viven en la más abyecta miseria, mientras que otros se ubican entre los más ricos del planeta.
Un buen desempeño en algún aspecto puntual no hace a una sociedad un ejemplo para seguir. Sin embargo, aún así, el “milagro” de la India de los servicios hunde sus raíces en una amplia capacidad industrial. Es curioso cómo una parte significativa de la dirigencia argentina (política, empresaria y sindical) no elige como paradigma a países como Canadá o Suecia –modelo de equidad, bienestar, innovación y competitividad internacional–, y recurrentemente apelan, para señalar el camino, a ejemplos de sociedades en las que prima la desigualdad y el sufrimiento de millones”, concluyen Loizou y de la Vega.
@diegorubinzal
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