Domingo, 26 de abril de 2015 | Hoy
MITOS ECONóMICOS › DEBATE SOBRE LAS ESTADíSTICAS
Por Andrés Asiain
En las últimas semanas, diversos medios informaron que “uno de cada cuatro argentinos es pobre”. La base de la información fue un informe de técnicos del Indec nucleados en ATE, que indicaba que el 25,1 por ciento de la población tenía ingresos por debajo del costo de la Canasta Básica Total (CBT) –una canasta de bienes y servicios que cubre ciertas necesidades básicas del hogar–. Esa estimación de pobreza es algo menor a la informado por Ecolatina, una consultora ligada al Frente Renovador, que había fijado el porcentaje de pobres en el 27,0 por ciento de la población que, a su vez, había sido superada por un informe de la CGT de Moyano que se anotó con el 28,9 por ciento. Es así como, aprovechando la ausencia de estadísticas oficiales, diversos espacios “técnicos” vinculados con la oposición comenzaron a instalar que la pobreza alcanza niveles “noventistas”.
Resulta paradójico que quienes se rasgan las vestiduras denunciando “la manipulación de las estadísticas públicas” utilicen esos mismos métodos para inflar el número de pobres. Así, la consultora massista y la central obrera opositora suelen denunciar que la evolución del IPC del Indec refleja una inflación menor a la real. Sin embargo, sus índices de inflación tampoco parecen captar la evolución real de los precios, aunque su yerro sea en el sentido opuesto. Tomando los valores publicados para la CBT de Ecolatina para diciembre de 2014 y comparándola con su costo en diciembre de 2001, la inflación acumulada por el IPC-Massa superaba en más de un 300 por ciento a la informada por diversos institutos de estadísticas provinciales bajo gobierno de variado color político. En el caso del IPC-Moyano, la inflación superaba en más de un 600 por ciento a la reflejada por el IPC-Provincias. De más está aclarar que al sobreestimar la inflación se incrementa artificialmente el precio de la CBT y, por lo tanto, se exagera el número de hogares cuyos ingresos no le permiten acceder a dicha canasta y son considerados pobres.
En el caso de los trabajadores del Indec, si bien utilizan una inflación realista para actualizar el valor de la canasta básica de alimentos (CBA), luego sobreestiman el costo de la CBT mediante un peculiar procedimiento. En lugar de actualizar el costo de la CBT, llegan a su valor multiplicando la CBA por un coeficiente (llamado inversa de Engels) que surge de dividir la CBT por la CBA. Pero si están tratando de saber cuánto cuesta la CBT, ¿cómo van a utilizar un coeficiente que requiere conocer su valor previamente? Es que no calculan el coeficiente, sino que toman el de las estadísticas oficiales del Indec del año 2013. Es decir, después de 7 años de denunciar la manipulación de las estadísticas de precios del Indec, toman esas mismas estadísticas para calcular la relación entre CBA y CBT.
La repentina confianza en las estadísticas públicas por quienes denuncian su manipulación huele a gato encerrado. El misterio se descubre cuando se considera que las estadísticas de precios del Indec subestimaron la inflación en aquellos rubros que más se incrementaron. Como reflejan las estadísticas provinciales, desde diciembre de 2006 hasta el mismo mes de 2014, los alimentos aumentaron un ciento por ciento más que el promedio de bienes y servicios. Ese cambio, en los precios relativos se manifestó en una reducción del coeficiente que surge de dividir la canasta total y de alimentos, que no fue captado por las estadísticas oficiales. De esa manera, la relación entre CBT y CBA fue de 1,86 a finales de 2014, según estimaciones del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz a partir de estadísticas provinciales, y no el 2,28 del Indec que utilizan sus empleados, inflando el valor de la CBT y, de esa manera, el porcentaje de pobreza.
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