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Por F.K.

La concesión de agua y cloacas fue conflictiva desde su inicio. Aguas Argentinas ganó la licitación en 1993 al ofrecer la mayor rebaja tarifaria respecto de Obras Sanitarias de la Nación (26,9 por ciento), pero en septiembre de 1994 se le concedió una “revisión extraordinaria” que implicó un aumento del 13,5 por ciento. En noviembre de 1997 se renegoció el contrato posibilitando la dolarización de las tarifas y la implementación de una revisión tarifaria anual. De esta forma, se violó la seguridad jurídica de los demás consorcios que se habían presentado a la licitación inicial. En mayo de 1998 la empresa fue autorizada a aumentar nuevamente la tarifa un 5,1 por ciento. Luego siguieron varias renegociaciones más, incluso durante el gobierno de la Alianza cuando también se les otorgó un aumento.
Según un estudio elaborado por el área de Economía y Tecnología de Flacso, entre mayo de 1993 y enero de 2002 las tarifas residenciales llegaron a incrementarse un 88,2 por ciento, mientras que los precios minoristas lo hicieron un 7,3 por ciento. Las recomposiciones tarifarias le permitieron a la empresa obtener hasta el 2001 una tasa de rentabilidad promedio del 12,9 por ciento con relación a la facturación y del 15,4 por ciento con relación al patrimonio. Sin embargo, en la actualidad Aguas Argentinas se encuentra “económicamente quebrada” por haber decidido endeudarse en lugar de reinvertir un mayor porcentaje de sus utilidades.
Las inversiones han sido una de las mayores asignaturas pendientes de la empresa. Según un informe reciente del Etoss, en el primer quinquenio de la concesión se previeron obras por 1449 millones de pesos, pero sólo se ejecutaron 837,50 millones (58 por ciento). Entre los incumplimientos se incluyen obras esenciales como la Planta de Tratamiento de efluentes de Berazategui, la Cuarta Cloaca Máxima y las plantas depuradoras Norte y Sudoeste. En el segundo quinquenio la situación no mejoró. Entre 1999 y 2002 se previeron obras por 752 millones de pesos y sólo se ejecutaron 428 millones (57 por ciento).
Actualmente, el área de cobertura del servicio de cloacas alcanza el 62 por ciento frente al 74 por ciento que se había proyectado en el contrato de concesión. En términos de población servida este retraso equivale aproximadamente a un millón de habitantes. La falta de inversiones también impactó en la calidad del agua. Durante 2002, el Etoss detectó en determinados tramos de la red la presencia de cianuros, detergentes, nitratos, arsénico y cloro en cantidades superiores a las recomendadas por la OMS. A su vez, varios expertos han venido alertando sobre fuertes desequilibrios hídricos producidos por la mayor expansión de la red de agua respecto de la de cloacas y la falta de complementariedad entre la utilización de las aguas superficiales y las subterráneas, situación que está provocando inundaciones con aguas servidas que emergen de las napas, fundamentalmente en los distritos de Lomas de Zamora, Quilmes y Almirante Brown.
Adriana Lauro, directora de Comunicación externa de Aguas Argentinas, afirmó a Cash que “el problema de las napas excede el área de concesión de la empresa, es multicausal y obedece fundamentalmente al cambio de régimen de lluvias y la desafectación de pozos de extracción de agua que eran utilizados por las industrias”. En cambio, para el profesor Miguel Auge, titular de la cátedra de Hidrogeología de la Universidad de Buenos Aires la causa principal que explica la suba de napas “es la salida de servicio de pozos de Aguas Argentinas que antes proveían agua potable y fueron desplazados por el agua que se extrae del río de la Plata. En 1990 el 40 por ciento del agua potable del conurbano provenía de perforaciones y ahora sólo el 5 por ciento”