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Por D.C.

Algunos dicen que a usted lo designaron como ministro de la Producción para hacer campaña por Duhalde. ¿Qué les contesta?
–Suena tan tonto que no tiene explicación. Uno está acá 15 horas por día, empujando tema por tema. A mí nunca me convocaron para una paparruchada de esas características. Seguramente el que lo dijo se prestaría. Hay un viejo dicho español: el ladrón piensa que todos son de su misma condición. El Presidente me convocó, me dijo “te animás” y le contesté que sí. Lo hice porque en la torta del poder hay porciones a las que me animo. Esta es una de ellas. Este puesto no es un lugar para iluminados, es para laburantes.
¿Cuáles son los mayores problemas que detectó en el sector productivo?
–El primero es la falta de crédito. El segundo es definir concretamente un perfil exportador. Y el tercero es trabajar fuertemente en la sustitución de importaciones. Esas son las tareas que vienen por delante.
¿Y qué hará su ministerio?
–Estamos trabajando en distintas alternativas. En el tema crediticio, estamos definiendo un nuevo marco regulatorio para la creación de fideicomisos. El ministerio abrirá una serie de fideicomisos, para financiar capital de trabajo y prefinanciar exportaciones. Estuvimos hablando con el Banco Central y tendremos la estrategia definida en dos semanas.
¿Qué ocurrirá con los sectores productivos en 2003?
–Si nosotros podemos arrancar con esta parte del financiamiento será un empujón importante para la producción. Todavía no está definido qué ocurrirá, pero las perspectivas son buenas. Vamos a trabajar con cada actividad. Por ejemplo, con los productores lácteos, que están pasando un momento complicado. Si no nos apuramos, después del pico estacional de la primavera vamos a terminar importando leche.
Una de las críticas que se le hace al Gobierno es que debería trabajar con más fuerza para mejorar la distribución del ingreso. Por ejemplo, la CTA propone un seguro de empleo universal de 380 pesos mensuales más 60 pesos por hijo.
–Conozco esa crítica y el pensamiento de la CTA. Me parece que todavía falta mucho para poder definir hasta dónde llegan las posibilidades del Estado para limpiar la mesa como proponen ellos. No es tan fácil. He escuchado a Víctor (De Gennaro) y a (Claudio) Lozano, por quienes tengo un enorme respeto. Entiendo su propuesta, pero no es tan fácil para el Estado y menos para un gobierno como éste, con ausencia de poder, para llevarla a cabo. A este gobierno, por no haber sido elegido por la voluntad popular, le falta esa polenta que se necesita para tomar ese tipo de decisiones.