Sábado, 2 de agosto de 2008 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA A LA ACTRIZ Y DIRECTORA VIVI TELLAS
En el marco del Proyecto Archivos, la titular del teatro Sarmiento estrena este fin de semana dos obras (Mujeres guía y Disc Jockey), que se suman a los reestrenos de Escuela de conducción y Tres filósofos con bigotes. La “realidad” vuelve a la escena.
Por Hilda Cabrera
Del placer por explorar la teatralidad fuera del teatro nació seis años atrás el Proyecto Archivos, una serie de trabajos que incorporan lo documental a la escena, creados de forma independiente por la actriz y directora Vivi Tellas y ofrecidos ahora en el marco del XIV Biodrama, también una propuesta de Tellas iniciada años atrás en la Sala Sarmiento del CTBA, de la que es titular desde 2001. Sólo que entonces, Biodrama convocaba a autores, directores y –salvo excepciones– a intérpretes profesionales. Recuperando archivos para la sala, esta directora acaba de reponer allí dos piezas de su teatro documental: Escuela de conducción y Tres filósofos con bigotes. La novedad es el estreno de hoy, Mujeres guía, y el de mañana, Disc Jockey. En diálogo con PáginaI12, Tellas explica su ya superada resistencia a mostrar su pionera obra documental: Mi mamá y mi tía (2003). Confiesa que se sentía perdida, insegura respecto del interés que podía despertar en los demás. Pero ganó confianza y al año siguiente presentó Tres filósofos... en el Camarín de las Musas, interpretada por tres profesores de filosofía de la UBA. La fuente de inspiración era la propia experiencia personal, algo que se reitera en Escuela de conducción, pieza que partió de un curso que tomó en la escuela de conducción del Automóvil Club Argentino: “Estando allí descubrí una ciudad ficticia y empecé a imaginar, a encontrar en ese micromundo suficiente ficción como para elaborar una obra de teatro”.
–¿Existe un “universo” y una cultura en torno del automóvil?
–Hay algo de eso en la convivencia que se establece entre las personas y los autos, pero mi interés está puesto en las relaciones entre mujeres y hombres, como habitantes de un mundo partido en dos, dividido por el auto.
–¿Un ejemplo sería aquello de que las mujeres manejan mal?
–Busco en los contrastes y las tensiones, y en ese sentido ése es un elemento teatral.
–¿Sacó alguna conclusión?
–No. La verdad, no. Sólo reflexiones rudimentarias, como que el hombre cree que el auto es parte de su cuerpo y las mujeres no. Cosas bastante obvias, por otra parte. Pero es lindo ver qué pasa con ellos, porque los que participan en la obra son dos instructores del curso de manejo y una empleada, la única persona en toda la escuela que no sabe manejar.
–¿Toda realidad puede ser ficción?
–No, toda no. Inventé un término de medida, que llamo UMF, umbral mínimo de ficción. Me sirve para medir cuánto hay de ficción en cada situación. Puedo encontrarla en un vestuario especial o en un texto que se repite ante un público o en una forma de hablar o de contar.
–¿Descubrió ese umbral en los relatos de su mamá y su tía?
–Ellas repetían historias que yo conocía desde niña y las asocié a esos clásicos que perviven en las familias, pero más lo asocié a otra experiencia que desarrollamos en Cozarinsky y su médico (2005), que escribí y dirigí en El Camarín de las Musas, donde participaron el cineasta y escritor Edgardo Cozarinsky y su médico real Alejo Florín. Edgardo tiene una forma de expresarse que invita a la ficción literaria. Su relación con Florín –que fue médico de Adolfo Bioy Casares y de otros grandes intelectuales de la Argentina– es fascinante. Cozarinsky nos cuenta allí que Florín le salvó la vida.
–¿Tres filósofos... es también producto de una experiencia personal?
–Surgió después de asistir como oyente al “seminario de los jueves” del grupo de estudio del ensayista y filósofo Tomás Abraham. Ahí percibí una ficción en el grupo, y me interesé por los “ejemplos” en la filosofía. Estos me parecían obritas de teatro. Ejemplos como la alegoría de la caverna, de Platón.
–¿Y continuó descubriendo dramaturgias para Mujeres guía y Disc Jockey?
–La de Mujeres guía la armé después de unas visitas guiadas por Perú. Con mi grupo de trabajo nos anotamos en todas las visitas guiadas que se ofrecían en Buenos Aires, y nos resultó fascinante. Pensé en una obra con mujeres, porque la actividad de guía me parecía cercana al mundo femenino. En Disc Jockey los intérpretes son una chica y un chico y una persona que se ocupa de la parte visual en vivo. Me preguntaba sobre el auge de las fiestas, la escena electrónica, y sobre cuál era el lugar del disc jockey: el escenario o la pista. Con mis amigos empezamos a organizar bailes para nosotros, como una actividad sana.
–¿Halló resistencias en los intérpretes no profesionales que además aportan sus historias?
–No, hay un acuerdo previo por el cual ellos nos autorizan a trabajar públicamente con sus relatos.
–¿Cómo fue el trabajo de dirección?
–Las obras tienen una estructura en común: colocamos sobre el escenario una mesa grande donde están todos los objetos que llamamos “evidencias” y que los intérpretes muestran al público. Además hay una puesta en escena, una dramaturgia y un reloj en escena que marca la hora real. Esto lo tomé de Conferencia sobre nada, de John Cage, que estrené en el Teatro Colón.
–¿Qué función cumple el convite luego de la función?
–El menú es temático. En Escuela de conducción es una minuta de ruta, y en Tres filósofos..., comida griega. Hicimos una investigación gastronómica en homenaje a los maestros griegos. En Mujeres guía ofrecemos una vianda y en Disc Jockey, un desayuno con panchos. Todas cosas muy ricas preparadas detrás del escenario para unas cincuenta personas. Todo el ciclo es un debate sobre la representación y la invitación permite que el público se quede un poco más con nosotros, que discuta y opine.
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