Sábado, 2 de agosto de 2008 | Hoy
VIDEO › EL AñO EN QUE MIS PADRES SALIERON DE VACACIONES, DE CAO HAMBURGER
Relato de iniciación que apela a la nostalgia, el dolor y el humor, el film de Hamburger examina la época de la dictadura militar brasileña a través de la mirada de un garoto extasiado por la selección de fútbol que ganó el Mundial de México 1970.
Por Horacio Bernades
Tanto en documentales (Fútbol argentino, por ejemplo) como en films de ficción (notoriamente, Plata dulce), en su momento el cine argentino puso en escena una simultaneidad trágica: la de la alegría producida por la obtención de la Copa del Mundo en 1978, al mismo tiempo que miles de compatriotas eran secuestrados, torturados y asesinados en centros clandestinos de detención. No fue muy distinto lo que sucedió en Brasil en 1970, cuando, en años de dictadura militar y represión generalizada, aquella gloriosa selección de Pelé, Tostâo y Jairzinho ganaba a toda orquesta el Mundial de México. Es esa circunstancia la que evoca El año en que mis padres salieron de vacaciones, uno de los films brasileños de mayor repercusión internacional, desde el momento en que se presentó, un par de años atrás, en el Festival de Berlín. En Argentina se la conoce ahora en DVD, editada por Buena Vista Home Entertainment.
Los papás de Mauro, un chico de diez años, hacen las valijas a las apuradas, cargan el Volkswagen 1500, llevan al garoto de Belo Horizonte a San Pablo, lo dejan al cuidado del abuelo Mótel y parten con rumbo desconocido. El chico no sospecha nada, pero al espectador no le resulta difícil barruntar qué está pasando, dados el nerviosismo y las miradas furtivas que sus papás intercambian. Por una circunstancia que no debe revelarse, Mótel no podrá hacerse cargo de Mauro, quedando la responsabilidad en manos de Shlomo, que tiene más o menos su misma edad y es su vecino, allí en el barrio de Bom Retiro, donde la comunidad judía paulista convive con descendientes de italianos y griegos. Es el mes de mayo de 1970, la Junta Militar parece inexpugnable y en la distante Guadalajara, el scratch capitaneado por Carlos Alberto está por salir a la cancha.
Relato de iniciación que apela a la identificación del espectador por vía de la nostalgia, el dolor y el humor, la película argentina a la que El año... más se parece es, en verdad, a Valentín, no casualmente distribuida por la misma compañía estadounidense. Apoyada en la sobria máscara del debutante Michel Joelsas, el buen pulso del realizador Cao Hamburger a la hora de dirigir niños (tenía a sus espaldas una serie y un largo apuntados a ese público) y un guión del que participaron Bráulio Mantovani (Ciudad de Dios, Tropa de elite) y Anna Muylaert (guionista y realizadora de Durval Discos), El año en que mis padres... descansa sobre bazas probadas. Los primeros escarceos sexuales, el “nosotros” que genera la represión política, el relato en off que guía al espectador de una escena a otra, la relación de creciente cariño entre un anciano de barba y su nieto adoptivo y, para rematar, aquellos golazos de antología que la televisión transmite en blanco y negro, además de un componente étnico poco explorado, como es la comunidad judeobrasileña, todo ello hace de El año que mis padres... una ganadora segura en cualquier territorio.
Con una cámara permanentemente móvil y mano firme, Hamburger se anota, a su turno, en la fila de los que, siguiendo los pasos de sus hermanos mayores Walter Salles y Fernando Meirelles, aspiran a convertirse en cineastas globales, con películas que hablen en inglés.
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