Miércoles, 5 de mayo de 2010 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA A LUIS DI CARLO, AUTOR Y DIRECTOR DE VIVARIUM
La obra comienza cuando tres personajes se encierran en un galpón para ver cómo actuar frente a una enfermedad contagiosa.
Por Cecilia Hopkins
“Siempre pienso en un teatro que produzca conmoción, un teatro que, una vez visto, no se olvide más”, afirma el director Luis Di Carlo, autor de Vivarium, recientemente estrenada en el Teatro del Abasto, bajo su propia conducción. La conmoción estética, para este artista, no depende ni de escenografías grandilocuentes ni de elencos numerosos: en unos pocos metros cuadrados atiborrados de objetos encontrados en la calle, el trío conformado por Paola Pelmer, Héctor Leza y Jenny Van Lerberghe interpreta una historia evocadora de otras historias literarias, con notables herramientas expresivas. Vivarium comienza cuando tres personajes se encierran en un galpón mientras intentan consensuar un modo de actuar frente a lo que parece una enfermedad contagiosa. Estrenada el año pasado en la modalidad del work in progress, pensada y escrita antes de la pandemia de la Gripe A, Vivarium surgió por necesidad: “Como no encontraba textos que atrajeran mi atención decidí ponerme a escribir yo mismo”, cuenta Di Carlo en una entrevista con Página/12. Y aunque hace años supo hacer espectáculos basados en la ironía y la comicidad (lo prueban una puesta de una obra dadaista, El corazón a gas, de Tristan Tzara, y múltiples incursiones en el under de los ’90), al director ya no le atrajo generar situaciones que moviesen a la risa.
Guiado por sus intereses científicos (Di Carlo es, además, profesor de física, biología y matemática), pensó en desarrollar una historia relacionada con virus y mutaciones. Así, en una ciudad y un tiempo impreciso, un hombre y dos mujeres (una de ellas, embarazada) discuten sobre cuál será su modo de defenderse del mal que parece expandirse con el paso de las horas. ¿Dónde está el peligro, en el afuera que muta sus antiguas convicciones o en el interior del refugio? Influido por el teatro de Eugene Ionesco, Di Carlo toma como referente a Rinoceronte, pieza del absurdo en la cual el personaje protagonista se resiste a convertirse en ese animal, a diferencia del resto de sus conciudadanos que han aceptado la mutación sin chistar. No obstante, Di Carlo propone un giro inverso y, a diferencia de la obra del rumano, le asigna al afuera un valor de cambio deseable. No es un detalle menor que los que aparecen como peligrosos portadores de un virus malsano se expresan verbalmente con libertad surrealista y viven sin prejuicios ni moralinas. De esta manera, Vivarium es una obra profundamente optimista: el grupo parece resuelto a confiar en el futuro aceptando, cada uno a su modo, el nuevo cuadro de situación.
–¿Cuáles fueron los temas que quiso plantear cuando resolvió escribir Vivarium?
–Quería reflexionar acerca del mal y dónde ubicarlo. Recordé El séptimo sello, de Bergman, donde se habla sobre la profilaxis de la peste: los señores feudales se enclaustraban en sus castillos, pero la enfermedad entraba en los alimentos que ellos traían del afuera. Como especie biológica, todos estamos inmersos en un mundo caótico, a merced del peligro de contraer males de los más diversos.
–¿En dónde reside el mal en la obra?
–En el exterior, en el otro, en todo aquello que los personajes no controlan.
–En principio, es difícil establecer en la obra si el mal está adentro o afuera de ese refugio...
–Es que, en el devenir de la civilización, el hombre construyó poblados y luego diseñó ciudades cada vez más grandes. Sin embargo, el hombre de hoy busca seguridad enclaustrándose en sus casas.
–El lenguaje es un tema importante en la obra. Los de afuera hablan en un insólito tono poético, lo cual parece augurar un cambio positivo.
–Será porque al ser docente estoy muy en contacto con los modos de expresión que hoy se usan: me asusta y apena comprobar cómo el lenguaje se va devaluando y va perdiendo fuerza y sentido. Ahora uno se pregunta si el lenguaje es funcional a algún nivel de comunicación. Algo está muy mal si se pierde el valor poético del lenguaje.
–Sin embargo, la obra es optimista y parece afirmar que hay humanidad para rato...
–Por mi formación, creo que toda especie tarde o temprano está condenada. En sus escritos, Darwin dijo que si una especie sufre, deja de atender a su sistema reproductivo porque entiende que no está bueno vivir. Pero, si bien el hombre ha maltratado al planeta y parece haber perdido el sentido de la solidaridad, me parece que la humanidad tiene todavía la posibilidad de buscar otra calidad de comunicación y de tener confianza en el porvenir.
* Vivarium puede verse los jueves a las 21 en el Teatro del Abasto, Humahuaca 3549.
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