Sábado, 24 de marzo de 2012 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA A MARCOS ARANO, DIRECTOR DE LA OBRA ANHELOS
Este espectáculo clownesco, que puede verse en Espacio Aguirre, explora de manera divertida y alocada el mundo de las ilusiones, las búsquedas personales y las emociones. “Me interesa que en la simplicidad esté la profundidad”, explica el director.
Hay personas que sueñan con viajar. Otras, con formar una familia. O con la autosuficiencia personal. Sobre el mundo de las ilusiones, las búsquedas personales y las emociones explora Anhelos (viernes, a las 23, y sábados, a las 22, en Espacio Aguirre, Aguirre 1270), una obra clownesca del joven director Marcos Arano que invita a viajar al mundo onírico de los deseos y reflexionar de manera divertida y alocada sobre los horizontes de lo posible. “Me interesó trabajar con los anhelos porque son lo que mantiene vivo al clown. Además, por una cuestión política e ideológica, nos pareció interesante meternos con lo que deseamos, con lo que nos gustaría ser como personas y también como sociedad. Es un lenguaje interesante para poner en juego esas cosas desde un lugar crítico y también positivo”, cuenta Arano a Página/12.
Anhelos es una obra desopilante en la que nueve actores (Aldana González, Cecile Callion, Jorge Suzanne, Lidia Epsztejn, Lourdes Herrera, Luis García Romeu, Mariana Mayoraz, Rodrigo Frascara y Valeria Radivo) y cuatro músicos –que tocan en vivo, durante toda la obra– recrean un mundo donde el tiempo y el espacio se transforman de manera poética y delirante. A lo largo de la puesta toman vida las historias y las ilusiones de cada uno de los payasos, y hasta posibilita un espacio para que el espectador también se permita soñar, jugar, divertirse e involucrarse con lo que ocurre en escena. “Si bien el mundo del clown es liviano, gracioso y te morís de la risa, también tiene su profundidad. Y en eso radica la obra. Me interesa que en la simplicidad esté la profundidad. Nosotros decimos que hacemos el arte de la simplicidad: cuanto menos tenemos, es mejor; y cuantos más problemas tenemos, también es mejor”, dice Arano, quien se formó actoralmente con Agustín Alezzo, Sergio Amigo y Matteo Belli, y en las técnicas de clown, bufón y máscaras con el reconocido payaso Marcelo Katz.
En la obra, una de las payasas, flaca como palo de escoba, desea ser más robusta, mientras que su compañera sueña con recuperar “la figura”. Entonces, las dos juegan a intercambiar sus cuerpos, pero cuando lo logran, el nuevo aspecto nos les sienta bien y quieren volver al propio. Así, se transita con la idea de quererse y aceptarse a uno mismo tal cual es, con sus debilidades y fortalezas. Otro de los deseos que se ponen en juego es el de la independencia personal: una de las clowns imagina cómo será su nueva casa, si tendrá o no una ventanita con vista a un árbol. De manera muy simple y sencilla, pero a la vez profunda y visceral, se ponen en movimiento los distintos anhelos clownescos que dan forma a esta recomendable puesta de Arano.
–¿Por qué le interesó trabajar con los anhelos?
–Porque el clown es movido siempre por el deseo, es lo que lo mantiene vivo. Además de que es el motor fundamental para la acción. También me llamó mucho la atención ese juego entre el futuro y el pasado que tiene la palabra. Anhelar puede ser en pasado o puede ser en futuro. Ese juego nos parecía muy rico para explorar porque el clown siempre está en un presente muy absoluto. Entonces estaba bueno ponerlo en problemas en ese sentido.
–El clown trabaja siempre con material autobiográfico. ¿Le resultó difícil incluir en una misma obra las historias de los nueve personajes?
–Fue difícil y muy fácil a la vez. Difícil, porque son todos distintos y todos anhelan cosas diferentes. Y muy fácil porque el grupo es increíble y funciona muy bien. De entrada todos dijeron “queremos pasarla bien, queremos jugar juntos”. Después empezaron a surgir los anhelos de cada uno. La idea siempre es que el grupo sea lo más horizontal posible en la cuestión creativa. Y solos se fueron acomodando. Según la personalidad de cada uno, el momento creativo de cada clown va surgiendo dentro de la obra. Cada uno tiene su espacio y su momento.
–¿Qué rol le asignan al espectador en el mundo del clown?
–No creo mucho en el público pasivo. En las obras de clown, el público es parte de la puesta. Se dice que la cuarta pared está detrás del espectador. Además, a mí me gusta provocar, que el espectador no sienta que lo estamos haciendo divertir nosotros a él, sino que está bueno generar una comunidad en la que todos estamos implicados. Esa es la función social que tiene el teatro: el artista es parte y transmite mensajes, pero sobre todo provoca cierta movilización en esa pequeña comunidad que es el teatro en ese momento. Me parece que el teatro, en general, y el clown, en particular, son herramientas muy buenas para movilizar, unir, dialogar, jugar y compartir.
Informe: María Luz Carmona.
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