Para quienes integran el Frente de Artistas del Borda (FAB), pinceles, escenarios, instrumentos o cámaras de fotos vehiculizan una batalla tan difícil de pronunciar como de encarar: la desmanicomialización. A casi treinta años de su creación, el galpón ubicado en el predio del Hospital Borda es sede de trece talleres (teatro, marionetas, música, mimo y fotografía, entre otros) orientados a resignificar la imagen social de la locura y transformar desde adentro el verticalismo de las instituciones psiquiátricas. “Las producciones son colectivas y horizontales. El tallerista tiene voz, poder de decisión sobre lo que produce; su reclamo es escuchado y atendido. No buscamos trabajar en el arte como terapia, aunque ese efecto se produzca igual”, explica Mirtha Otazua, coordinadora del taller de desmanicomialización. La otra pata del proyecto pone el énfasis en acortar la distancia con el afuera, subiendo a los artistas a otros escenarios, con el fin de “recomponer la subjetividad que se pierde en la institución, redignificar la vida y ayudar a la externación”. Una experiencia “liberadora”, según Ezequiel Kaus, coordinador –junto a María Eugenia Rubín– de los 16 actores del taller de teatro del FAB.

Por fuera de instituciones corrosivas, la ciudad “psi” es territorio de otras propuestas balsámicas para los que eligen apaciguar los instintos sobre las tablas. Desde 1992, la psicóloga y escultora Adriana Piterbarg lleva a la práctica los axiomas del psicodrama en su escuela Arte y Psicodrama, de Caballito, en la que cerca de un centenar de curiosos experimentan con la técnica radicada en el país hace más de medio siglo. En esencia, se trata de “un proceso de cura estético”, un camino a la sanación autoinducida para quienes intentan bajar la térmica con salidas oxigenantes. “Si bien el psicoanálisis es un método altamente efectivo, requiere de mucho tiempo y dinero. El psicodrama, en cambio, es un acto de creación colectiva en el que uno aprende a reírse de sí mismo y a salir de los espacios de victimización”, compara Piterbarg.