“Me da pena confesar que esta arrogancia de Peter era una de sus cualidades más encantadoras. Para decirlo con toda franqueza, nunca existió un chico más desfachatado”, describe James M. Barrie al personaje que creó, “el niño que no quiso crecer”, y que así perduró por más de un siglo. Peter Pan, que nació como una obra de teatro y luego se convirtió en una famosa novela, vuelve a volar ahora en la calle Corrientes, en un musical, manteniendo gran parte del espíritu y el argumento originales. Y así se lo ve a Peter Pan en Todos podemos volar: insoportablemente arrogante, encantadoramente desfachatado, ¡y volador!

La historia es conocida, más allá de las adaptaciones Disney: Peter Pan llega una noche hasta la habitación de Wendy y sus hermanitos, en Londres. Va detrás de su sombra, que se le ha escapado, y Wendy consigue cosérsela. Entonces los lleva volando hacia el fantástico País de Nunca Jamás, un mundo habitado por indios aguerridos y hermosas sirenas. Allí Peter Pan comanda la banda de los Niños Perdidos, en lucha permanente con los malvados piratas capitaneados por el más malvado Capitán Garfio. Una profunda reflexión sobre el sentido de la niñez, la adultez y el pasaje entre uno y otro mundo subyace en esta historia, en la que sin embargo priman la aventura, el humor, la fantasía y una galería de personajes llenos de matices.

Parte del encanto de esta lograda producción radica, justamente, en lo que llegan a darle a los personajes los actores, bailarines y cantantes del elenco. Fernando Dente (el de Tinelli) es un logrado Peter, chiquilín, sin reglas ni modales, canchero hasta el hartazgo, y a la vez encantador. Y, a falta de habilidad con el canto, el chico baila, lucha, salta (y vuela) increíblemente durante las dos horas del show. Natalie Pérez es la preadolescente Wendy, también encantadora y gran cantante y bailarina. En el elenco se destaca también Angela Torres como Tigrilla, la aguerrida hija del Jefe Indio. Y junto a ellos una veintena de actores entre los Niños Perdidos, los indios, los piratas, las sirenas, el malo y tonto Smee (Nazareno Mottola). En este logrado trabajo actoral (con dirección de actores del ex Macoco Daniel Casablanca) hace más bien rancho aparte Gabriel Goity: él hace de sí mismo interpretando al Capitán Garfio. Y entonces la puesta explota ese costado dejándole todos los guiños para los adultos, incluido el gag del final, cuando está a punto de ser comido por Cocodrilo Tic Tac y clama piedad a Peter Pan: “¡Terminemos con la grieta!”.

El otro fuerte de la obra es el despliegue de producción, que incluye efectos de pantallas de gran calidad que, sumados a las acrobacias aéreas, logran sirenas que se ven nadando en el agua. Y un Peter Pan que, con diseño de vuelos de Diego Weinschelbaum, llega hasta las bandejas del pullman. En esta suma, con muchos cuadros de baile y canciones un tanto obvias pero efectivas (de Patricia Sosa y Daniel Vila), engancha Peter Pan-Todos podemos volar a chicos y grandes, y los lleva volando, directo al País de Nunca Jamás. Solo apto para espectadores que acepten seguir el camino: “La segunda estrella a la derecha, y de ahí en línea recta al amanecer”.

En el XV Festival Internacional de Cuentacuentos Palabras más-Palabras menos, la francesa Anita Tchikita presenta Gri-Gri! Cuentos de la tradición oral africana. Hoy, a las 16, Teatro del Pasillo, Colombres 35. Entradas $120, descuentos a estudiantes y jubilados.