Rafael Amargo no se sale nunca del personaje. Es histriónico, carismático, desfachatado y habla a mil por hora. “Me cae muy bien Tinelli, me parece un tío estupendo”, confiesa y cuenta que desde hace tres años es jurado en la versión italiana de Bailando por un Sueño. “Pero soy bueno, yo no hago dramas. Abro fronteras, no cierro”, se ríe. Pero el bailaor y coreógrafo español no está en el país para participar en la televisión local. Está presentando su último espectáculo de danza, Intimo, una puesta austera y “limpia” que pone el foco en la música, en los palos flamencos (estilos básicos del cante). En esta oportunidad, dejó de lado la parte audiovisual –un clásico en sus obras– y puso el acento en el baile y la música. “No quiero que la gente se distraiga con tanta cosa. En Intimo voy mucho a la esencia y apuesto al ‘menos es más’. Lo que está sonando es tan fuerte que con poco que haga ya mete al espectador adentro de la obra. La selección de música es muy ecléctica”, adelanta Amargo. La obra podrá verse únicamente hoy y mañana, a las 21, en la Sala Siranush (Armenia 1353).

No es la primera vez que Amargo viene a la Argentina. De hecho, ha presentado sus obras en La Trastienda y en grandes teatros como el Opera y el Gran Rex. Sin embargo, esta vez la propuesta amerita un espacio más intimista, como lo es Siranush. “Me gusta bailar en sitios más pequeños. A medida que pasan los años y me pongo más grande, me gusta ser más puro y más auténtico”, dice, moviendo los brazos para todos lados. “Creo que la verdad está en los sitios en los que tú bailas a ‘boca e’ jarro’. Si el público siente que tú estás sufriendo, sufre contigo. Tú bailas también con el fervor del público: si tienes ganas de improvisar, lo haces; si estás con ganas de alargar el espectáculo, lo alargas. Eso es lo más flamenco que hay, la gente te ve en tu estado puro. Yo juego con la emoción del público, me dejo llevar. Un gran artista tiene que ser también un gran psicólogo, tienes que saber qué quiere la gente. Para que tu éxito sea brillar, tienes que darle al público lo que en ese momento quiere. Si ves que el público está más serio, tienes que levantarlo. O si ves que está muy calmado, tienes que relajarte. El artista es el que doma a la fiera.”

Amargo viste una remera negra y un pantalón a tono. Su modo de moverse, de caminar y su actitud son coherentes con su modo descontracturado de entender el flamenco. Se hizo conocido por aportarle elementos modernos a la tradición flamenca, por combinar “la fusión y la pureza”. De esto se trata, también, este espectáculo. “No tiene dramaturgia, no tiene una historia, sino que son palos flamencos; son piezas que fui tomando de otros espectáculos míos. Son temas que llegan al corazón. Por ejemplo, hay canción francesa y tangos argentinos (‘La última curda’). El hilo conductor es la música.” Luego adelanta que la bailaora Vanesa Gálvez hace una intervención “maravillosa” con una canción de Caetano Veloso, y que la música de Prince y Michael Jackson también forman parte de la puesta. En el escenario habrá tres cantaores, dos guitarristas, un bandoneonista y la participación especial de la cantaora y pianista María Toledo; además de las bailaoras solistas Olga Llorente, Marina González, Yolanda Jiménez y Gálvez.

–¡Muy bien! Vine primero como solista, con otras compañías. Y cuando vine con Poeta en Nueva York, de Lorca, fue una maravilla. Entre el público estaba Ernesto Sabato, China Zorrilla; fue un espectáculo que me causó mucho placer hacer y fue el más visto en España. Después de España y Japón, el lugar en donde más aman el flamenco es la Argentina. Es uno de los sitios donde mejor flamenco se hace en el mundo, fuera de España. Hay una comunidad gitana increíble. En otros países no encuentras esa realidad.

–Trabajé mucho con la danza urbana, fue la primera vez que se mezcló el flamenco con la gente de la calle. El próximo espectáculo que voy a traer es con música electrónica. Atrae al público súper joven y también le encanta a la gente mayor. En España estoy haciendo una gira con una obra que combina el flamenco y el hip hop. Si bien considero que hay que conservar la raíz, el arte tiene que evolucionar. El mundo se mueve con la música electrónica. La gente quiere diversión, no drama. Ya hay demasiadas penas en la vida. Por eso, trabajo mucho con la gente joven, siempre busco la frescura. El flamenco lucha contra su cuerpo, en su espacio pequeño, y la danza urbana lucha contra la dimensión. Y en la mezcla se produce un choque. La idea es acercar el flamenco a la mayor cantidad de gente posible, que no quede sólo en un público viejo. Y los jóvenes se dieron cuenta de que el flamenco también puede ser de ellos. Lo que queremos es que la gente joven no pierda su cultura, y que el flamenco crezca.