Jueves, 2 de septiembre de 2010 | Hoy
CULTURA › SE INAUGURó ANOCHE EL II FESTIVAL INTERNACIONAL DE LITERATURA EN BUENOS AIRES
Con una conferencia, el antropólogo Marc Augé dio el puntapié inicial de la muestra, que se desarrollará hasta el próximo domingo en siete sedes. Lecturas, diálogos, performances y debates tendrán como protagonistas a nuevas voces y a figuras de la cultura.
Por Silvina Friera
La mesa del II Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba) está servida. Al principio –como dice la entrañable voz del cuentero colombiano Nicolás Buenaventura–, no había nada. Pensar, sólo se pensaba de vez en cuando. Hasta que apareció una herramienta: la palabra. Las voces murmuran bajito y construyen un catálogo variopinto de empatías que germinan en el suelo inmaculado del Malba. Son las nuevas voces de la literatura y la cultura contemporáneas trenzadas con las consagradas en un mismo destino: la letra impresa, los libros, las fronteras, los circuitos de ideas. Menuda –y transitada– pregunta lanza Marc Augé en su conferencia inaugural. ¿El que escribe, por qué y sobre qué escribe? “Se escribe con la intención y la necesidad de ser leído, aunque únicamente sea por una persona en el mundo. La escritura, como toda palabra, existe para establecer una relación. Pero por eso mismo, compromete el futuro, implica un riesgo y abre una aventura”, subraya el antropólogo francés. “Escribir es conjugar dos movimientos: el uno orientado hacia el futuro, el otro hacia el pasado; escribir es arrancar el pasado al pasado, buscar en el futuro la fuente del sentido y, retomando las palabras de Benjamin, ‘disipar la pesadilla mítica’ sustituyendo un nacimiento real a los fantasmas de la génesis.”
El antropólogo francés avanza con parsimonia por tópicos de su incumbencia como el anonimato y la “sobremodernidad”. Lo escuchan muchos de los escritores invitados que ya están en Buenos Aires, y que no se iban a perder el acontecimiento, a pesar de que hayan corrido una carrera de obstáculos letales para atravesar la ciudad y llegar hasta la avenida Figueroa Alcorta sin un rasguño. Están, entre otros, los uruguayos de HUM, Ercole Lissardi, Felipe Polleri y Alejandro Ferreiro; “la armada brasileña”, integrada por Milton Hatoum, Teixeira Coelho y Luiz Ruffato; los “lengua de trapo”, el belga Dimitri Verhulst y el danés Peter Adolphsen; el irlandés John Connolly y el español Manuel Rivas. “Si la más bella novela del mundo es la Odisea es porque esta historia de retorno es al mismo tiempo una aventura. Al final del recorrido, Ulises no reencuentra su pasado sino en la mirada de su perro y puede tomar conciencia de la dimensión de su cambio.” Para el autor de Los no lugares “la literatura responde al llamado del futuro, del porvenir, no al llamado del pasado”. Augé le asigna a la literatura el lugar de perpetuo desafío “a los intentos intelectuales totalitarios que quisieran ver únicamente en la literatura la expresión del psiquismo individual o de la lucha de clases”. No vuela una mosca cuando dice que “es necesario abandonar decididamente los anteojos freudianos o marxistas si se quiere entrever algo de las causas y de los fines de la creación literaria”. Apenas unas cabezas se agitan –en las primeras filas del auditorio– en señal de aprobación. Otras –más cautelosas o distantes– parecen dudar.
“El escritor interioriza la figura del doble, y la interioriza doblemente. Apenas concluida su obra, escapa a su control y se somete a la interpretación dada por los otros. El lector es el señor de la interpretación y del juicio”, afirma el antropólogo. “Frente al futuro, el escritor ocupa una posición de espera y tampoco tiene el control. En busca de la inspiración, el escritor es literalmente un personaje en busca de autor. Escritor es una razón social; autor es un destino –compara–. El autor es el doble ideal del escritor. Cuanto más dice ‘yo’, más es doble.”
Pablo Braun, uno de los directores del Filba, junto con María Soledad Costantini, supera el “pánico escénico” que le provoca hablar. “Queremos compartir con la sociedad nuestra pasión por la literatura y promover la lectura desde la infancia. Es nuestro anhelo que la literatura invada la vida de todos, permitiéndonos por unas cientos de páginas ser otros. O mejor aún: transformarnos en otro”, dice Braun y agrega que en esta edición habrá siete sedes para disfrutar de lecturas, diálogos, performances y debates. Algunos comienzan a esfumarse, como evaporados. El vino, claro, espera. Las sonrisas galopan de un rostro a otro. Un festival como el Filba –aseguran filberos de pura cepa– no es el mejor humus para escritores que cortejan la soledad. Pero esta cuestión es harina de otro costal. Los lectores tendrán –hasta el próximo domingo– una extraordinaria panzada de literatura.
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