El cierre de un ciclo es como el sonido de algo que se rompe. En ese instante, la vacilación se suspende, acaso el tiempo también se detenga. Una mujer decide, aparentemente tranquila y sin sobresaltos, que es hora de bajarse de un barco que avanza a velocidad crucero: “Basta para mí, hasta aquí llegué”, dice. No hay hartazgo ni desazón en esa certeza; es la determinación de quien descubre que ha llegado el momento de clausurar un período laboral. Diez años no es nada o es mucho, siempre depende de la intensidad con la que se vive. Nubia Macías, un torbellino de energía, planificadora infatigable en el rumbo de una fiesta que devino referente mundial del libro y las letras, anunció ayer que dejará su cargo como directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) el próximo 31 de marzo, luego de una década al frente de la principal vidriera editorial de América latina. La despedida sorprende. En el comunicado que comenzó a circular a primera hora de la tarde se advierte que no hará más declaraciones sobre este tema. “Formar parte de la FIL y encabezarla durante este tiempo ha sido una experiencia vital y extraordinaria –señala Macías en esa breve carta, sin explicar los motivos de su renuncia–. Agradezco a la Universidad de Guadalajara y al Consejo de Administración de la Feria haberme confiado la dirección de esta empresa, orgullo de México y de los universitarios ante el mundo entero. A mi equipo, que está formado por hombres y mujeres maravillosos: sin ellos nada de lo que logramos en esta década habría sido posible. Gracias también a todos aquellos con quienes me he encontrado profesional y personalmente en este camino, todos ustedes, y especialmente los lectores, me enseñaron a comprender en dónde está el futuro del libro.”

Cuando fue designada como directora general de la FIL en abril de 2003, en reemplazo de María Luisa Armendáriz, Macías, periodista y socióloga mexicana nacida en 1966 en San José de Gracia (Jalisco), se propuso mejorar la feria más importante del mundo de habla hispana, que depende de la Universidad de Guadalajara. “Desarrollamos un proyecto, lo trabajamos en equipo, y día a día hemos construido una plataforma atractiva para todos los que forman la cadena del libro, pues pensamos en cada uno de ellos, en sus necesidades de negocio y de encuentro”, decía Macías a Página/12 en 2012, a modo de balance por los 25 años cumplidos.

La brevedad de la carta y el modo elegido para comunicar esta decisión distan de neutralizar hipótesis y conjeturas sobre las razones de su alejamiento de la FIL. La renuncia podría ser interpretada como el último de los coletazos por la trifulca que se desató el año pasado cuando el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ganó el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y recibió los 150 mil dólares en una ceremonia privada, en su casa en Lima. Todo eso luego del escándalo que generó, especialmente entre los escritores e intelectuales mexicanos, premiar al autor de Un mundo para Julius, demandado por la Justicia de su país por cometer plagios periodísticos. Macías puso el cuerpo, reconoció que la polémica fue “muy intensa”, que como comité organizador debieron respetar las opiniones vertidas y respaldar la decisión del jurado.

“Si los latinoamericanos no nos leemos entre nosotros, no podemos esperar que el primer mundo nos diga ‘este autor es bueno’ o ‘éste es malo’. Nosotros tenemos que decir ‘este escritor es buenísimo, se lo tiene que llevar y traducirlo’, para que los lectores de Noruega, Turquía, Francia y Estados Unidos lo lean”, explicaba a este diario su deseo y ambición de convertir la plataforma institucional de la feria en un ámbito que proyecte una suerte de “nuevo boom”. Del 30 de noviembre al 8 de diciembre, la FIL realizará su edición número 27 con Israel como País Invitado de Honor. Macías entonces será la ex directora. El prefijo no suena bien, cuesta acostumbrarse. Se la extrañará mucho.