CULTURA › UNA CHARLA IMPERDIBLE EN EL FESTIVAL DE LITERATURA FILBA NACIONAL
En el encuentro que finaliza hoy en la ciudad de Santa Fe, Carlos María Domínguez, Diana Bellessi y Sonia Scarabelli dieron cuenta del modo en que el agua se convierte en usina de inspiración y reflexión. En el Foro Cultural Universitario abundaron las risas.
› Por Silvina Friera
Desde Santa Fe
La presencia del río en la literatura puede ser el lado “B” de muchas historias casi invisibles. El imaginario del agua en la construcción del espacio narrado está en continuo movimiento. Carlos María Domínguez, Diana Bellessi y Sonia Scarabelli, entre tantas otras pertenencias, tienen una extraña familiaridad con las aguas revueltas del Plata y del Paraná. En el Festival de Literatura Filba Nacional, segunda edición, que termina hoy en Santa Fe, el narrador argentino que vive en Montevideo confesó que desde la orilla uruguaya empezó a ver mejor. Antes de mudarse a Montevideo, el autor de Tres muescas en mi carabina y La casa de papel, criado en Olivos, a pocas cuadras del río, recordaba esa zona como un espacio festivo y de libertad. Por las noches, después de los bailes, se tiraba a fumar en la arena y a pensar en mundos posibles. “La clase media iba a veranear a las piletas de los clubes porque tenía miedo de infectarse con la negrada. El ‘cabecita negra’ iba al río”, evoca Domínguez.
Desde la otra orilla, se dio cuenta de la existencia de una fauna humana y real que conservaba tradiciones que se habían perdido del lado porteño. Se refiere a la costa de Colonia, con sus cazadores de pájaros, sus contrabandistas y hasta sus piratas; pero especialmente a la isla Juncal. Por esas vueltas de tuerca del destino, el escritor conoció a un primo de Julia Lafranconi (1890-1976), la Reina del Contrabando entre Argentina y Uruguay, celebrada en el cuento de Haroldo Conti “La balada del álamo carolina”. El narrador argentino viajó a Carmelo y a Palmira para ver si se encontraba con algunos de los nombres que mencionaba Conti. Y encontró mucho más. En Palmira habló con el Oriental, un pirata veterano de setenta y pico de años que le contó cómo era la piratería en el delta del Tigre. “Me dijo una cosa asombrosa –cuenta Domínguez, manejando el suspenso como un gran prestidigitador–. Cuando era niño, fue a la escuela. Pero se dio cuenta de que la escuela no era el ambiente para él. Tenía una madrina que le leía Huckleberry Finn y La isla del tesoro y descubrió que su misión en la vida era ser bandido.”
En el Foro Cultural Universitario cunden las carcajadas. “El delta, como todos los deltas del mundo, es un nido de contrabandistas y piratas; es un tipo de vida que, al margen completo de la ley, tiene que conseguir la sobrevivencia”, agrega Domínguez. El escritor está listo para disparar un dato que deja a más de uno boquiabierto. “Desde el punto de vista geológico, el Río de la Plata es un hecho transitorio. El problema de cómo dividir el río duró cien años. Los uruguayos lo querían dividir por el medio: ‘mitad para ustedes, mitad para no- sotros’. Lo que sabía el ingeniero Emilio Mitre –el nombre del canal por donde pasan los barcos– es que el río es un hecho transitorio que está condenado a desaparecer. Hay una realidad que es difícil de ver desde Buenos Aires y que desde la orilla uruguaya se ve mejor.”
Bellessi, autora de La rebelión del instante, subraya que entre las muchas pertenencias que reconoce, el delta del Paraná es insoslayable. “Decidí vivir allí y pasar largas temporadas. La escritura se alimenta de cómo uno vive día a día. La sensación de pertenencia del sujeto hace que coloree su escritura.” Scarabelli revela que a partir de su poemario Celebración de lo invisible el lento aparecer del río entró por la zona de atrás de la representación. “Primero empecé a escribir ingenuamente sobre el río. Nunca lo elegí: estaba ahí y un día lo vi.” Complejo es el tópico para Domínguez, que se fue convirtiendo en “uruguayo por adopción”. Durante mucho tiempo, en Buenos Aires lo apodaban el “uruguayo” y en Montevideo le adosaban el “porteño”. En los congresos le preguntan: “¿Lo anotamos como uruguayo o como argentino?” Luego de la duda, llegaba la respuesta: “Y... poneme en el medio del río”. La mayoría de su obra la escribió en Uruguay, siempre en relación con Argentina.
“Hay un problema con lo que llamamos la literatura rioplatense como pertenencia, porque la circulación y la identificación no es simple –-plantea el narrador–. Los uruguayos van a Buenos Aires a triunfar; los argentinos vamos a Uruguay a escondernos. Y esto es desde los tiempos de la Revolución de Mayo. Sobre esto se construye un imaginario literario donde las pertenencias son complicadas. Buenos Aires no necesita la cultura montevideana, pero Uruguay sí entiende que hay un espacio de vínculos con una conciencia mayor. De hecho, los libros argentinos llegan a Uruguay y los libros uruguayos no llegan a Argentina. Esto crea una desigualdad donde se dan cosas curiosas. Cuando Buenos Aires descubre a Jaime Roos, Mirtha Legrand le dice: ‘Esta música rioplatense que hacés’. Y Jaime le dice: ‘No, perdoname, esta música es uruguaya. Ya nos jodieron con el tango, otra vez no’. Buenos Aires es la reina del Plata, pero no hay un tango que hable de la ‘princesita’ Montevideo, que viene a ser una especie de Cenicienta en este cuento. La cultura del Río de la Plata todavía se está construyendo como pertenencia y no va a terminar de hacerlo hasta que Buenos Aires no se dé cuenta de que forma parte de una estructura mayor.”
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux