El tono campechano del escritor y editor Oche Califa, nuevo director cultural de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, elegido entre más de 2000 postulantes, deviene entre pícaro y burlón cuando intenta resumir el baile en el que se ha metido voluntariamente, cuando en septiembre pasado se postuló para el cargo. “Es un desafío que yo mismo busqué, no puedo culpar a nadie. Mi vinculación con la Fundación El Libro y con la feria viene de hace 14 años, como miembro de la comisión de actividades culturales, así que es una institución clave del sector del libro que conozco bastante. La verdad es que estoy muy contento, en este momento un poco apabullado porque me llaman de todos lados. Es un hermoso desafío y seguramente vamos a trabajar muy bien”, dice Califa a Página/12, y anticipa algunos de los escritores confirmados para la próxima edición de la feria, que se realizará del 23 de abril al 11 de mayo de 2015 y que tendrá a México D.F. como ciudad invitada: el irlandés John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras; el español Arturo Pérez-Reverte, la antropóloga y socióloga Michèle Petit, el colombiano Héctor Abad Faciolince, el mexicano Paco Ignacio Taibo II, los chilenos Raúl Zurita y Alejandro Zambra. Todavía no sabe qué escritor o escritora inaugurará la próxima edición, pero aclara que hay un listado con “muchos candidatos”.

Califa nació en Chivilcoy, el 4 de diciembre de 1955. El escritor, que vive en Buenos Aires desde 1978, es autor de más de veinte libros para chicos y jóvenes, entre otros Valseado del piojo enamorado, Canciones sin corbata, Monstruario sentimental, Cuentos más o menos contados, Los tres apuntes de Tim, El mejor de los mundos imposibles y Solo sé que es ensalada, libro reseñado por Pablo De Santis, quien plantea que Oche es “un filósofo de la paradoja” que “hace su poesía con esos instantes en que las cosas y las palabras se acusan mutuamente”. El hombre un tanto apabullado que se prepara para asumir como director Cultural e Institucional de la Fundación el Libro –que implica dirigir dos ferias: la de adultos y la infantil– es también director general de Depeapá Contenidos Editoriales.

–Sí, fue un momento de cierta conmoción la renuncia de Gabriela porque estábamos saliendo de una feria muy exitosa. Tuvimos este año una edición extraordinaria, en buena medida porque era una feria aniversario, y esta es otra de las cuestiones que nos plantea un desafío muy especial. Hubo un salto en números en todos los ítems, en asistencia de público, en visitantes del exterior, en cantidad de actividades culturales realizadas, en libros vendidos, que ahora es nuestro piso. La escala que tiene nuestra feria es descomunal. La Fundación tiene 40 años de organizar la feria, es algo inusual. Esta historia, esta experiencia, este caudal de pasado, es garantía de que, más allá de algunas dificultades, uno siempre sale hacia adelante con éxito.

–Sería demasiado soberbio de mi parte pensar que voy a llegar ahora, con tan poquito margen porque para abril faltan tres meses, a innovar personalmente en aspectos clave de la feria. Mi propósito es fortalecer la coordinación, asegurar algunas cosas, tratar de ver si hay algo que no estamos haciendo bien para intentar llevarlo al mejor grado posible de funcionamiento. Esta es mi función de acá a abril. Y después se nos viene encima la feria infantil. Uno de los desafíos importantes que tenemos es lograr momentos y espacios de reflexión más allá de la dinámica vertiginosa de las ferias. La Fundación El Libro no es una empresa que organiza eventos; por supuesto que los organiza y los organiza muy bien y hasta tenemos aspiraciones de seguir creciendo en ese punto. Pero básicamente tenemos que reflexionar en torno del objetivo fundacional, que es la promoción del libro, que es bastante más que hacer ferias, ¿no?

–Sí, va a continuar. Hay muchas actividades que funcionan muy bien, otras habrá que ver. Lo que viene será una especie de dupla entre la continuidad y la renovación.