Miércoles, 24 de diciembre de 2014 | Hoy
CINE › EL APOCALIPSIS, DIRIGIDA POR EL ESTADOUNIDENSE VIC ARMSTRONG
Por Ezequiel Boetti
No pasan más de diez, quince minutos desde el inicio de los créditos que ya es evidente hacia dónde irá El apocalipsis. Todo comienza con un periodista especializado en catástrofes naturales paseándose por el aeropuerto neoyorquino mientras recibe saludos y demás muestras de cholulaje, cuando una viajera lo increpa con una interpretación mística según la cual todo, pero todo es producto de la ira de Dios. Una rubia, muy bonita ella, salta desde el fondo del tumulto interpelándola con una pregunta inédita en la historia de los agnósticos: por qué pasan cosas malas si Dios existe. Después se sienta sola en una mesa y el periodista, ni lento ni perezoso, decide chamuyársela hablándole de religión. Así se entera de que ella es bastante cocorita porque mamá es ultrarrecontracreyente y papá... bueno, papá es un piloto de avión muy parecido a un actor en algún momento prestigioso llamado Nicolas Cage que recorre el mundo bajándose azafatas y al que ella piensa sorprender en el día de su cumpleaños. Lo sorprende, sí, pero apenas minutos antes de embarcarse rumbo a Londres para una suplencia asignada a último momento, tiempo suficiente para intercambiar algunos conceptos sobre, claro, Dios.
El enésimo eslabón en la cadena de proyectos impresentables que el sobrino trash de Francis Ford Coppola viene enhebrando con prodigiosa coherencia desde hace más de diez años continúa con él subiéndose al avión, el periodista integrando esa jungla de excentricidades que es la clase business (un obeso, un árabe, dos viejos, algún negro y hasta un enano gruñón digno de sketch de Jackass) y la hija visitando a mamá para hablar ¡de Dios! Ese es el panorama cuando repentinamente desaparecen millones de personas de la faz de la Tierra, desatando así la tan temida –y para muchos esperable– situación del título y, con ella, una vertiente del cine de catástrofes áreas noventosas (Turbulencia, Avión presidencial) encarnada en la emergencia del pájaro metálico y la viabilidad de un aterrizaje forzoso. Emergencia ante la cual todos estarán menos dispuestos a salvaguardar su integridad física que a cuestionarse mutuamente la fe y a qué dios rezarle. Diez mil metros abajo, ni siquiera una recorrida por todos los hospitales de la ciudad le impedirá a la protagonista un momento de distensión para intercambiar conceptos con un párroco.
La adaptación de la novela de Tim Lahaye y Jerry Jenkins apuesta por la apropiación de la simbología cristiana, convirtiéndose en otro exponente del cine de explotaition religioso. Pero a diferencia de Exodo: Dioses y reyes y Noé, que retorcían el relato hasta convertirlo en uno de aventuras clásico, aquí también se masifican –y magnifican– las intenciones doctrinarias para exhibirlas sin el más mínimo cuidado de las formas. La cereza del postre llega con la última escena, con la exposición definitiva del mensaje y la potencial apertura para una secuela. Que Dios nos libre y nos guarde.
Left Behind/Estados Unidos, 2014
Dirección: Vic Armstrong.
Guión: Paul Lalonde y John Patus, sobre la novela de Jerry B. Jenkins y Tim LaHaye.
Duración: 110 minutos.
Intérpretes: Nicolas Cage, Rayford Steele, Chad Michael Murray, Lea Thompson, Nicky Whelan y Cassi Thomson.
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