CULTURA › EL úLTIMO ADIóS A EDUARDO GALEANO FUE EN EL CONGRESO URUGUAYO
El gobierno uruguayo dispuso honras fúnebres para despedir al autor de Las venas abiertas de América Latina, y el presidente Tabaré Vázquez y su vice Raúl Sendic estuvieron presentes. La comitiva del Estado argentino fue encabezada por Teresa Parodi.
› Por Karina Micheletto
“Vuelan abrazos”, solía despedirse Eduardo Galeano en los intercambios epistolares o vía mail con algunos de los tantísimos amigos que supo cosechar con entusiasmo hasta el final de sus días. Tras su muerte, llorada en el mundo entero y en particular en América latina, esos abrazos volaron y se multiplicaron en forma de conmovedores testimonios de amor hacia un escritor con el que sus lectores establecieron una relación que, tal como quedó evidenciado, trascendía cualquier lejanía de la página impresa. El gobierno uruguayo dispuso honras fúnebres para despedirlo y el Salón de los Pasos Perdidos del Parlamento oriental se abrió para velar sus restos, ayer desde las 3 de la tarde, frente a un incesante desfile de amigos –así se sentían, invariablemente, quienes lo conocieron, ya fuesen lectores, allegados o íntimos–. Una comitiva enviada por el Estado argentino, encabezada por la ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi, viajó a sumarse a la despedida. Estuvieron también presentes el presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez; el vicepresidente, Raúl Sendic; el ministro del Interior, Eduardo Bonomi; la legisladora frenteamplista Lucía Topolansky, entre otros funcionarios y políticos orientales, y artistas y referentes de la cultura como Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti y Eduardo Larbanois.
El escritor y periodista uruguayo, que murió el lunes a los 74 años en Montevideo, había sido intervenido de un cáncer de pulmón en 2007, y posteriormente tuvo épocas en las que su estado pareció restablecerse. El lunes murió en un centro hospitalario, en el que había ingresado tras una de las muchas recaídas que venía sufriendo últimamente. Aunque en un primer momento se pensó en el Teatro Solís de Montevideo como sede del velatorio de sus restos, fue finalmente el Parlamento el lugar elegido para la última despedida al escritor. Allí también se rindieron honores a otros grandes artistas uruguayos, como el escritor Mario Benedetti, fallecido en 2009, o el artista plástico Carlos Páez Vilaró, que murió en 2014.
El imponente Salón de los Pasos Perdidos, ubicado en el centro justo del Congreso oriental –a la derecha la Cámara de Senadores, a la izquierda la de Diputados, detrás, la Biblioteca–, fue entonces el lugar en los últimos abrazos de adioses que volaron desde los familiares y amigos, rodeados de gran cantidad de flores y coronas, entre otras las enviadas por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner; la embajada argentina en Uruguay; el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y este diario, en el que Galeano escribió notas y contratapas que serán parte de lo que trascenderá. Sobre el ataúd del escritor, completaban este marco dos pequeños arreglos florales: uno con el escudo del Uruguay, otro enviado por Eugenio Zaffaroni.
“Con tristeza, vengo a rendir homenaje, a despedir a un gran uruguayo, a un gran latinoamericano y a un brillante escritor”, dijo Tabaré Vázquez frente a la gran cantidad de medios de todo el mundo que se congregaron en la puerta del Congreso uruguayo. “Escribió como vivió, nos dejó una lección de vida enorme.” El lunes, en medio de la conmoción por la noticia, no había pasado inadvertido lo escueto del comunicado con el que el presidente uruguayo dispuso las honras fúnebres. Es que el mandatario y el autor de Las venas abiertas de América Latina, que habían compartido una estrecha amistad en tiempos de la conformación del Frente Amplio, se habían distanciado después de que el escritor tomara postura en contra de la instalación de la polémica planta de celulosa en las orillas del río Uruguay, en 2007.
“La Presidenta nos envió en representación de un país hermano, a abrazar a la familia y al pueblo uruguayo todo, lamentando juntos la partida de este escritor tan emblemático para la construcción de esta patria grande que nos estamos dando en Latinoamérica”, expresó la ministra de Cultura, Teresa Parodi, en diálogo con Página/12. “Estuvimos acompañando a la familia, cuando llegamos, bien temprano; estaba también el vicepresidente uruguayo. Les transmitimos el enorme impacto que se vivió en nuestro país al conocerse la noticia. Vi a un pueblo llorando a un escritor que amó y admiró, muy conmovido, recordando sus frases. Eso me resultó muy impresionante: el modo en que la gente tiene clavada en sus memoria las palabras exactas de aquel a quien leyó y releyó, de aquel que formó parte de la vida de todos, a través de su palabra”.
El presidente de Cuba, Raúl Castro, se sumó a los testimonios que ya habían dejado públicamente sus pares de Brasil, Dilma Rousseff; Bolivia, Evo Morales, o los ex presidentes Pepe Mujica y Lula da Silva. “Con profundo pesar he conocido el fallecimiento del destacado intelectual revolucionario y entrañable amigo de Cuba, Eduardo Galeano”, expresó el mandatario en una nota fechada el lunes y publicada ayer por medios oficiales de la isla. “Le extiendo mis más sentidas condolencias que hago llegar a los familiares del inolvidable Galeano y al pueblo uruguayo que tan dignamente representó”, añade el mensaje de condolencias, que se suma a otros de la comunidad intelectual en Cuba, entre ellos la Casa de las Américas de La Habana –una institución con la que el escritor mantenía estrechos vínculos– y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
La Cámara de Senadores del Parlamento uruguayo guardó un minuto de silencio y expresó “su más hondo pesar ante la desaparición física de Eduardo Galeano”, a quien calificó de “brillante representante de las letras nacionales”. Más allá de las referencias oficiales, Montevideo todo lloró al escritor. Lo lloraron en el Café Brasilero, un bar tradicional de la Ciudad Vieja donde iba todos los días y por el que peregrinaba gente para saludarlo, charlar con él, llevarle libros para firmar o, incluso, dejárselos a los mozos con el encargo de la firma cuando el escritor no iba. Allí también, tras su muerte, surgió un espontáneo epicentro en el que la gente pudo dejar recuerdos, carteles o simplemente reunirse a llorar en compañía.
En el incesante desfile de gente del velatorio, alguien dejó junto al féretro un cartelito escrito a mano que dice (sic): “SIEMPRE VIVIRAS EN LA MEMONRIA DEL MUNDO. NUNCA MORISTE. HOY AS NASIDO GALEANO ASTAD SIENPRE. DIAZ”
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