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Viernes, 9 de noviembre de 2012

HISTORIETA  › “BARRIO GRIS” EN EL NUEVO NUMERO DE LA REVISTA FIERRO

Un imaginario que expandió sus fronteras

La historieta de Eduardo Maicas y Claudio Spósito llega a la tapa de la publicación que saldrá mañana. Se trata de una historia entrañable, marcada por el humor negro y la parodia, con una galería de personajes inolvidables.

 Por Lautaro Ortiz

Hay barrios que se fundaron a luz de la luna y otros, al costado del terraplén, pero hay uno solo (quizá el más real de todos) que nació dibujado: se llama “Barrio Gris”. Y es un refugio de ladrones, asesinos, timadores, viejas locas, prestamistas, artistas codiciosos, vampiros, engañadores profesionales y toda una fauna de impresentables más. Un lugar –delimitado por el humor absurdo y la parodia, por la mueca de la vida y la risa del infierno– que expandió sus fronteras de tal manera que sus creadores (Eduardo Maicas y Claudio Spósito) no dejan de asombrarse de haber alcanzado la tapa de la revista Fierro, edición 73, que mañana llega a los kioscos de todo el país junto a este diario.

Pero la dupla no estará sola, porque mientras ellos juegan un picado fantasmagórico titulado “Espíritu deportivo”, se le arriman dos nuevas series que darán que hablar: la documentada ficción histórica “Edén Hotel” de Agrimbau-Ippóliti (editado en Fierro al mismo tiempo que en Francia) y “¡México Lindo!”, de Fernando Calvi, que se mete con la historia de un yanqui escapando a la tierra de las calaveras de Posadas para evitar la muerte. Y además se completa –hay un capítulo imperdible de “Borges, inspector de aves”, de Lucas Nine– con dos que debutan: el actor Facundo Arana como guionista para el dibujante J. C. Quattordio, y la joven talentosa Gato Fernández con un relato sobre la infancia y los trenes. Como cierre de oro, una historieta inédita en el país de Carlos Trillo y el dibujante Félix Saborido.

Pero el único que da la cara y se sienta a hablar con este diario sobre historieta es el dibujante Claudio Spósito (1961) o simplemente Pipi, silencioso laburante –surgido de la mezcla y admiración de Robert Crumb y Will Eisner– que desde 1983 (cuando publicó por primera vez en la revista Feriado Nacional) viene dibujando sin preocuparse (es más, se ríe de eso) de la carrera desenfrenada que llevan algunos colegas por querer colgarse en la solapa de sus camisas la estrella de “autor”, brillante como la de un sheriff. No, Pipi es laburo, horas y horas frente al tablero, prueba y error, porque él sabe que así es como se hace y se disfruta de la historieta: “No hay otro secreto –dice–, sólo saber disfrutar mucho. Siento el placer de contar una historia en una ilustración o como historieta. Y aunque admito que me gustaría ganar más, no soy de los que persiguen esa estrella dorada; de hecho, en cuanto alguien me pregunta algo sobre cómo hice esto o aquello, largo todo el rollo, quizá tenga un docente dentro de mí. Como siempre digo, en la industria cultural soy un obrero especializado en historieta”. Un obrero que durante más de 25 años de trabajo demostró talento en publicaciones como Sex humor, Fierro, País caníbal (fue coeditor), Billiken, Humi, Para ti, Playbloy y muchos lugares más.

–¿Cómo fue la idea de fundar un “Barrio Gris”?

–Luego de haber hecho una historieta de dos páginas llamada “La calavera de Hamlet”, el suplemento Picado Fino de Fierro (que editó Diego Parés), mi guionista y amigo Eduardo Maicas me propuso hacer una historia un poco más larga pero autoconclusiva. Y arrancamos, y después de probar Maicas se entusiasmó. La idea de ambos era ambientar las historias como si fuera una película argentina vieja, de las que los dos veíamos por televisión. Y ahí le propuse mezclar Buenos Aires con los personajes de esas películas viejas y algunos otros que uno conoce en la vida, pero siempre con finales trágicos. Y así nació “Barrio Gris”.

–Mucho se habla del uso del blanco y negro, y del color, pero en este trabajo optó por el gris como patrón estético para esta historia. ¿Por qué?

–Lo primero que encontré fue una puerta para contar a partir de los grises. Ese color le da a la historia un clima que me gusta y, además, ayuda al desarrollo de los personajes que son siempre malos. El gris exige que los personajes deban ser muy fuertes, de gran carácter para completar el clima. Con Maicas nos damos manija diciéndonos cosas como “éste tiene que hablar como Angel Magaña en tal película”. Y como todo va camino al humor negro propuesto por Maicas, suceden escenas sangrientas y ahí, después del gris, asoma lo rojo. Además, a mí siempre me gustaron películas como Metrópolis, Citizen Kane, El tercer hombre..., esos climas logrados con claroscuros... y bue, se ve que me quedó y los toques de rojo o de amarillo me parece que garpan. Lo bueno es que el trabajar con Photoshop, el botoncito de “vuelva un paso atrás” me saca el miedo de equivocarme, es un poco como la red del equilibrista, mejor que no tenga que actuar, pero ahí está...

–¿Cómo es trabajar con Maicas?

–La relación con Maicas es buenísima porque somos amigos, nos podemos decir de todo, pero lo importante es que estamos en una sintonía de sensibilidad muy similar, casi idéntica. La continuidad del trabajo nos permitió armar, de a poco, un universo del barrio. Como le digo yo: “Eduardo, creo que le encontramos el agujero al balero”. Siempre nos juntamos en un café a tirar ideas y enseguida sale la ganadora, porque nos entusiasmamos y empezamos a soltar ideas y chistes. Hacemos un esbozo de la historia juntos y Eduardo se va con todo eso anotado en su cuadernito para darle forma al guión (cabe aclarar que su manera de hacer guiones es en cuadritos dibujados, que algunas veces me sirven muy bien de referencia), y listo.

–¿“Barrio Gris” saldrá en libro?

–Tenemos muy en claro cómo queremos que sea ese libro, que tenga algo más que la compilación de historietas que fuimos publicando en Fierro, queremos que sea lindo objeto, algo para regalar. Pero sinceramente, no nos ocupamos mucho por lograrlo, somos los dos bastante giles en ese sentido, no seguimos el tema, pero estamos, claro, dispuestos a escuchar ofertas.

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Claudio Spósito, o simplemente Pipi, se define como “un obrero especializado en historieta”.
 
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