Finalmente, la viuda más famosa del rock, Yoko Ono, salió airosa de la disputa judicial contra una distribuidora de videos norteamericana por una filmación privada de John Lennon en la que ensaya varias canciones, le da unas pitadas a su cigarrillo de marihuana, recuerda presuntas experiencias con la heroína y afirma que desearía ponerle ácido lisérgico al té de Richard Nixon, presidente de Estados Unidos en 1970, cuando se filmó el material, en la primera etapa de esplendor artístico de Lennon tras la separación de The Beatles. World Wide Video tenía planes de distribución (y comercialización, por supuesto) del registro, pero una jueza federal de Boston rechazó la demanda de la WWV contra Yoko. La distribuidora acusaba a Ono de violación de la propiedad intelectual por bloquear la difusión del video, pero la jueza consideró que la decisión de la viuda de Lennon fue totalmente legal. World Wide Video indicó haber comprado las diez horas de filmación –realizadas por el entonces marido de Ono, Anthony Cox– en 2000 por 125 mil dólares y la demanda se basaba en que consideraba tener el derecho de difundirla. Pero Yoko Ono demostró haber comprado el mismo material, dos años después, a un hombre de Florida por 300 mil billetes verdes. Si bien fue luego de la compra de la distribuidora, el peso del apellido fue más fuerte.