Desde San Miguel de Tucumán

El trazo obsesivo de la fibra expande el humo de las bombas lanzadas desde un puñado de aviones sobre la Plaza de Mayo en 1955. Miguel Rep, como en un golpe de ojo, hunde su fibra en la llaga del complejo sistema nervioso de los argentinos. En su Mural del Bicentenario, que se exhibe en el Museo Timoteo Navarro, exceptuando San Martín, casi no hay próceres. Las luces dicroicas de la sala alumbran detalles que sólo contribuyen a subrayar la deliberada puesta en escena que propone el artista. Un montaje que rehúye de la solemnidad para posarse desprejuiciadamente, por ejemplo, en las patas en la fuente de los obreros peronistas, que se refrescan y descansan, después de haber protagonizado la jornada del 17 de octubre de 1945. El impactante mural de catorce metros sintetiza doscientos años de historia.

Este caudal de imágenes se conecta sutilmente con la declaración final del Segundo Congreso Argentino de Cultura, que terminó ayer en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Donde los dibujos de Rep sugieren la imperiosa necesidad de articular, de no fragmentar los acontecimientos del pasado desvinculándolos del origen, las conclusiones de este encuentro planean en la misma dirección: la creación de un Consejo Federal de Cultura, la elaboración de una Ley Federal de Cultura y un incremento sustancial del presupuesto destinado al sector.

En el teatro San Martín, donde se cerró el Segundo Congreso, se anunció la creación del Consejo Federal de Cultura, organismo estratégico “para analizar y discutir políticas públicas federales e inclusivas”. Las autoridades culturales de todo el país se comprometieron a elaborar un estatuto que regule el funcionamiento del organismo y que establezca sus modalidades operativas y financieras. También se anunció la puesta en marcha de la elaboración de un anteproyecto de Ley Federal de Cultura, cuyo texto preliminar será redactado por la Secretaría de Cultura de la Nación para su posterior discusión. La cultura, señalaron los secretarios de Cultura del país, es una herramienta indispensable para la integración y transformación social. “Las políticas culturales deben ser impulsoras de la creatividad artística, constructoras de ciudadanía, generadoras de inclusión social y fortalecedoras de los procesos democráticos”, dijo el subsecretario de Gestión Cultural, Pablo Wisznia, quien leyó la declaración “San Miguel” con la que se clausuró el encuentro. “Es preciso impulsar con urgencia la modernización, autonomía y jerarquización institucional de las áreas de Cultura en todos sus niveles y propender a un incremento sustancial de su presupuesto, adecuándolo a las recomendaciones de la Unesco.”

En los foros hubo debates, coincidencias y síntesis sobre las acciones que deberán implementar las autoridades políticas culturales. Se propuso la creación de un Ministerio de Cultura de la Nación, que permitiría revalorizar la cultura en la agenda política; se acordó otorgar un apoyo explícito a la aprobación de la Ley Nacional de la Música, que se encuentra en estudio en la comisión de cultura de la Cámara de Diputados de la Nación, y también se mencionó la importancia que tendría la creación del Instituto Nacional de la Música. Un capítulo especial mereció la necesidad de una nueva ley de Radiodifusión, que prevea y garantice “la pluralidad de voces en los medios masivos de comunicación, la libertad de expresión, producción y difusión de mensajes a los actores sociales que no tienen presencia en los medios; que democratice la información pública y que limite la propiedad de los medios masivos de comunicación a las corporaciones privadas”.

Además se planteó la creación de un Registro Nacional de artistas hacedores de culturas por provincia y por disciplina, y de un boletín mensual regional al que tendrán acceso todos los ciudadanos a través de las páginas web de la secretarías de Cultura y de Turismo. Uno de los jóvenes que leyó las conclusiones de uno de los foros se ganó un aplauso por haber incluido un pedido naturalmente comprensible: “Que el próximo Congreso de Cultura no se superponga con el Día de la Madre”.

“¡Cuántas cosas, Tucumán, tenía unas ganas feroces de tocar acá!”, confesó el pianista Miguel Angel Estrella, que recibió la medalla al mérito Juan Bautista Alberdi del gobierno de la provincia de Tucumán, por su trayectoria en la música y por las tareas sociales que lleva adelante con la ONG Música Esperanza. “En este querido Tucumán, los presos tienen una actividad artística. El otro día cantaron de manera conmovedora”, recordó Estrella. “La música ayudó a esos hombres a sentirse mejor; por haber sido un preso político, conozco la obsesión de los presos que están todo el tiempo pensando ‘cuándo me liberarán’.” El pianista aseguró que tomó conciencia de su amor profundo por Tucumán con su experiencia de trabajo en la cárcel. “Son tiempos para construir; falta muchísimo, pero sabemos de dónde venimos.” Hilda García, del Consejo Federal de Inversiones (CFI), uno de los organizadores del II Congreso, agradeció “la hospitalidad impecable” de los tucumanos y agregó que el Bicentenario es una ocasión para evaluar qué pasó en materia de desarrollo, pero también “una oportunidad para proyectar el futuro”.

Un forastero llega a Tucumán y le pide a un amigo que lo lleve a conocer la universidad. El forastero recorre la Facultad de Medicina, el laboratorio. Pero finalmente el forastero le reprocha al amigo: “No me mostraste la universidad”. José Nun arrancó con esta anécdota para subrayar que, al igual que el concepto Universidad de Tucumán, las políticas culturales no son directamente observables. “Este Segundo Congreso es la manifestación genuina de la política cultural que llevamos adelante”, afirmó Nun. En un país culturalmente espasmódico, habituado a las interrupciones abruptas de planes y programas, el secretario de Cultura aclaró que uno de los principales logros de este Segundo Congreso ha sido el haberse realizado. “Es importante la continuidad de las iniciativas que se emprenden. Esto es crear instituciones”, aseguró Nun. En Tucumán hubo el doble de participantes que en el Primer Congreso, realizado en Mar del Plata en 2006. “Más calor, entusiasmo y fuerza de debate”, comparó el secretario. Nun mencionó que en la Argentina se suele decir que falta una oposición con ideas. “Lamento que un invitado haya tenido el atrevimiento de declarar que fue un congreso monocolor y filokirchnerista”, cuestionó Nun al senador nacional por la Coalición Cívica, el filósofo Samuel Cabanchik, por una declaraciones que hizo al diario La Gaceta. Cabanchik afirmó que se sintió “muy honrado por la invitación”, pero señaló que el encuentro estuvo casi reducido a un solo arco político –el kirchnerismo–, cuando debería haber abierto canales de participación más amplios. “Me sorprendió, incluso, no ver a muchos referentes culturales de Tucumán”, dijo el filósofo. “Con una oposición oportunista y mentirosa no vamos a avanzar muy lejos”, se quejó el secretario de Cultura de la Nación, quien estimó que antes de fin de año estará funcionando el Consejo Federal de Cultura. “Confío en que la Ley Federal de Cultura está aprobada para fines de 2009”, calculó Nun.

El gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, garantizó un presupuesto del 1 por ciento destinado a Cultura; la Legislatura de Entre Ríos acaba de aprobar el presupuesto para el próximo año la cifra recomendada por la Unesco para el sector cultural. ¿Habrá, lentamente, un efecto bola de nieve en legislaturas, intendencias, provincias, en la Nación? Quizás en San Juan, provincia que se propuso para ser la sede del Tercer Congreso en 2010, se pueda comprobar en qué punto exacto estará ese efecto bola de nieve.