Bob Fosse se adueñó de la palabra “cabaret”. Pero ese mundo en que el nazismo crecía como música de fondo de otra música, la que creaban compositores como Kurt Weill, Spoliansky, Hollaender o Goldschmidtt, tuvo una complejidad y una riqueza estética que va mucho más allá de los meros colores oscuros de la noche berlinesa en los años ’30. La ironía, el sarcasmo, las alusiones políticas y apelaciones sumamente explícitas a la sexualidad se daban la mano en el repertorio de esos clubes de la República de Weimar, no sólo con las músicas populares del momento sino con verdaderos experimentos que algunos autores realizaban alrededor de la reivindicación del arte del pueblo. La mayoría de estos autores fueron, desde ya, prohibidos a partir del ascenso al poder del partido Nacional Socialista, y muchos de ellos –los que no lograron emigrar, como Weill, que continuó su carrera en Broadway– fueron víctimas de las persecuciones y caracterizados como “músicos degenerados”.

Hoy a las 20.30, en Villa Ocampo, un verdadero seleccionado musical y teatral revivirá este repertorio con el título Weimar Varieté. La vieja casona de Victoria Ocampo, situada en Elortondo 1811 (altura de Avenida del Libertador 17.400), que actualmente pertenece a la Unesco, será el escenario de un espectáculo en que la excelente cantante Adriana Mastrángelo (que abrió la temporada del Teatro Colón el año pasado, como una notable María en la ópera Wozzeck, de Alban Berg), junto a la extraordinaria pianista Haydée Schvartz, son dirigidas por Rubén Szuchmacher. Las entradas se venden en la propia Villa Ocampo, en las sucursales de San Isidro y Palermo de La Boutique del Libro y, también, en las dos de Zival’s, en Callao y Corrientes y en Serrano 1445.