Hace un par de años, estos japoneses locos coparon los canales de música. Cantaban un tema de Leo García, pero convirtiendo el estribillo de aquel hit –“Morrisey”– en un himno rocker que reivindicaba a Megadeth. En pocas semanas la canción se convirtió en número uno de los puestos MTV. Hasta aparecieron tipos de corbata que prometieron bancarles un disco y al final los bicicletearon. Por supuesto, no tuvieron en cuenta que la paciencia oriental es infinita: en lugar de dejarse invadir por la bronca y salir a quemar mueblerías de Flores, Los Parraleños decidieron persistir y están dispuestos a demostrar que su potencia cumbio-metalera está más viva que antes. Tocarán mañana a las 17 en Parque Roca (Av. Roca 3490), en una fecha que también tendrá como protagonistas a Los Auténticos Decadentes y a Bahiano, como parte del ciclo Cultura para respirar, organizado por el Ministerio de Cultura de la ciudad. De yapa, se vienen con una nueva placa y un video que retoma el espíritu de aquel recordado clip donde se los veía alternar ropa de geisha con cuernitos heavy.

No siempre se maquillaron. El grupo se formó en los noventa, cuando amigos provenientes de distintas bandas de rock –RIP y Tintoreros, principalmente– se reunieron para amenizar eventos de la comunidad japonesa. Se autobautizaron “El Pelado Sosa y sus Parraleños”, homenajeando de un solo saque –o sake– a los Redondos y a un vino en damajuana que se llamaba “Parrales de Chilecito” y les brindaba inspiración antes de salir al ruedo. Hasta ahí, subían al escenario con un look más o menos corriente. El cimbronazo llegó en uno de los Lentejones bailables que hicieron en San Telmo. Eran veladas en las que con la entrada uno ganaba el derecho a comerse un plato de lentejas; y quién sabe si fue el aroma de las legumbres cocidas o el sonido de las guitarras crudas lo que atrajo al ejecutivo de una importante productora, que quiso bombardearlos a preguntas. Mariano Takara, el cantante, le relató un poco de qué iba la propuesta. Y como no quería dejar pasar la oportunidad de impresionarlo, agregó: “Ah, y también nos pintamos como Kiss”.

A los pocos días, el VIP los contactó de nuevo para armar un show. “Vienen pintados, ¿no?”, indagó. “Obvio”, retrucaron ellos. Takara –que al igual que sus compañeros tiene rasgos orientales pero habla como cualquier porteño– rememora aquel trance con los giros callejeros de cualquier rockero barrial. “Ropa de Kiss no teníamos, maquillaje tampoco. Al final pedimos a nuestras abuelas que nos prestaran unos camisones símil kimono y nos pusimos la cara blanca con pasta que venía en un pomito para decorar tortas.” De ahí en adelante hubo exposición, giras, sushi y fernet. Incluso fueron nominados como banda “Revelación del Año” en los premios MTV Awards 2002. Al final el galardón fue para Bandana, un poco porque los Parraleños eran de otro palo y otro poco porque no se atrevieron a usar faldas más cortas que las de las popstars.

Ahora llega la revancha. Los casi nipones están preparando un nuevo CD que tendrá como título Humo sobre la plancha o Vestidos para planchar. O quizá se llame, directamente, Con sabor metálico. “En ese último caso la tapa va a ser un pastel de papa en molde de aluminio”, define Takara. En la otra silla Santiago –el tecladista, que se ha hecho conocido porque sale en el programa de TV El muro infernal encarnando a un japonés de apellido Kurosawa– añade: “Y le vamos a poner un poco más de distorsión, sin salirnos de la diversión. A la mayoría de nosotros nos gusta el heavy, y a la vez la clásica joda de Alcides, Sebastián y Ricki Maravilla. Hemos probado hacer estas músicas tropicales que se hacen ahora, pero no nos sale ni en pedo. Evidentemente lo nuestro es la cumbia samurai”. En YouTube y en www.pa rralenos.com.ar ya se pueden escuchar “Mazinger Z” y sobre todo “Este Verano”, que ya tiene video y empezará a pasearse por las pantallas en los próximos días.

A esa altura de la tarde, ya con las cervezas diezmadas, empiezan a caer los otros Parraleños. El primero que llega es uno de los guitarristas. Raro, tiene ojos rasgados y rulos; por eso le dicen “Afro”. El comenta que acaba de dejar pasar una oportunidad imperdible para armar un dúo de curiosidades, porque vio pasar por la vereda a una china enana. “La única forma de lograr esto es entre amigos –sintetiza el vocalista–. Nos pasa de estar ensayando y que uno de no-

sotros meta un arreglo que es de un jingle, o de un tema bizarro. Terminamos tentados de risa, diez minutos en el piso. No sé cómo describir eso. Conexión, lo que sea. Nos reímos un poco de nosotros mismos. Los argentinos somos de hacer eso, ¿no?”