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Sábado, 24 de enero de 2009

MUSICA › ELTON JOHN Y JAMES BLUNT ACTUARON EL JUEVES EN BUENOS AIRES

Canciones para corazones abatidos

Uno es la vieja gloria y el otro su heredero. Uno recorre confiado su pasado y el otro recurre a gestos demagógicos. Ambos mostraron lo suyo en la cancha de Boca y ante una multitud.

 Por Matías Córdoba

James Blunt lo dio a entender sobre el escenario, el jueves, en el Estadio de Boca Juniors, ante 25 mil personas: Elton John es su maestro. Y el creador de baladas multimillonarias como “Your Song” o “Can you Feel the Love Tonight”, talla a su modelo perfecto, lo moldea para convertirlo en su un heredero artístico. Después de haber pasado por Brasil, Elton John, con 60 conciertos en la espalda durante estos últimos doce meses, llegó al país luego de dieciséis años. Y la apertura de los shows en América latina estuvo a cargo de Blunt, a quien con una hora y cuarto de música le alcanzó para dejar con la garganta quemada al sector joven del público. Ese público que se acercó para oír “You’re Beautiful”, una balada empalagosa que conquistó el mundo un minuto después de haber sonado por primera vez en las radios inglesas.

Blunt cumple perfectamente el papel de frontman. Su banda no muestra demasiado. Se nota que el inglés, autor de “1973”, canta con entusiasmo, con un histrionismo exagerado, que sabe moverse sobre el escenario. Es ampuloso, golpea los platillos de la batería con los pies y salta de una tarima a otra con las piernas abiertas cuando se encuentra en un trance rockero. Esos gestos son los que lo diferencian de Coldplay o Keane. También conquista por su currículum: formó parte de las fuerzas de paz de la OTAN, en Kosovo. Fiel a su estilo, baja al campo, deja al grupo improvisando, y corre sobre la platea VIP. Todos lo abrazan, lo manosean un poco. Sobre el final de su concierto se pone la camiseta de la Selección, alcanzada por un ayudante, con un diez y un james blunt en la espalda. Ante los aplausos de despedida, besa la camiseta. Oportunismo. Gritos generalizados.

Elton John parece haber dejado los problemas que lo mantuvieron durante un tiempo en los titulares sensacionalistas ingleses. The Rocket Man Tour lleva dos años girando por el mundo y la última vez que había tocado en el país fue en el estadio de River Plate, en 1993. Tuvo la decencia de no ponerse la camiseta de la Selección. Tal vez por los años de experiencia. O por su desenfrenado capricho por la moda. El del jueves fue un show de dos horas y media, en las que incluyó aquellos clásicos que lo mantienen vivo en escena: “Sacrifice”, “Candle in the Wind” y “Don’t Let the Sun Go Down on me”. Son composiciones que también mantuvieron expectante al público, bastante frío durante los pasajes más experimentales del recital. A Elton John lo acompaña una banda impecable: Guy Babylon (teclados), Bob Birch (bajo), John Mahon (percusión), Nigel Olsson (batería) y un excelente Davey Johnston (en guitarras de seis y doce cuerdas y banjo). Todos, con un mismo tono, reproducen el estilo setentista inglés, de glam rock, para esos clásicos que aparecen oportunos, justo antes de que el recital caiga en una marejada de sonidos sin sentido. Es que parecería que Elton John necesita volver a la década que lo hizo millonario e infeliz: ahí, en los ’70, donde produjo lo mejor de su obra, lo más solvente, lo menos pretencioso, fue realmente un tipo verdadero; cuando se rodeó de gente del rock and roll y participó de Tommy, la grandiosa película de Ken Russell sobre la ópera rock de The Who. Fueron esos años peligrosos donde publicó discos resonantes: el extraordinario Elton John (1970), Friends (1971), Honky Chateau (1972) y Goodbye Yellow Brick Road (1973).

Esa marca epocal intenta estar presente en sus recitales. Y en éste lo logra de a ratos. Hiere con versos tristes, con arreglos ostentosos, a veces desmesurados. Sus canciones son el cazador perfecto de corazones abatidos. Por eso surten efecto baladas como “Levon”. Y Elton John se da cuenta: al terminar cada canción recorre el escenario, envuelto en un saco negro y camisa turquesa, para saludar al público. Lo señala, lo aplaude. Hasta tiene tiempo de sentarse, de hablar con el público. “De aquí es el mejor jugador de fútbol del mundo: Lionel Messi”, arroja. Las tribunas lo aplauden. Suena “Your Song”. Y eso es como un adiós.

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Elton John rinde culto a su época de oro, en los ’70.
Imagen: Vera Rosemberg
 
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