CENTRO CULTURAL RECOLETA
Bodas de plata para un clásico porteño
Lo celebrará este viernes con una muestra que recorrerá su riquísima historia.
Por Oscar Ranzani
Si bien nació durante la época de la dictadura, el Centro Cultural Recoleta creció y evolucionó durante la democracia que lo rebautizó, inclusive, con ese nombre. El pasado de este edificio con fachada rosa, ineludible a la vista de quienes pasean por Plaza Francia, es de muchos años más que los 25 que celebra este viernes. Data del siglo XVII, cuando era ocupado por los monjes recoletos; en el siglo XIX se convirtió en la escuela de dibujo Manuel Belgrano. Más cerca en el tiempo, el edificio pasó a ser el Asilo de Mendigos y su último destino antes de que la cultura se adueñara de sus cimientos fue el de Hogar de Ancianos General Viamonte. Este viernes el Recoleta se vestirá de gala para celebrar sus bodas de plata y para celebrarlo se inaugurará a las 19 una exposición con mil fotografías que retratan su vida a lo largo de estos años.
“Es un claro exponente de la democracia que creció al ritmo de la participación ciudadana”, define el secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López, sobre el C. C. Recoleta. López recuerda que actualmente circulan por allí más de un millón de personas al año y que el prestigio que tiene está relacionado también con su carácter público y, a la vez, porque “permitió y garantizó la libertad de expresión y de pensamiento de todos los sectores. Por el Recoleta pasaron todos: de todos los colores, de todos los signos, tanto en expresiones artísticas como políticas”.
Las fotos fueron seleccionadas entre unas nueve mil que tiene el Centro, además de las recabadas en archivos de diarios, de artistas e, incluso, de empleados de la institución. Hubo un criterio para elegirlas: contrariamente a lo que se puede suponer, la idea fue que en ninguna hubiera obras de arte, sino que a través de ellas pudiera conocerse la vida interior del Recoleta. Algunas de las tomas reflejan las modificaciones que sufrió el edificio desde que los tiempos en que funcionaba como hogar de ancianos y las distintas etapas de su crecimiento como centro cultural. Otras muestran las oficinas que lo componen, los trabajos que se realizan periódicamente, desde el preparado de los montajes hasta un día de limpieza. Y todo lo que le da vida: desde la toma de una cola de público para ingresar en una sala hasta las imágenes de artistas charlando en las terrazas.
Además se van a proyectar tres videos. Uno de ellos incluye testimonios de los arquitectos –Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit– que remodelaron el Recoleta, de los ex directores y de personajes emblemáticos. En otro se puede ver un collage de numerosas fotos que no están en la muestra e imágenes de publicaciones, catálogos y programas históricos. El tercer video muestra a los trabajadores que explican quiénes son y qué funciones cumplen. “La idea es vincularnos aún más y que también la gente se vincule más a nuestra vida cotidiana que es el Centro”, expresa la directora Nora Hochbaum. “Queremos compartir algo que es muy rico para nosotros –agrega–: el proceso hasta llegar al producto final. Ese proceso que tiene alegrías, discusiones, intercambios y un día a día. Sentimos que al público le va a entusiasmar mucho eso. Siempre es lindo conocer lo que hay detrás de lo que uno ve, ese espíritu curioso que tenemos todos lo vamos a poner al descubierto a todo el público.”
“Este centro cultural que fue casi embrionario hace 25 años, hoy se ha instalado muy fuerte en el imaginario colectivo de la sociedad, porque es un lugar donde va muchísima gente, un lugar donde el público y los artistas se siente dueños y donde la variedad y la jerarquía de las exposiciones que se han realizado en los últimos tiempos lo han convertido como un referente no sólo en la vida de las artes plásticas que es su fuerte sino también en cosas de vanguardia”, subraya Silvia Fajre, subsecretaria de Patrimonio Cultural. A través de esta dependencia comenzará una nueva etapa en las obras de remodelación del Recoleta: el hall, el Patio de los Tilos, el auditorio Aleph, la recuperación de las terrazas y una nueva entrada por Azcuénaga.
Entre las muestras más convocantes del Recoleta pueden mencionarse la Bienal de Arte Joven (1989) y la primera edición de Arte BA, que trazaron un camino de masividad. Otras son la Muestra del Siglo XX (2000), con 270 mil visitantes, y la Muestra de las Vanguardias Rusas (2001), que convocó a 137 mil asistentes. La Muestra Iconos (2000) le mostró a 148 mil personas unos 200 íconos históricos de Rusia y la de homenaje al involvidable Tato Bores (2002) tuvo una concurrencia de 150 mil personas. Otras muestras muy convocantes fueron Arte al plato (2003) –que recogió el vínculo entre el arte y la alimentación– y A 40 años de la Bienal de Venecia, en homenaje a Antonio Berni (2002), que fue vista por 67 mil personas. Inolvidable en el recuerdo de los porteños es la Muestra Retrospectiva de León Ferrari, a la que asistieron 80 mil espectadores.