Martes, 21 de abril de 2009 | Hoy
NUBIA MACíAS, DIRECTORA GENERAL DE LA FERIA DEL LIBRO DE GUADALAJARA
La periodista y socióloga mexicana vino a presentar el nuevo Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco. Pero su charla fue más allá y apuntó a la necesidad de implementar nuevas maneras de encarar la edición de libros en Latinoamérica.
Por Silvina Friera
Nubia Macías saluda a los periodistas y apenas empieza a hablar se percibe en el ritmo y el tono de sus palabras una intensidad excepcional. Si Max Weber viera a esta periodista y socióloga mexicana que nació en 1966 en San José de Gracia (Jalisco) y que desde 2003 es directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), no dudaría en calificarla de líder carismática. Con su cara de niña, su cuerpo categórico y expansivo –que amenaza con escaparse del tailleur rojo puesto a presión– y una electricidad juvenil desaforada, Macías llegó al país para poner el cuerpo, algo que sin duda sabe hacer muy bien, y acompañar la difusión del nuevo Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco, organizado por la Fundación Santillana con la colaboración de la FIL. El tema será el Bicentenario de las Independencias de América latina desde cualquier enfoque académico y metodológico. El premio es de 100.000 dólares, el plazo para presentar originales vencerá el próximo 15 de mayo y el jurado está presidido por Carlos Fuentes. “Desde cualquier trinchera hay que impulsar la escritura. El ensayo es uno de los géneros menos aprovechado en toda Iberoamérica, no así en los países europeos. La idea es que los estudiosos de las ciencias sociales puedan tener un tema de trabajo que les permita apostar por el premio”, dice Macías, una de las mujeres más aguerridas del mundo del libro.
“Ahora más que nunca lo que hay que impulsar es la calidad literaria en cualquiera de sus formas de expresión”, explica Macías a velocidad crucero. “Como Feria somos una institución muy peculiar, porque no dependemos de ningún actor de la cadena productiva del libro, sino de la Universidad de Guadalajara, la segunda más importante del país. Hay una obligación moral de difundir las manifestaciones literarias; creemos que es fundamental que lo hagamos en todo el continente para que la mayoría de los latinoamericanos se den cuenta de que el premio existe y participe.” El fallo del jurado se hará público en un acto que se celebrará el 10 de septiembre en Guadalajara. La obra galardonada, que será editada por la editorial Taurus y se comercializará en América latina, España y EE.UU., se presentará el domingo 29 de noviembre en la FIL. “La mayoría de las casas editoriales han apostado por la novela y eso hizo que géneros como el cuento y la poesía hayan perdido terreno. Creo que es un fenómeno puramente comercial y coyuntural”, opina Macías. “En tiempos donde mucha gente busca la inmediatez informativa, se necesita reflexión. Y el ensayo nos permite reflexionar. No es lo mismo leer mucho que reflexionar sobre lo que has leído. La inmediatez le ha quitado contenido a la lectura, y en este sentido es importante que se impulsen premios de esta naturaleza.”
Macías plantea que el ensayista y cronista Carlos Monsiváis es un fenómeno en México. “Es un personaje que todo el mundo quiere leer, escuchar, tocar y ver. En la Feria de Guadalajara lo tenemos que pasar por unos pasillos secretos porque la multitud no lo deja entrar al salón”, revela. Macías reconoce que con la poesía sucede lo mismo que con el ensayo. Y cuenta una anécdota que la pinta de cuerpo entero. “El año pasado inventamos el salón del poeta en la Feria. Decidimos que tenía que ser un salón elitista, podía entrar sólo quien tuviera cita. Todos los días había un poeta, pero la gente tenía que reservar. Cuando lanzamos la convocatoria para las reservas, la gente se amotinó porque no la dejábamos entrar. Y supo que la poesía tiene un valor agregado que hay que reservar. Lo que tenemos que hacer es volverle a la gente las cosas prohibitivas para que reconozcan el valor que tienen.”
¿Cuántos libros lee un mexicano?, pregunta Página/12. “Hay un dato muy malo sobre los índices de lectura, que da la Unesco a través de la producción editorial de la industria local, más las importaciones de libros, con lo cual da un libro y medio por habitante por año –explica–, cosa que es mentira, porque eso son los 150 millones de ejemplares que se producen o compran en México, y no cuentan bibliotecas y los libros que no se vendieron en años anteriores.” Hace dos años el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Cámara Mexicana del Libro hicieron un estudio y el resultado arrojó que se leen 2,8 libros por mexicano. “Tampoco es una referencia, desde mi punto de vista, porque se hizo en ciudades en función de la cantidad de librerías que tenemos”, aclara ella. “Guadalajara, con la Feria y el incremento de la presencia de las editoriales, tiene elementos importantes como para haber aumentado los índices de lectura. La gente que lee en México lee mucho, y la que no lee, por desgracia, no lee nada. Lo importante es valorar la calidad de lo que se está leyendo, por eso es arriesgado hablar de cantidad de libros leídos.”
Según Macías, los e-books no representan ningún peligro para el libro impreso. “El libro es un objeto perfecto, es muy difícil que pueda ser desplazado, lleva 3000 mil años existiendo. La lectura lúdica se mantendrá poderosamente en papel impreso. Seguiremos siendo la generación que todavía vivirá con el papel. Todos los soportes deben ser bienvenidos y hay que saber utilizarlos. Los jóvenes reciben tal cantidad de información que obligan a los adultos a hacerlos reflexionar sobre esa cantidad de información. El libro les permite leer una página y pensar en lo que leyeron. En la pantalla cambian de página con tal velocidad que no alcanzan a pensar. Pero hay que impulsar todos los soportes en la medida en que se lea”, admite.
¿Qué nos hace falta a los mexicanos y latinoamericanos? “No sabemos comercializar los derechos, estamos acostumbrados a ser receptores de los derechos, muy influidos por cómo se mueve España, que casi siempre compra los derechos universales del español”, plantea Macías. “Somos la única lengua que se maneja como un único país, al inglés no le pasa. Un inglés nunca vende un libro para el mundo entero, lo va parcializando”, compara. “A los latinoamericanos nos hace falta saber vender.” Después del cross a la mandíbula, la directora de la FIL prosigue con su diagnóstico. “Un libro de un autor argentino es muy difícil que llegue a México o a Colombia, hay que diversificar el mercado. Hace cuatro años que en la Feria tenemos un salón de derechos y formamos a la gente en la compra y la venta de derechos regionales en nuestra lengua. Lo importante sería que empecemos a negociar mejor con España para coeditar aquí, para imprimir aquí, para vender nuestros derechos y distribuirnos por el continente.” Macías subraya el papel clave de la profesionalización. “Es importante contribuir a que la gente tenga una disciplina en esta área, a descubrir que vender derechos, ceder derechos, coeditar, es negocio también. Mucha gente cree que sólo vendiendo libros se hace negocio. Es importante que demos el salto no sólo para ser receptores de la literatura y el ensayo que nos quieran vender desde cualquier parte del mundo, sino que seamos también exportadores de contenido.” Optimista, Macías dice que ahora está tomando las riendas una generación de editores que quiere la diversificación. Pero advierte: “Si como latinoamericanos queremos que nuestros autores se lean, tenemos que aprender a comercializarlos”.
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