Martes, 21 de abril de 2009 | Hoy
OCHENTA AñOS DEL NACIMIENTO DE ARMANDO TEJADA GóMEZ
Por Karina Micheletto
Hoy cumpliría 80 años Armando Tejada Gómez. Poeta y letrista, puntal de aquel movimiento renovador que fue el Nuevo Cancionero de los ’60, junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa y Tito Francia, entre otros, con epicentro en su Mendoza natal. Militó por aquello de “toda la piel de América en mi piel” que propugnaba en su himno “Canción con todos”. Con un origen muy humilde –que hoy correspondería a la calificación “por debajo de la línea de pobreza”– aquel chico de la calle que casi no fue a la escuela, pero se apasionó con la lectura y el conocimiento, llegó a ser diputado nacional, a entrevistarse con Mao Tse Tung o Fidel Castro, entre otros referentes mundiales, a tener una cátedra en la Universidad de México, a ganar premios internacionales. Y, sobre todo, multiplicó su voz a través de obras como “Canción con todos”, “Fuego en Animana”, “Canción para un niño en la calle” o “Zamba del laurel”.
El recordatorio del cumpleaños de Tejada Gómez incluye celebraciones en Mendoza, donde su hija, Paula Tejada, con la Secretaría de Cultura de la provincia, ideó una serie de encuentros que buscan reunir la obra del poeta con la de noveles escritores mendocinos, y en Rosario, donde el periodista Marcelo Nocetti organizó una juntada musical en el espacio El Aserradero. Los mejores homenajes, claro, suenan además todos los días en las canciones que interpretan tantos. Hubo otros recordatorios en estos años: en 2007 el sello B&M editó la obra Vigencia, un trabajo de recopilación encarado por la familia de Tejada, al frente del cual estuvo la hija del poeta, Gloriana Tejada. La obre reúne en una antología de tres CD buena parte de los recitados del poeta, más un cuarto CD multimedia con su obra y biografía, filmaciones desconocidas, fotos, reportajes y testimonios de quienes lo conocieron.
La profesora de Literatura Dora Giannoni, quien fue pareja del poeta, editó la biografía Poeta del viento (Editorial Patria Grande), que revela aspectos poco conocidos de la vida de Tejada (que en muchos sentidos “fue una novela”, como advierte la autora), pero también rescata y analiza su obra literaria, e incluye una cantidad de testimonios de compañeros de ruta del mendocino. Hijo de un tropero que murió cuando él tenía cuatro años, penúltimo de 24 hermanos, Tejada Gómez fue canillita, lustrador de zapatos y obrero de la construcción, y su educación formal se limitó a tres meses de escuela rural primaria. Se reconocía autodidacta, aunque eso no lo enorgullecía, tal como explica en una de las entrevistas incluidas en la antología Vigencia: “¿Qué tal si hubiera tenido colegios, y que tal si hubiera tenido maestros?”, decía. “Me dicen que hubiera sido otro adocenado. ¿Seguro? No. Porque eso es la ruleta rusa. Que mis hijos no estudien, total son genios. El cuento del genio es un soborno. Hay que estudiar, hay que tener maestros. ¿Qué hace el maestro? Te ahorra todo el camino que él hizo. Vos partís del maestro. Yo partí de mí”.
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