OPINION
Cosas que algunos tienen que decir
Por José Pablo Feinmann
Rep dibuja reflexiones. Rep es invitado por los escritores a esas citas que hacen para hablar de literatura. Rep dice cosas que otros no dicen. Rep tiene dos dibujos –entre tantos otros– que son excepcionales. Si rescato dos es porque fueron los que más me sacudieron, por así decirlo, las tripas. Uno salió hace tiempo. El otro, ayer.
En el primero se veían dos construcciones arquitectónicas: el Estadio Mundialista de River Plate y el edificio de la ESMA. Este dibujo forma parte de una novela que publiqué en 2003 bajo el título: La crítica de las armas. Cito un párrafo: “De las dos (construcciones) surgían gritos poderosos. En verdad, de una surgía un solo grito. De la otra, varios. Del Estado Mundialista el grito era unánime, era el grito hermanado del pueblo de la nación: ‘¡¡¡Gooooolllll!!!’ De la ESMA surgían múltiples gritos, todos distintos, todos expresando el dolor, la vejación: ‘¡¡¡Ayyyy!!! ¡¡¡Arrrrgh!!! ¡¡¡Aggg!!!’. ¿Oían los torturados de la ESMA el grito sagrado de los hinchas de la selección militar? ¿Oían –querían oír– los hinchas de la selección militar los gritos de los torturados de la ESMA? Lo que torna incómoda esta cuestión (incómoda, no para las víctimas de la ESMA, sino para los festivos hinchas del ‘matador’ Kempes) es la obscena cercanía de los dos lugares”. El texto sigue. Se trata de una novela que incluye entre sus temáticas la de la culpa colectiva de los pueblos. Y, por fin, dice esto: “Cuando un pueblo está a quinientos metros del horror y, aun de ese modo, salta de alegría, tiene que preguntarse, entonces, qué es, qué fue ese día, qué relación estableció –ante semejante cercanía espacial– entre su conciencia moral y la ética de los asesinos”. Le pedí el dibujo a Rep. Mi intención era publicarlo en la novela. Nos desencontramos (por culpa de una de mis tantas distracciones) y no pudo ser. Pero, de todos modos, allí quedó, descripto por el narrador.
Ahora Rep publica otro dibujo. Es un tipo desnudo que larga un grito de hartazgo. “¿Saben qué? Me tienen las pelotas llenas con Maradona”. Al pie del dibujo, Rep escribe: “Alguien lo tenía que decir”. Alguien tiene que decir lo incómodo. Lo que nadie dice. Alguien tiene que estar en contra de un circo perpetuo que todos apoyan. Del que todos gozan, de una u otra manera, ingenuamente, auténticamente o del modo más perverso. Alguien tiene que decir que contra los ingleses Maradona hizo dos goles muy, pero muy diferentes. En uno se apiló a medio equipo inglés. Y utilizo deliberadamente el verbo apilar porque era el nombre que el verdadero Borocotó, el padre del diputado-vergüenza, usaba para sus crónicas. Apiladas, así les decía.
Maradona, sí, se apiló a un montón de ingleses y la puso en el arco. Fue glorioso. El otro, el de la mano de Dios, fue una picardía criolla, una más de las tantas picardías criollas con las que llegamos a ser un gran país. Ese gol fue una mierdita bien armada. La pelota era del arquero inglés. El tipo había salido bien. Pero el Diego metió la mano y vengó la humillación de Malvinas. ¡Qué piolas que somos! ¡Qué grande el Diego!
Ahora lo declararon el (creo) mejor conductor televisivo del año y le dieron qué sé yo cuál plaqueta de oro. Se la dio la otra diva del país liviano y bobo. Del país cuyo riesgo-país ya no se mide, por suerte. Pero su riesgo-pelotudo es infinito, por desgracia. Ahora, también, tuvo otro lío en Brasil. Uno más: como cuando salió con un rifle a balear periodistas que, en efecto, le tenían tan llenas las pelotas como él se las tiene llenas a Rep. Un policía (dice la noticia) lo apuntó con un revólver y el Dios de la Mano Divina (él) le dijo: “Tirá que vas a ser famoso”. El síndrome John Lennon.
Y nada más. O sí: esta nota no es antipopulista. No soy Sebreli. Amo el fútbol, pero Maradona, que ya no lo ejerce, sigue jugando de cualquier cosa en un partido que muchos no queremos ver y nos lo imponen a cada rato, agobiantemente. Un partido del que podemos decir, con el entrañable Rep, que nos tiene repodridos. Que nos tiene ¿Saben qué? Con las pelotas llenas.