Sábado, 12 de septiembre de 2009 | Hoy
TOM FORD PRESENTó SU DEBUT A SINGLE MAN EN LA MOSTRA, QUE TERMINA HOY
La película del célebre diseñador de modas fue la última en ser exhibida en la competencia oficial del festival italiano. Todavía no se vislumbran claros favoritos para alzarse con el León de Oro, que se entregará hoy, pero Ford ya se llevó el León Gay.
Por Kaleem Aftab *
Desde Venecia
Con su debut cinematográfico A Single Man, Tom Ford demuestra que es un estilista en la silla de director, igual que cuando cambió la suerte de Gucci en los ’90. Han pasado cinco años desde que el diseñador inmaculado abandonó la casa de modas italiana diciéndole al mundo que iba a cambiar de carrera. Como era de esperar, su primera película, que se estrenó ayer en el Festival de Venecia, está cargada de moda y estilo. Y también es notablemente lustrosa. Con este film, el último en ser exhibido en la competencia oficial, Ford ha disparado la primera salva de la próxima temporada de pasarela. Y gracias a su première estelar, el director de la Mostra, Marco Miller, ha podido cumplir con su promesa de que este año habría más glamour para ofrecer en el Lido.
Ford no se retiró de la moda desde que abandonó el barco de Gu-cci; estuvo ocupado creando su propia marca. Así que no sorprende en absoluto que sus actores, desde los protagonistas –Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode (que hace poco fue visto en la remake de Brideshead Revisited) y el ex Skins Nicholas Hoult– hasta los extras parecen salidos de revistas de modas, tanto en la pantalla como fuera de ella, como cuando posaban en el estreno. Una de las primeras escenas de A Single Man muestra a Firth vestido con un impecable traje negro sobre una camisa blanca (sólo usa camisas blancas) y una corbata negra, inmaculadamente rematada con una traba de plata. Ford prodiga su cámara sobre cada detalle, desde los zapatos negros brillosos hasta cuando Firth se pone colonia frente al espejo.
Basada en la novela homónima de Christopher Isherwood, de 1964, A Single Man es una ambiciosa adaptación literaria (Ford escribió el guión además de dirigir) que usa como telón de fondo a Los Angeles durante la crisis de los misiles cubanos para narrar la historia de un profesor británico, George Falconer, que intenta sobreponerse a la muerte de su amante. En el papel del melancólico maestro, Firth entrega su mejor performance en años. Claramente se deleita interpretando al distante inglés que lucha para estar en contacto con sus emociones. “Me gusta estar frío y húmedo”, dice en una escena. “Soy inglés.”
Falconer sale de su lamento sólo dentro del salón de clases, abandonando una lección sobre After Many a Summer Dies the Swan, de Aldous Huxley, para hablar sobre el miedo. Su apasionada y fiera exhibición es captada por su estudiante Kenny, interpretado por Hoult. Cada vez que Hoult aparece en escena, Ford satura la paleta de colores para intensificar el azul de sus ojos. Es una técnica que funciona efectivamente la primera vez, creando un foco como una toma con zoom, pero como todo en la película, se usa tanto que amortigua el efecto.
En su mayor parte, Falconer pasa el día pensando en Jim (Goode), el amor que perdió en un accidente automovilístico. La escena inicial es una mirada altamente estilizada del accidente, con Firth danzando lentamente a través de la nieve antes de arrodillarse sobre el cuerpo e intentar darle a Jim el beso de la vida. Puede que no haya revivido el rostro ensangrentado, pero hace que el pulso del público se dispare. Igual que la escena en la que Firth retoza desnudo en el mar. Puede que el actor esté cerca de los 50, pero nadie se daría cuenta. ¿Será ésta la película que finalmente eclipsará el recuerdo de su Mr. Darcy con camisa blanca emergiendo del lago?
Menos exitoso es el personaje de Charley. Al elegir a Moore para el papel, Ford ha decidido sabiamente hacerla mucho menos glamorosa que lo que es en el libro de Isherwood. También crea una historia secundaria entre la dupla, en la que Charley y George tuvieron un romance en Londres. Moore interpreta a la mujer con un miedo demasiado grande a estar sola. No hay modo de que a uno le guste, lo que convierte al rechazo de George plausible en más niveles que el simple hecho de que es homosexual.
Claramente, el director se ha inspirado en los melodramas hollywoodenses de Douglas Sirk, una influencia también reflejada en la arrebatadora banda sonora. Como las películas de los ’50, A Single Man está ubicada en un mundo que revienta de gente hermosa. A veces demasiada gente hermosa. En una escena, Ford se detiene en chicos que juegan al tenis en cueros, mientras que en otra Falconer conoce a un doble de James Dean en un supermercadito bajo el brillo tenue de un atardecer rosado.
La gran pregunta es si A Single Man –ganadora del León Gay, un premio otorgado por la organización Cinemarte– se llevará el León de Oro esta noche. Este año es campo abierto, sin favorito claro. En una selección robusta, el único desastre ha sido Mr. Nobody, de Jaco van Dormael, una aventura de ciencia ficción ubicada en 2092, cuando último humano mortal es abandonado en la Tierra. El le cuenta su historia –o historias alternativas– a un psiquiatra y a un periodista, en un esfuerzo para ayudar a la versión más joven de sí mismo a tomar una gran decisión. Con las esperanzas norteamericanas aparentemente descansando en Capitalism: A Love Story, de Michael Moor, las películas con posibilidades de figurar en el sobre son historias menores, más personales. Como la mirada de Jessica Hausner al marketing de los milagros en Lourdes; la historia post-colonial en Camerún de White Material, de Claire Dennis y con Isabelle Hu-ppert; y Lebanon, de Samuel Moaz, quien repasa su propia historia desgarradora como soldado desamparado durante la guerra de 1982.
El jurado, liderado por el anterior ganador del León de Oro Ang Lee, podría confundir a los críticos al elegir la película sorpresa Lola, del prolífico filipino Brillante Mendoza (mejor director este año en Cannes), o Women without Men, de Shirin Neshat. Fuera del festival principal, Hana Makhmalbaf, la menor del clan Makhmalbaf, develó
Green Days, que mezcla imágenes que filmó en las recientes elecciones iraníes con otro tomado con un teléfono celular –que fue posteado en YouTube– de los disturbios que sucedieron después de que el presidente Ahmadinejad proclamara su victoria. El director de 21 años ya se ha ido de Irán. Su condena al régimen iraní proveyó el perfecto contrapunto a toda la frivolidad que rodea a Tom Ford y su Single Man.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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