Sábado, 12 de septiembre de 2009 | Hoy
MARTíN REJTMAN Y EL TELEFILM ENTRENAMIENTO ELEMENTAL PARA ACTORES
La ficción que codirige con Federico León había sido pensada para ser emitida años atrás por Canal 7. Pero nunca salió al aire. Ahora es la oportunidad de conocer a Sergio, un profesor de teatro muy especial a la hora de formar a niños que quieren ser actores.
Por Oscar Ranzani
Sergio es un profesor de teatro muy especial. En su concepción no hay medias tintas a la hora de pensar la formación de chicos que quieren ser actores. Tiene un método que si bien resultaría exagerado calificarlo como severo, es muy estricto. Casi se podría decir que no distingue entre chicos y adultos a la hora de enseñar. Tampoco entiende la actuación como una descarga de energía de los chicos que asisten a sus clases sino más bien como una experiencia de introspección porque “actuar no es divertirse”. Y a la hora de dar explicaciones a los padres de sus alumnos, que esperan ansiosos ver los resultados de las clases, Sergio se muestra más radical que nunca y les explica que “sus hijos no son un producto”. Cuando Sergio se engripa, lo reemplaza Gonzalo, dueño de un método que resulta ser la contracara del que emplea el profesor titular: los chicos gritan, descargan energía, juegan y se gritan. Cuando Sergio regresa, vuelve también su método. En esto consiste la trama de Entrenamiento elemental para actores, ficción dirigida por Federico León y Martín Rejtman que desde hoy podrá verse todos los sábados a las 22 en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960).
Entrenamiento... fue también escrita por Rejtman y León y fue pensada para ser emitida en un ciclo de telefilms que presentaba Canal 7 hace unos años. Pero finalmente, el trabajo de la dupla, por problemas burocráticos, nunca salió al aire. Rejtman asegura que la experiencia de dirigir a los chicos “fue muy buena”. Y comenta que, con la excepción de los momentos grupales que resultaban complicados porque los chicos “son difíciles de controlar y por el hecho de que ellos no tenían tanta conciencia de que estábamos en un rodaje, individualmente era prácticamente como trabajar con un actor adulto. Era el mismo tipo de indicaciones, el mismo tipo de correcciones. Era lo mismo –explica–. También fue muy cómodo poder trabajar con Federico León porque él ya tenía experiencia con chicos. Entonces, era como meterme en un mundo nuevo pero acompañado”.
–El método que emplea el profesor es bastante cruel. ¿Por qué construyeron esa psicología del personaje?
–A veces es cruel y a veces no. El usa un método que lo ves cruel porque lo ves aplicado a chicos. Si lo vieras aplicado a adultos tal vez no lo considerarías tan cruel. Y en este caso, los chicos actúan como adultos. No es para nada complaciente con ellos, les habla de igual a igual, de alguna manera.
–¿Y por qué no distingue entre chicos y adultos?
–Es su manera de enseñar. Tiene la teoría de que pedagógicamente sumergir a alguien en el medio de la cosa le va a permitir que lo que tiene que aprender le entre por los poros y no tanto por el intelecto.
–¿Y por qué los chicos no reaccionan? Si bien no son sumisos, se mantienen obedientes.
–Confían en el método de enseñanza. Se arma una especie de grupo, en donde alguien que tiene una teoría es acompañado por personas que creen en esa modalidad y ven que están aprendiendo algo con eso. De ahí, los ejercicios que se ven al principio de la película son esas situaciones donde están los chicos solos que, en realidad, están haciendo los deberes: ejercicios en casa, que probablemente el profesor les indicó.
–¿Existe este tipo de entrenamiento actoral para chicos en la actualidad o es un método que inventaron ustedes para la película?
–Si existe, ni Federico ni yo lo conocíamos. Es algo que inventamos. A lo mejor está la mezcla de un entrenamiento diseñado para adultos aplicado a chicos.
–¿Y por qué lo pensaron así?
–No hay una razón particular para eso. Por lo general, cuando uno hace una obra intenta construir un mundo que no existe. Me parece que eso es siempre así, por más que estés haciendo el documental supuestamente más realista que te puedas imaginar. Hay como una diferencia de grado de cuán imaginario es el universo que construís. A lo mejor, en un documental superrealista tenés un grado de diez por ciento de imaginación y en una película de ciencia ficción tenés un grado del ciento por ciento de cosa inventada. Eso es una tensión que vas construyendo entre realidad e imaginación en cada película y la dosis que aplicás es algo totalmente intuitivo que lo vas viendo, escribiendo o filmando. Es un poco misterioso saber por qué.
–Sergio dice que no hay niños actores sino que están trabajando para ser actores. ¿Qué busca diferenciar con esto?
–Busca diferenciar lo que pasa con Sofía, esta chica que está trabajando para ser una “niña actriz”. El no tiene un fin inmediato sino más a largo plazo. Es construir temperamentos artísticos más que construir “niños actores”. Va más para ese lado. Uno puede tomarse eso como algo utópico o como algo absurdo. En ese sentido, está un poco abierta la interpretación. No está trabajando para que estos chicos mañana salgan a tener un personaje de niños en la televisión sino para que se conviertan en el futuro en buenos artistas.
–¿Los padres buscan tener hijos exitosos o populares a diferencia, del profesor, que tiene un interés genuino?
–Me parece que en este caso no es tan así. De hecho, los padres se acoplan un poco a las clases. Tienen más inquietudes que los chicos. Los chicos parecen más entregados que los padres. Los chicos que actúan en la película son todos estudiantes de teatro y los padres que actúan son los padres verdaderos, no son actores. Y ellos nos contaban que los chicos volvían de las clases y no contaban una palabra sobre lo que habían hecho. Hay como una especie de entrega casi secreta, de proteger un mundo que se arma en ese espacio y de no permitir que se contamine por lo de afuera. Lo que le plantean los padres al profesor es: “¿Qué pasa que no los vemos actuar?”. Y el profesor les plantea: “Ustedes ven a sus hijos como un producto”. En definitiva, mi sensación no es tanto que quieren que los chicos sean como “el gran niño actor” para ganar plata con eso sino que se plantean cuestiones bastante lógicas. Dicen: “Hace tres años estamos mandando a estos chicos a estudiar teatro y no los vimos nunca actuar, no los vimos hacer nunca una muestra. ¿Cómo sabemos que lo que están haciendo está bien?”. Me parece que es bastante lícito que se pregunten eso. El profesor es muy radical y contesta casi atacando.
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