Martes, 11 de octubre de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Paula de Luque *
En principio, reconozco públicamente el legítimo derecho que tiene el señor Gerardo Young de escribir sus pareceres (publicados en el diario Clarín en su edición del domingo) ya que, afortunadamente, vivimos en un país donde la libertad de prensa está garantizada. Pero al respecto, y ejerciendo también mi legítimo derecho a expresarme, quiero aclarar que Gerardo Young comete varios errores:
El subsidio para la película Juan y Eva no lo recibo yo como directora y guionista contratada, sino los productores de la película.
El subsidio no se percibe hasta tanto la película se estrena y quedan acreditados los cumplimientos que establecen las resoluciones vigentes en el Incaa. La liquidación de la primera etapa del subsidio se efectúa solo después de que la película se distribuye en DVD, y la segunda etapa una vez aprobadas todas las instancias legales que marca la ley.
El señor secretario de Cultura de la Nación no es mi marido actualmente, y, de serlo, no existe inhibición legal para que yo me desempeñe como directora.
La Oficina Anticorrupción recibió oportunamente, y mucho antes del rodaje y del otorgamiento del crédito, una nota por parte del secretario de Cultura de la Nación notificando mi prescindencia como productora y mi derecho al libre ejercicio profesional como realizadora audiovisual que ejerzo desde el año 1994.
Cuando el periodista dice “a pesar de la enorme publicidad”, también se equivoca, ya que Juan y Eva no tuvo publicidad masiva por no ser financiada por ningún multimedio.
Cuando dice: “Apenas 41.273 entradas en tres semanas” ignora que la cifra es muy buena ubicándola entre las películas argentinas más vistas del año y continúa su performance con buenas perspectivas sostenidas en el boca en boca.
Es cierto que recibió un crédito que deberá ser reintegrado, y está garantizado por la productora. El 99 por ciento de las películas nacionales que se estrenan en la Argentina son tratadas del mismo modo, y Juan y Eva no ha recibido ni un centavo más de lo que marca la ley en su plena vigencia.
El interés especial que recibió Juan y Eva ha sido otorgado, en primera instancia, por el comité de preclasificación integrado por las entidades del cine (productores, directores, técnicos y actores) y el “interés especial” a la película que se otorga una vez terminada, previo a su estreno, lo da un segundo comité distinto al anterior integrado por distintos representantes de las entidades del cine.
Todos los comités gozan de total autonomía de las autoridades del Incaa y del Estado argentino.
El supuesto subsidio “sin devolución” que menciona maliciosamente el periodista es una suma fija que se da a todas las películas argentinas una vez cumplida la normativa vigente, y se aplica desde el año 1995 a cancelar, en primer término, el crédito o las deudas que el productor tenga con el Incaa.
Es de destacar que del mismo han sido beneficiarias numerosas películas producidas por empresas vinculadas al Grupo Clarín, para el cual escribe el periodista Gerardo Young, pero acaso tampoco lo sepa.
Esta mención a mi condición de “mujer de” es un comentario que desnuda una enorme misoginia de parte de quien lo pronuncia. Y su también malicioso comentario acerca de que he sido una “excelente bailarina” intenta descalificarme como realizadora de cine. Como si un cineasta no pudiera haber tenido, en el pasado, otra profesión. Si nos remitimos a las críticas, veremos que periodistas de muy diferentes colores políticos han halagado la película, justamente por no ser un film apologético ni partidario. Y la han mencionado en muchos casos como la mejor película argentina sobre el tema. Creo, además, que la película debe ser juzgada por sus valores (o no) cinematográficos, y que cualquier otro comentario no hace más que poner en evidencia las malas intenciones, discriminatorias y fuera de lugar, de quien las enuncia.
A lo mejor molesta la mención emotiva que ha hecho nuestra Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, sobre la película, y al respecto quiero decir que fue muy conmovedor para mí, como realizadora, que la jefa de Estado mencionara de un modo tan cálido y emotivo mi trabajo, ya que tuve que tomar decisiones muy arriesgadas en términos narrativos y artísticos sobre todos aquellos lugares comunes que, se supone, debían estar incluidos o no en una película sobre los dos líderes políticos más importantes del siglo XX. La recomendación de ella me hizo saber que no me había equivocado, porque ella más que nadie sabe de qué hablo cuando hablo de ese amor que trasciende las paredes y se derrama sobre el pueblo. Pero la historia se repite una y otra vez y considero que el mismo odio que se derramó sobre Cristina y Néstor proviene de los mismos sectores, los mismos intereses y la misma ignorancia de aquellos que odiaron a Perón y a Eva. Creo que algo de este odio se le ha colado al señor Gerardo Young cuando escribió el artículo con la clara intención de injuriar a los organismos de gobierno que menciona, un Gobierno con una fuerte voluntad de sostener una política cultural que nos garantice a todos, incluso a él, la posibilidad de tener una industria de cine propia y que el mayor error del señor Gerardo Young radica en no darse cuenta de que todo lo que dice, simplemente, habla de él.
* Directora de Juan y Eva.
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