Viernes, 27 de febrero de 2015 | Hoy
CITIZENFOUR, EL DOCUMENTAL DE LAURA POITRAS SOBRE EDWARD SNOWDEN QUE GANO EL OSCAR
En algún momento lo pondrá en pantalla HBO, pero este thriller paranoico como los de los ’70 –La conversación, Todos los hombres del presidente, Los tres días del cóndor– ya circula en la red y tiene la particularidad de ser un caso real.
Por Horacio Bernades
“Una cosa es haber previsto que algo así iba a pasar, y otra, el momento en que de veras sucede”, se franquea el muchacho ante sus interlocutores. Deja por un instante la laptop que lo acompaña todo el tiempo, se levanta de la cama en la que suele estar sentado y da un par de pasos en la pequeña habitación, como intentando liberar algo de tensión. La escena tiene lugar en un cuarto de hotel perfectamente impersonal, que para el caso está en Hong Kong y se llama Mira Hotel. El joven de barbita recortada –igualito al Daniel Radcliffe de Harry Potter, pero con el doble de edad– acaba de enterarse, vía chat, de que a miles de kilómetros de allí su casa está siendo requisada por fuerzas de seguridad. Se llama Edward Snowden y es ex empleado de la CIA. En el momento en que la escena tiene lugar (junio de 2013) acaba de filtrar secretos de máxima seguridad vinculados con la vigilancia personal por parte del aparato de seguridad estadounidense. Eso lo convierte en uno de los hombres más buscados del mundo, y la cacería acaba de empezar.
Por increíble que parezca, todo eso puede seguirse en lo que en jerga televisiva se llamaría “en vivo y en diferido” en Citizenfour, documental que el domingo ganó el Oscar de su categoría. Producida por Steven Soderbergh para HBO y dirigida por la conocida documentalista Laura Poitras –tan conocida que ella también tuvo que buscar refugio en la clandestinidad mientras la filmaba–, Citizenfour se exhibió en los últimos meses de 2014 en los festivales de Nueva York y Toronto, se estrenó en la televisión estadounidense el lunes pasado y en algún momento lo pondrá en pantalla HBO Latin America para los países al sur del Río Grande. Según se informa desde las oficinas locales del grupo, todavía no tiene fecha de salida al aire. Ante esta demora, los ansiosos cuentan con la posibilidad de “bajarlo”, por los medios habituales (todo lo referente a Snowden debe mantenerse en el máximo secreto) y con subtítulos.
“Citizenfour” es el nombre en clave al pie de ciertos misteriosos mails encriptados, que en enero de 2013 llegan a la casilla de Laura Poitras, ofreciendo dar a conocer información recontrasupersecreta que concierne a la NSA (iniciales en inglés de la Agencia de Seguridad Nacional). Obviamente, la realizadora no salió elegida por sorteo. En documentales previos no estrenados aquí (My Country, My Country, 2006, y The Oath, 2010) investigó el monitoreo telefónico y otras formas de invasión a la privacidad, practicadas por agencias de seguridad paraestatales ante la vista gorda oficial, en el marco de las medidas especiales adoptadas a partir del 11 de septiembre de 2001. “No logro comunicarme por esta vía con Glenn Greenwald, por eso lo hago con usted”, explica el enigmático interlocutor, en medio de un cyberjeroglífico.
Presente la noche del domingo en el escenario del Dolby Theatre, Glenn Greenwald es un periodista de investigación estadounidense que escribe para el diario británico The Guardian, que finalmente acudirá a la cita en el Hotel Mira. Allí, sin moverse de la cama doble, el muchacho de barbita tardará considerablemente en dar su nombre y explicar para qué los llamó. Si viajaron hasta ahí, claro, alguna idea tenían. Antes de desertar, Snowden se hizo copias de Prism y XKeyscore, programas de vigilancia masiva que la NSA venía llevando adelante desde tiempo atrás y que conllevan la posibilidad de intervenir las comunicaciones privadas vía Internet, por el método de cruce de datos y gracias a la información que el usuario brinda gentilmente a Google, Facebook, Twitter y demás plataformas. Consultor tecnológico y militante en contra de la invasión de privacidad, Snowden, de 29 años por entonces, había trabajado para la CIA primero y la NSA después. Estando en Hawai, y con el pretexto de recibir tratamiento para la epilepsia, en mayo de 2013 obtuvo una licencia temporal de la NSA, aprovechando la ocasión para desaparecer de la faz de la Tierra.
Al mes siguiente se reúne con Greenwald y Poitras y se les suma el periodista británico Ewen MacAskill, editor de la sección Inteligencia de The Guardian. “Déjenme desenchufar el teléfono”, les pide a sus interlocutores en el Hotel Mira. “No sé si saben que hay un sistema que permite grabar a través de la línea, aunque el teléfono no esté siendo usado.” Y desenchufa. Cuando está por mostrar sus archivos se oye una alarma en el pasillo del hotel y entre los presentes corre una mezcla de asombro, nerviosismo y sonrisas de “no puede ser”. Citizenfour es algo que posiblemente no se haya visto nunca antes: un thriller paranoico como los de los ’70 –La conversación, Todos los hombres del presidente, Los tres días del cóndor–, pero real.
La información que brinda el documental de Poitras no difiere demasiado de la que difundieron todos los medios del mundo en los últimos dieciocho meses, a partir de las primicias de The Washington Post y The Guardian. Lo iné-dito del documental de Poitras es que permite al espectador pasar dos horas en la clandestinidad, junto a uno de los mayores targets de la Inteligencia estadounidense. De hecho, y como se sabe, Snowden está “desaparecido”, tras haber logrado huir de Hong Kong de incógnito rumbo a Rusia, donde el gobierno del zar Vladimir, ni lerdo ni perezoso, le ofreció refugio temporario. A partir de ese momento, lo conocido: la posibilidad de que Ecuador, Venezuela, Islandia o la propia Rusia le dieran asilo, sin que eso se haya oficializado jamás.
Créase o no –sobre todo tratándose de una persona que debe borrar sus huellas–, la cámara de Poitras registra los interminables minutos en los que Snowden revisa el aspecto que va a tener cuando salga a la calle (sin anteojos, sin barba), mirándose al espejo y preguntándose en voz alta si para que no lo reconozcan convendría llevar un paraguas (¡verde esmeralda!) o un sombrero aludo. Ya en Rusia, en un refugio cuya localización lógicamente no se brinda, el informante tendrá un encuentro con Glenn Greenwald en el que éste lo pone al tanto de secretos por escrito, para evitar cualquier monitoreo de audio. La expresión de asombro de Snowden (un muchacho inusualmente carismático y relajado, para tratarse de un experto informático perseguido por toda la Inteligencia de la primera nación del mundo) cuando lee lo que Greenwald escribe en una libreta es indescriptible. Antes de romper las anotaciones, la cámara llega a registrar una que dice “POTUS”. ¿Una planta? No, la codificación en inglés para presidente de los Estados Unidos.
Si Citizenfour parece el thriller soñado, ese thriller ya se está filmando. Obviamente, el director es Oliver Stone, que además coescribió el guión, tomando como base dos libros: The Snowden Files, escrito por el periodista de The Guardian Luke Harding, y Time of the Octopus, publicado por el abogado ruso del informante, Anatoly Kucherena. El título de la película de Stone es Snowden, Joseph Gordon-Levitt (visto en El origen y Batman: el caballero de la noche asciende) tiene a su cargo el protagónico, Melissa Leo (ganadora de un Oscar por El ganador) el papel de Poitras y Nicolas Cage hace de algo. Stone no esperó el Oscar: el rodaje empezó el viernes 20, dos días antes de la entrega. Fecha de estreno: Navidad de este año. Podría no ser la única película sobre el tema: Sony Pictures reservó la opción para ficcionalizar el libro de Greenwald sobre el caso, No Place to Hide. A la vez, el sujeto del próximo documental de Poitras sería Julian Assange, a quien en Citizenfour se ve gestionando por teléfono un permiso de asilo urgente para Snowden.
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