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Jueves, 9 de noviembre de 2006

ENTREVISTA A DAN KARLAN, ALLAN LAZAR Y JEREMY SALTER, QUE SELECCIONARON A LOS LIDERES DE OPINION DE LA FICCION

Los 101 personajes más influyentes que nunca existieron

El cowboy de Marlboro, Santa Claus, Gran Hermano y Rey Arturo encabezan el listado de los 101 hombres y mujeres que cambiaron la vida de los públicos según un best seller recién editado en Estados Unidos. En la Argentina, según un sondeo de Página/12, Mafalda, Manuelita y Patoruzú fueron los más citados como imágenes de un nuevo canon de la cultura popular.

 Por Julián Gorodischer

¿El cowboy de Marlboro, amo y señor de la cultura occidental? Así lo decidió un ranking que, por estos días, es best seller en los Estados Unidos: se trata del libro Los 101 personajes más influyentes que nunca existieron, escrito por los periodistas Dan Karlan, Allan Lazar y Jeremy Salter que –entrevistados por Página/12– atribuirán a sus criaturas de ficción la condición de “compendio de la gente que mueve al mundo”. La novedad no es el ranking como género ya que hace rato que los estadounidenses se fascinan con los listados por orden jerárquico para elegir desde los próceres de la alta cultura (en los manuales de Harold Bloom sobre clásicos que hay que leer) a las 101 separaciones más escandalosas de la farándula en el canal E! Entertainment. Lo nuevo es el estatuto atribuido a la ficción: para los autores, estos seres cambiaron nuestras vidas, moldearon a su antojo la cultura occidental, marcaron tendencia e incidieron sobre hábitos de consumo, modos de vestirse y formas de amar. La paradoja es que no existieron nunca.

“Son creadores de tendencias que abonaron a nuestra cultura y a nuestras vidas, personajes influyentes pero que nunca vivieron: iconos amados, odiados, admirados que ayudaron a construir la civilización occidental”, definen los autores. Fueron elegidos según un método de consulta masiva a ciudadanos comunes y líderes de opinión de los Estados Unidos: llegan con el vicio que suele asociarse a la mirada situada demasiado en el centro. Aparecen desde el legendario nacionalista teutón Sigfrido (puesto 7, por “inspirador de dos guerras mundiales”) hasta Barbie (puesto 43), como standard para un estilo de belleza que se hizo dominante para las últimas tres generaciones de mujeres. “De Santa Claus a Buffy, la cazavampiros”, reza el discurso promocional, para que no queden dudas de que la cultura popular es una gran bolsa de gatos, allí donde conviven el mito y la protagonista de una serie masiva, y donde lo que une a todos es la condición de blanco para el cool hunter (cazador de tendencias, aquí más veterano de lo que se estila, ver foto). “Empezamos –señala Dan Karlan– seleccionando a aquellos personajes de ficción que fueron importantes para nosotros mismos.”

–¿Cómo determinaron el rango de la influencia?

D.K.: –Se necesitaba que provocaran un cambio contundente en la sociedad. Llegamos a tener una lista de más de 500; votamos sobre ese listado una y otra vez durante meses y fuimos separando lentamente a los personajes más importantes. Luego nos dimos cuenta de que algunos muy populares como Darth Vader no eran influyentes ya que su enseñanza como Lord nunca tuvo el éxito social esperado. Otros que, a primera vista, creíamos sólo populares, como Barbie, resultaron altamente influyentes ya que se consolidaron como modelo para millones de niñas y adolescentes.

–¿Cuál fue el criterio para seleccionar a las criaturas?

A.L.: –El ranking se hizo en base a tres métodos diferentes, todos subjetivos: elegimos a los que tienen una importancia contundente en la participación en conflictos bélicos o con personalidades que no podemos ignorar como Tío Tom y Sigfrido, o también Scrooge (cuyo autor es Charles Dickens) y Don Juan. Un segundo grupo corresponde a no humanos y fueron elegidos de acuerdo a consultas masivas, como King Kong y el Monstruo del Lago Ness, que nos recuerdan el inmenso poder de la naturaleza. Frankenstein y Godzilla, de un tercer sector, nos demuestran lo que puede pasar si llegamos demasiado lejos interviniendo sobre ella.

Hay una notoria incorrección en los resultados del trabajo de Karlan/ Lazar/ Salter: tomar al Marlboro man como paradigma del hombre más influyente del siglo XX implica desentenderse de la guerra antitabáquica que multiplica juicios por año en contra de las tabacaleras en los Estados Unidos y que, en la Argentina, logró la prohibición de fumar en bares y el cese de la publicidad en gráfica, radio y TV. ¿En qué términos es el más influyente que nunca existió aquel que –con la restricción publicitaria vigente– se invisibiliza hasta ser un desconocido entre las nuevas generaciones? En la contradicción –argumentan los electores– está su potencia. “Marlboro man encarna la fuerza más poderosa del poder publicitario en el planeta –dice Allan Lazar–. Viene del mundo de los avisos comerciales, tan importante en la Modernidad, y representa cualidades que admiramos: osadía e independencia. De todos los cowboys es uno de los más familiares y, además, promueve un hábito adictivo, el de fumar, que capturó a sus usuarios por muchas décadas. Por lo tanto es un personaje ambiguo: el gobierno y los médicos le atribuyen al cigarrillo miles de muertes, y Marlboro man nos perturba por ser el dueño de ese mensaje y, a la vez, nos despierta admiración.”

Si la selección local focaliza en nombres propios que provienen fundamentalmente de la historieta y los cuentos infantiles (ver aparte), el original se nutre de la épica y los relatos clásicos. Dice Allan Lazar que su favorito dentro del catálogo general es Helena de Troya “porque los antiguos griegos –explica– iniciaron una guerra de diez años para traerla de vuelta, poniendo en jaque al imperio troyano y además es la mujer más bella de la historia, aun en los días previos a la cirugía estética”. Jeremy Salter sintetiza su modelo en la figura de Luke Skywalker. “Porque me enseñó cómo abrir puertas con las palmas de mis manos –asume–. Y también elijo a Robinson Crusoe, que no sólo anticipó programas como La isla de Gilligan y Survivor sino que extendió la idea del buen salvaje que revolucionó a la sociedad europea y abrió caminos a la revolución americana.”

En cambio Dan Karlan fue influido especialmente por los personajes de Jack London. ¿Las razones? “Me demostró con El llamado de la selva que los animales podían tener sentimientos, lo cual me afectó profundamente.” Tras la lectura del listado completo de Los 101 sorprende el lugar relegado que ocupa Barbie, mucho más abajo en rango de influencia que Buffy la cazavampiros, Cenicienta o Lady Chatterley. ¿Acaso la influencia no se mide más en el influjo sobre hábitos de consumo (¡Barbie lo hizo!) que en la popularidad de un record de rating o cantidad de libros vendidos?

–¿A qué se debe la obsesión compulsiva de los estadounidenses por el consumo de rankings?

A.L.: –Estados Unidos sólo recientemente accedió a ser una sociedad multicultural, y mientras empezamos a asumir los cambios en el seno de nuestra cultura necesitamos comprobar mediante rankings que una parte importante de nuestra herencia personal mantiene valor y vigencia.

–¿Alguna idea de los más influyentes en Latinoamérica?

D.K.: –Don Quijote y Don Juan deben tener un merecido lugar en el tope de la lista. También el Zorro, el Coronel Buendía, y las chicas Venus y Pepa de Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Dentro de la mayoría de hombres, se intuye que lo monstruoso se asocia inmediatamente a la influencia directa: tal vez estén pensando en la capacidad de asustar, o en la cualidad de inspirar modelos de vida alternativos. Lo cierto es que allí están, en todas las etapas del ranking: Frankenstein (puesto 6), Mr Hyde (puesto 10), Drácula (puesto 33), Godzilla (puesto 38), demostrando el impacto que produce la bestia sobre la masa (esa decisión mayoritaria indiferenciada, votos sin voz). Como compensación calculada, quizás, en el ranking del trío estadounidense a cada deforme le corresponde un inocente, como en un yin/yang de posibilidades que no dejan afuera a ninguno, o como resultado de un trabajoso estudio de marketing que privilegió los efectos sobre la representatividad.

Así es como figuran, intentando un equilibrio que no extreme a los freaks por encima de las dulces fantasías animadas: Santa Claus (puesto 4), Mickey (puesto 18), Cenicienta (puesto 26) y Alicia en el País de las Maravillas (puesto 34). Reafirmarían la tesis de que la verdadera influencia actúa sobre la infancia moldeando una personalidad o dejando abierta la puerta a la pregunta: ¿Cuáles son los verdaderos monstruos en la lista? Así como abundan los angloparlantes, también es notoria la falta de presencia latina (basta observar el carácter claramente hispánico de los nombres que los autores asocian a la Argentina y países vecinos). A la repregunta sobre algún nombre rioplatense, le sigue como extraña mención de Dan Karlan un restaurante de Puerto Madero donde se comería buena carne y un lugar tradicional para bailar el tango...

–¿Y por qué en la lista hay muchos más hombres que mujeres?

D.K.: –Nuestra sociedad y nuestra literatura focalizaron más en los hombres que en las mujeres: a excepción de un puñado de obras de Federico García Lorca, Aristófanes y Sófocles, existió una inequidad de roles que ha traído problemas a las actrices y a las compañías de los últimos 400 años. Pero las mujeres van ganando el lugar que les corresponde de la mano de personajes emblemáticos como Buffy, Ally Mc Beal, Xena, Nora Helmer, entre otras chicas.

–¿Y Barbie? ¿Por qué creen que ocupa el lugar 43 en el ranking?

D.K.: –Barbie ranquea recién después de los máximos exponentes de la política y la ciencia: ella está llena de posibilidades y es, a la vez, el blanco en el cual una chica puede proyectar lo que valora en una amiga. Cenicienta y Lady Chatterley son personajes muy desarrollados, con máxima influencia. Los personajes más influyentes son los más complejos, que a menudo nos indican qué hacer con problemas específicos o, mejor, lo que deberíamos haber hecho.

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Dan Karlan, Jeremy Salter y Allan Lazar escriben sobre el poder de la ficción.
 
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