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Jueves, 9 de noviembre de 2006

MAFALDA, HIJITUS, PATORUZU Y MANUELITA, AL TOPE DE LA LISTA

La selección argentina menos pensada

Los nombres elegidos en la Argentina no serán ordenados jerárquicamente: son apenas un reflejo de algunos hombres, mujeres y animales influyentes de la ficción. La mayoría de las criaturas locales a las que se atribuye alta capacidad de modificar a los públicos proviene de los cuentos infantiles, las fábulas o las historietas, dejando afuera la literatura, como si el foco, aquí, se hubiera puesto exclusivamente en el campo de la cultura popular. Mafalda, Clemente, Susanita, Isidoro, Margarito Tereré –se lee en un sondeo similar que elaboró el periodista Leandro Zanoni en su sitio www.eblog.com–, con opiniones de usuarios que argumentan variadamente y revelan parte de una idiosincrasia colectiva.

Para la investigadora de medios Nora Mazziotti, “Mafalda es el personaje más argentino, el que expresa los mejores sueños, lo mejor de nosotros, lo mejor de las capas medias. Ella y su grupo de amigos, con quienes una se puede identificar depende de las situaciones que viva. Aunque a ese grupo le falta alguien: una mujer más sensible, menos racional que Mafalda, no tan zonza como Susanita, ni tan idealista como Libertad”. La influencia, para el director de cine y TV Mariano Cohn, no se mediría según repercusión ni popularidad, menos aún por cantidad de receptores, llegando al punto de elegir a un completo desconocido en el tope de su lista personal. “Zambayonny –dice ante la consulta de Página/12– es muy genio, mi cantautor favorito; me despierta mucha admiración porque hay un antes y un después de su Zamba en el oído de cualquier humano. Su obra, mejor dicho, su vida es la palabra. Bob Dylan a su lado es un papafrita. Con él el rock llega a su techo.” Aquí, la influencia es pura subjetividad sin necesidad de justificaciones.

El semiólogo Oscar Steimberg evita la elección de un único nombre para encumbrar: “Siempre vivimos, entre otras cosas, de la celebración empinadita de la diferencia, y eso nos impidió compartir definiciones de personajes máximos, salvo en cada agrupamiento devocional”. El crítico Daniel Molina opina que “los personajes realmente influyentes en la cultura argentina son, por cierto, ficciones construidas sobre el esqueleto de seres que han existido (pero cuyas vidas no se parecieron –salvo muy tangencialmente– al mito que se presenta de ellos); me parece que los personajes ficcionales más influyentes son los santos. Tanto los santos oficiales (San Cayetano, las vírgenes locales que arrastran multitudes, como la de San Nicolás o la de Itatí) como los no reconocidos por la autoridad eclesiástica (Ceferino, La Difunta Correa, El Gauchito Gil). Esos santos, vírgenes y santones son los gestores celestiales del país feudal. Son gestores compensatorios para gente que no cree poder buscar trabajo por sus propios medios (y recurre al puntero político, al jefe de manzana, al mafioso a mano); de gente que no puede defender sus derechos en los estrados que la ley abstracta determina, pero que la práctica real le niega”. Para el crítico de cine Hernán Guerschuny, “en la lógica del Marlboro Man del imperio, mis tres favoritos locales son: Mafalda, Isidoro y el Martín Fierro (para sumar federalismo). Entre los tres arman un buen Dream Team argento que logra abarcar las pintorescas virtudes y peores miserias del ser nacional”.

La licenciada en Letras Violeta Mistral se decide por Mafalda, “o más que Mafalda la historieta en sí. De hecho, se creó una terminología a partir de la tira: Yo soy muy Susanita es una frase que se instaló en el léxico porteño a partir del personaje y que aún permanece vigente. ¿No fue Susanita más influyente que Mafalda? A lo mejor toca el costado que no nos gusta ver”. Para el periodista y presentador de MTV Nicolás Artusi, Gold Silver, “padre de Oaky, jefe del mayordomo Gutiérrez, terrateniente, es el poder económico y oligárquico de la Argentina: bata, pañuelo al cuello, mansión que bien podría ser de Barrio Parque”. Pero según opone la periodista Natalí Schejtman, la influencia debería sintetizarse en una chica de amplio espectro (el que va de María Elena Walsh a García Ferré) que habría prefigurado costumbres en boga: “Elijo a Manuelita –dice– por estirada y por new rich”.

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