Sábado, 16 de junio de 2007 | Hoy
LO QUE OCURRE EN IRAK MIENTRAS RESUENAN TIROS Y BOMBAS
Si en Vietnam los soldados escuchaban a Hendrix y The Doors, ahora proponen su propia música, que el sello To the Fallen se encarga de poner en el mercado. La avalancha de videos en Internet y films como The War Tapes y Gunner Palace certifican que Irak abunda en narración directa.
Por Facundo Garcia
Granos de arena: eso es lo que parecen desde el aire las bases que el ejército norteamericano ha apostado en Medio Oriente. Cuatro años han pasado desde que la carne de cañón imperial empezó a transitar esos horizontes melancólicos, acosada por el sinsentido de una campaña que siempre tuvo problemas para justificarse racionalmente. Al iniciarse el ataque, pocos esperaban que los enviados a la región pudieran hacer otra cosa que matar y morir. A lo sumo, llevarían adelante la horrenda costumbre belicista de torturar a los vencidos. Pero, inesperadamente, de manera paralela al discurso oficial, algunos marines empezaron a aportar un torrente de música y películas de su propia invención. Así como los temas de The Doors y Jimi Hendrix fueron hits en Vietnam, Internet está ayudando hoy a que miles de soldados intenten narrar –y explicarse a sí mismos– la tragedia de la cual están siendo protagonistas.
La música es vedette entre balacera y bombardeo. Y no sólo porque los Ipods se cuentan de a miles en las tiendas de las fuerzas de ocupación. El sello discográfico To the Fallen nació a principios de año con la idea de rescatar los aportes artísticos de los combatientes. El militar Sean Gilfillan (28) y el trabajador social Sidney DeMello (31) aseguran que su empresa busca “tender un puente sin intermediarios entre los civiles y los soldados, para contar lo silenciado”. El primer disco lleva el nombre de la compañía y ya está a la venta por diez dólares. Incluye 14 canciones escritas e interpretadas por soldados en servicio o retirados, seis de los cuales están actualmente en la zona de conflicto. “No se trata de política. Se trata de música” es el eslogan de la compañía. Como si la música no fuera un hecho político.
Veinte canciones por día llegan diariamente a las oficinas de To the Fallen. Todo indica que el rap es el género que reina en los campamentos, probablemente porque en la invasión se utiliza una importante cantidad de negros y latinos. El abanico de expresiones va desde lo cuasi fascista a los llamados por la paz. Un tema compuesto por dos sargentos que se hacen llamar Dirty Boy Vets, por ejemplo, pide: “Reza por mí, mandame un mail (...) Yo estoy acá y todavía pienso que los estamos matando sin razón”.
“Acá no podés llamar a tu mami y contarle que una bomba casera te bajó la puerta”, explicó a la prensa estadounidense el sargento primero de caballería Neal Saunders, cuando 4th25, otra banda de la flamante escena Soldier Rap presentó su primer disco. “Nadie habla de lo que nos pasa a nosotros. Hay generales en la tele, sí, pero al soldado nadie lo expresa. Por eso esta música es una descarga”, explicó. Su placa se llama Live from Iraq y ya vendió más de quince mil copias.
Los empresarios vislumbraron las potencialidades comerciales cuando, a semanas de que el maltrato a la población iraquí se convirtiera en pesadilla documentada, el cabo Joshua Belile obtuvo triste fama con su canción Hadji Girl (chica de Hadji). La balada –que fue posteada en youtube.com– relataba el hipotético amor entre un occidental y una joven iraquí. Ante el rechazo de la familia de la chica, el protagonista de la canción ficcionalizaba su defensa:
“... entonces agarré a su hermanita y la puse frente a mí (como escudo humano).
a medida que las balas empezaron a volar
la sangre salió de entre sus ojos,
y yo empecé a reír maniáticamente”.
Belile pidió luego disculpas a la colectividad musulmana, pero no fue sancionado. El dato no sorprende, ya que una recorrida por los sitios web más populares demuestra que Belile es un pichón al lado de algunos de sus compañeros. Si se escribe “Iraq” en cualquier página de videos, se puede encontrar desde composiciones musicales hasta linchamientos, asesinatos, partidos de fútbol entre marines e iraquíes y golpizas casi deportivas a los jóvenes locales. El nuevo entretenimiento no deja de hacerse más y más corriente entre los militares, e incluso algunos soldados confiesan haberse vuelto adictos a llevar la cámara, grabar tiroteos y postearlos en la red.
Lenta pero continuamente, han ido apareciendo películas que van mucho más allá de lo amateur. El ejemplo más llamativo es tal vez The War Tapes (www.thewartapes.com), estrenada el año pasado en Estados Unidos. La cineasta Deborah Scranton se dedicó a recolectar más de 800 horas de grabación registradas por cinco integrantes de la New Hampshire National Guard, que le enviaron el material desde el frente. Luego, intercambiando opiniones por chat, la película fue tomando forma de largometraje. El film dura 90 minutos y se puede comprar en el sitio Amazon.com. Otro caso llamativo es el del palacio en el que vivía el hijo de Saddam, Uday, que se convirtió en escenario para que el cineasta Michael Tucker registrara la rutina de una unidad destacada a custodiar ese edificio. El resultado fue el documental Gunner Palace, buena muestra de cómo el arte se convirtió en una herramienta catártica de primer orden en un país imposible de interpretar para la mayoría de los invasores. “Este es un conflicto del cual está naciendo toda una cultura”, sentencia Tucker.
A medida que las ocurrencias de los soldados van demostrando su capacidad de generar demanda, distintos sectores de la política, el periodismo y las empresas intentan subirse a la movida. La BBC ya le dedicó especiales al asunto y MTV hizo lo propio con el documental Iraq Uploaded, en el que se recorría la oferta de audiovisuales on line vinculados con la guerra. Si Vietnam fue la primera guerra transmitida por TV y la Primera Invasión al Golfo Pérsico será recordada por el monopolio informativo de CNN y sus pantallitas verdes, la reciente invasión a Irak puede quedar para la posteridad por haber sido el escenario que brindó herramientas para que los combatientes se transformaran en narradores directos de sus vivencias.
La incógnita es qué va a pasar si los sectores del ejército y el Congreso que están a favor de la retirada –como los que se aglutinan en www.appealforredress.org– comienzan a representar una amenaza para los planes de manipulación informativa que tiene la administración Bush. Un escenario interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que la estructura actual de la web permite la regulación de algunos contenidos, pero tiene limitaciones a la hora de evitar que los usuarios intercambien archivos u opiniones libremente.
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