Es la ópera prima de Luchino Visconti y se trata de una de las escasas películas valiosas que se hayan rodado bajo el fascismo. Con el título de Obsesión y una hermosa carátula –que imita deliberadamente el aspecto amarillento y hasta las marcas de cinta scotch de los viejos álbumes de fotos–, el sello Epoca acaba de editar Ossessione. El maestro milanés la filmó tres años antes de la caída del régimen, en 1942, cuando tenía sólo 36 años. Un jovencísimo Massimo Girotti y Clara Calamai (una de las divas del fascismo) son sus protagonistas. El dato curioso es que se trata de la primera versión cinematográfica de El cartero llama dos veces, anterior incluso a la de John Garfield y Lana Turner. Los ambientes miserables, las referencias a la crisis económica y la desocupación, así como el rodaje en decorados naturales, llevaron a considerarla un film neorrealista avant la lettre (téngase en cuenta que la inauguración oficial de ese movimiento es Roma, ciudad abierta, de 1945). Lo cierto es que todo estaba presente ya en la novela de James Cain, que transcurría en plena depresión económica y cuya carga de sexo, resentimiento, tragedia y crimen son fielmente transcriptas por un Visconti a quien nada de eso le sería ajeno de allí en más.