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Martes, 27 de noviembre de 2007

“ESTE ES UN MATRIMONIO CON FECHA DE CADUCIDAD”

“Este es un matrimonio con fecha de caducidad”

En su primera presentación pública en Buenos Aires, los cantautores españoles contestaron preguntas e intercambiaron bromas entre sí. Hubo momentos de humor, otros de emoción y no faltaron las intervenciones políticas. Fontanarrosa, Chávez, Botnia y Cristina de Kirchner formaron parte del recorrido verborrágico que desplegaron Serrat y Sabina.

 Por Karina Micheletto

Recién llegados a la Argentina, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina lucen de lo más relajados y, podría decirse, sin temor a lo abarcativo de la palabra, felices. La primera aparición pública del dúo, en un hotel céntrico de Buenos Aires, ayer al mediodía, dejó en claro una cosa: los seis meses de gira por dos continentes y unas cincuenta ciudades, repartidos en casi setenta conciertos, no deterioraron la amistad previa a esto que definen como “un matrimonio con fecha de caducidad”. Y tampoco las ganas de retrucarse bromas y gastadas mutuas de ambos cantautores. Así que Sabina podrá tirar la primera piedra a su compañero: “Aquí en Buenos Aires yo pienso pasarme todo el tiempo con Fito”. El catalán podrá retrucarle: “Que conste: Cuando empezó lo nuestro, lo tuyo con Fito ya estaba más que acabado. Yo no rompí nada”. Y ambos podrán terminar dándose un piquito, después de chistes varios sobre la condición sexual de esta pareja.

Lo primero que está pautado es la presentación oficial del flamante disco que recoge un concierto en vivo de la gira, y que viene preparado en CD, DVD, o en “caja de lujo” de dos CD más DVD, según el bolsillo del consumidor. Sólo que los protagonistas no parecen interesados en apoyar ninguna campaña antipiratería de las que llevan adelante las discográficas: “Luego les hacemos copias para todos, para que se lleven un recuerdo”, desliza en el arranque Serrat. Ni en aceptar mansamente el juego que se juega en los medios: “¡¿Pero por qué gritas?!”, le dicen, soltando una risotada, a la movilera que se abalanza sobre el micrófono para robar la primera pregunta.

De riguroso negro ambos, Sabina luciendo un prendedor de Inodoro Pereyra como único adorno –toda una declaración de cariño compartido, antes del primer concierto argentino en Rosario– y fumando cigarrillos con un humo que Serrat ahuyenta aparatosamente, los españoles más queridos por los argentinos contestaron preguntas y se hicieron otras mutuamente durante una hora. “A los dos, por nuestra biografía latinoamericana, porteña y argentina, nos hace una tremenda ilusión estar aquí, es una realización de un sueño”, comienza Sabina con amabilidad. “Yo estuve el año pasado al ciento por ciento en Boca Juniors. Pero este año me toca el cincuenta por ciento, porque este señor se lleva la mitad del crédito...”. “Estamos muy contentos de estar aquí, las expectativas son las mejores. Lo único que espero es que mi compañero llegue hasta el final”, devuelve Serrat. Sobre los conciertos en la Argentina, en lo que será el gran cierre de una gira que arrancó en junio pasado en España (ver aparte), el dúo no tiene más que palabras de agradecimiento hacia el público local. En su estilo, por supuesto.

Sabina: –Yo empecé a venir aquí llevado por la leyenda de Serrat, y pensé que lo que pasaba aquí era algo que podía ocurrirle sólo a él, y que era irrepetible. Cuando comenzó a pasarme a mí, eso me unió mucho más a Joan, porque llevábamos caminos paralelos. Yo, desde luego, detrás de él.

Serrat: –Que quede claro que este hombre no hace más que seguirme. Yo acepté esta gira para ver si así puedo sacármelo de encima, por fin, el 19 de diciembre... La separación será brutal, radical, con devolución de cartas y regalos.

Sabina: –¡Por favor! Si tú no me has hecho un regalo en tu puta vida...

–¿Y cómo es que logran esta feliz convivencia después de tanto tiempo juntos?

Sabina: –Hemos estado meses comiendo, trasnochando y viajando juntos. Ha sido llegar a Buenos Aires y que Serrat me diga: “Bueno, si me necesitas para algo, no cuentes conmigo”. Se ha cambiado de hotel, no tengo ni puta idea de dónde está, le he dicho que si me invita a comer y me ha dicho que naturalmente no...

Serrat: –Es verdad. Yo pensaba que lo nuestro está bien, pero hay que darle un descansito, y el mejor lugar es la Argentina. Creía que él lo iba a entender, siendo un hombre que conoce esta ciudad y sus maravillas, que iba a ser comprensivo. Pero no, no lo es, es un hombre absorbente...

Sabina: –De verdad, ésta es la gira más divertida de mi vida, por las risas que hay dentro y fuera del escenario.

Serrat: –Es cierto, esta gira necesita algún escándalo, no podemos terminar con esta armonía, tenemos que dejas las cosas altas, algo tenemos que inventar. Yo he contado que él es puto, pero eso no es ningún escándalo. Más que algo de tipo sexual hay que buscar algo de tipo económico...

Sabina: –¿Qué, vas a volver a estafarme? Es cierto: ¡Aquí coincidimos con el aniversario de Pimpinela y queremos marcar la diferencia!

Serrat: –Podríamos hacer algo a cuatro voces.

Sabina: –Pero tú haces de Lucía.

–¿Qué piensa cada uno que aporta el otro?

Serrat: –Sabina, poco. Poco, poco, poco... Pero, como decía un amigo, en la vida todo es relativo, aproximado y provisional. Afortunadamente esto es provisional. Así que, dependiendo del punto de vista, Sabina aporta mucho. Mucho, relativamente. Pero les confieso una cosa: ¡Es muy bueno! (Lo besa en la frente.) Y el amor lo pasa todo.

Sabina: –Esto que ven no son dos egos: es un ego con dos cabezas, y con cinco piernas. Las dos suyas... y las tres mías.

–¿Cómo les resulta esto de que las canciones de uno suenen en la voz del otro?

Sabina: –Hay canciones muy melódicas de mi compañero, que suben y bajan mucho, que tienen trémolos, cosas para las que la naturaleza no me ha dotado. Con ésas, yo hago siempre una especie de rap. ¡Y quedan muy bonitas!

Serrat: –Una de las cosas más divertidas de este proyecto ha sido poder meterse cada uno en la piel del otro, buscar las canciones ajenas y hacerlas propias. De verdad, ése ha sido un ejercicio bonito y muy satisfactorio. Y cantar juntos también. Lo pasamos bien. Hay una base cierta, y es el conocimiento mutuo. No hubiéramos sobrevivido juntos si no hubiera existido previamente la certeza de que iba a funcionar, de que había algo que podía navegar por encima de la manera de ser de cada uno. Y era algo basado en la admiración mutua, el cariño, el respeto y, sobre todo, la generosidad. Aquí no es decir: “ahora cantas tú y ahora yo”. No, aquí es meterse en un revuelto compartido. Todo resulta fácil porque no éramos dos extraños que se juntaban, éramos mucho más que una pareja que consuma un matrimonio. Y además éste es un matrimonio con fecha de caducidad.

–Después de la experiencia con Fito Páez, ¿qué llevó a Sabina a reincidir en este matrimonio?

Sabina: –Con Fito nos juntamos por admiración mutua, sin amistad previa, para hacer un disco. Lo de la gira se armó y se desarmó luego. Con Joan no hablamos nunca de hacer un disco, sino de juntar unas canciones. Fue un plan de esos que se hacen por las noches entre copas, casi hablar por hablar. Finalmente, todo salió más allá de mi mejor capacidad de imaginación.

–Ahora que cruzaron repertorios, ¿qué canción les hubiese gustado robarse?

Serrat: –Robarle a él, muchas, y este espectáculo me lo permite. Yo no cantaría nada que no me hubiese gustado escribir a mí.

Sabina: –Para mí, éste es el sueño del pibe. Yo empecé con la guitarra cantando las canciones de Joan, inclusive aquéllas en catalán. Poder cantarlas ahora con él en el escenario, y en la cancha de Boca, es un sueño que ni siquiera el pibe se animó a soñar. Pero las que prefiero son las que le han dado más dinero (risas).

–El concierto del 18 de diciembre en Boca es la fecha del final de la gira. ¿Queda abierta la posibilidad de una segunda vuelta?

Sabina: –No nos gustan las cosas por encargo, ni siquiera si nos las encargamos nosotros mismos. Escribir canciones tiene algo de misterioso y de individual. Así es que ni siquiera hemos hablado de esa posibilidad.

Serrat: –Que estamos capacitados para hacerlo, eso es seguro. Por ahora nos basta con saber que no podemos darle morbo ni carnaza a la prensa: esta gira no sólo no ha desgastado nada la amistad y el respeto mutuo, sino que los ha multiplicado por mil.

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Sabina y Serrat lucen relajados, a pesar de los seis meses de gira por dos continentes y cincuenta ciudades.
 
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