Sábado, 24 de mayo de 2008 | Hoy
MUSICA › RECITAL DE JORGE DREXLER EN EL TEATRO GRAN REX
En la presentación de su último disco, Cara B, el músico uruguayo revisitó varias de sus mejores canciones. Lo hizo acompañado de sus guitarras y de los técnicos encargados de procesar sonidos, manejar programaciones y samplers.
Por Karina Micheletto
Una Cara B que exalte el revés de pasadas o posibles Caras A. No exactamente el lado oculto, sino el que no se hace visible al público en general. Correr ese velo del proceso de producción, poner en primer plano la trastienda que permanece oculta, y resaltarla en ese gesto, es la propuesta del nuevo disco de Jorge Drexler. Es él solo con su guitarra (sus guitarras, una eléctrica y otra acústica, aunque inevitablemente enchufada a una línea), pero también con compañías que ahora adquieren protagonismo: los técnicos encargados de procesar sonidos, manejar programaciones y samplers, introduciendo también antiquísimos instrumentos de la electrónica como el theremin. ¿Cómo funciona la idea llevada al vivo? Como una disfrutable muestra de la forma de hacer música que, en realidad, distinguió a Drexler desde el principio de su carrera. Y, de paso, como la comprobación de la popularidad que ha alcanzado el uruguayo, cuyas canciones ya son plausibles de revisitas múltiples, abordadas ahora como clásicos pasados.
Igual que en el disco, en este concierto transcurren temas de distintos álbumes de Drexler, todos conocidos por el público, ninguno de los más-más conocidos del repertorio (excepto, quizá, “Raquel”, hecha a pedido, y “El pianista del ghetto de Varsovia”, en una lograda versión). Están “Polvo de estrellas”, “Guitarra y vos”, “La vida es más compleja de lo que parece”, “Horas”, “Equipaje”, “Inoportuna”. Suenan esta vez transformadas por las posibilidades de la electrónica, de las que se hace un uso no repetitivo ni mecánico, sino más bien artesanal, en los antípodas de la hipnosis electrónica más clásica. Lo cual es, exactamente, lo que marcó a la música de Drexler desde aquel primer disco editado en la Argentina, Fronteras. Entre esas posibilidades están los juegos con el sonido en tiempo real (los primeros aplausos ya forman parte de la canción siguiente, la voz de Drexler vuelve unos compases después), las programaciones y samplers, todo resaltado por la puesta escénica, donde se destaca el uso de las luces. Y también hay algo de lo que en el disco doble se presenta como Cara C, versiones de otros autores como un rescatado Luigi Tenco.
Queda claro que Jorge Drexler ya conquistó un público que siempre se mueve en la franja ABC 1, pero cada vez más numeroso y heterogéneo. Y así es como el amplio espectro de sus seguidores incluyen a esas chicas adolescentes, que pronto son reprendidas por el resto cuando se exceden los grititos de fans –esto no es un recital de Ismael Serrano, te equivocaste de fecha en el Gran Rex, nenita, parecen decirle los chistidos desaprobatorios–; y a ese señor mayor que también se sabe todas las letras de pe a pa; y hasta a ese sufrido hincha de San Lorenzo cuyo fanatismo por el uruguayo pudo más: por venir esta noche se perdió la definición por penales de la Copa Libertadores, y aquí está, firme, con su camiseta roja y azul como declaración última de principios.
El anfitrión tiene un manejo interesante de esa audiencia desde el escenario y la capacidad para mantener en cauce los desbordes de exaltación que despierta. Ya en el primer tema, el entusiasmo lleva a las palmas con las que el público suele expresarse. “Entiendo el intento de percusión, y bajo ningún concepto quisiera desalentarlo”, dice el músico, por ejemplo, con estilo algo Leo Maslíah. “Pero ante el evidente desequilibrio numérico entre ustedes y yo, les propongo cambiar de instrumento”, invitando a chasquidos de dedos. El público se muestra obediente: sigue con los chasquidos, canta los estribillos pero bajito, grita frases ingeniosas. Realmente es gente formada.
Drexler se presenta de riguroso traje y zapatillas, en un look que por su origen puede ser entendido como zitarroseano y que él aclara que remite también a Leonard Cohen. El homenaje doble aparece sintetizado en la versión de “Dance me to the end of love” en clave de milonga. Menos suerte corre una versión de “La pomeña” (que no forma parte del disco y fue preparada para la ocasión), que seguramente merece una búsqueda más profunda. Es sólo un detalle, y todos en el Gran Rex agradecen formar parte de esta Cara B.
8-RECITAL DE JORGE DREXLER
Presentación del disco Cara B.
Lugar: Teatro Gran Rex
Día: Jueves 22 de mayo. Repitió el viernes 23 y repite el próximo sábado 31
Músicos: Matías Cella (programaciones, sonido en tiempo real, tenorion) y Carlos Campón (programaciones, sonido en tiempo real, serrucho y theremin)
Público: 3300 personas
Duración: Dos horas
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