Martes, 3 de junio de 2008 | Hoy
MUSICA › EL BRASILEñO LENINE HABLA ANTES DE SU PRIMER SHOW EN BUENOS AIRES
Compositor, cantante, guitarrista y productor, el trabajo de Lenine también abarca cruces y colaboraciones con hispanoparlantes como Jorge Drexler y Julieta Venegas, con quien compartirá algunos de los temas que se escucharán mañana en el Gran Rex.
Por Karina Micheletto
Dentro de la camada de músicos y compositores brasileños actuales es uno de los más reconocidos, pero es la primera vez que viene a Buenos Aires. Lo suyo tiene que ver con el modo en que la música popular de su país se expande, causando envidia vista y oída desde acá: esa forma natural con que tradición, influencias actuales y marcas personales confluyen en estilos que siempre son definidos, ante todo, como brasileños. Mañana, a las 21.30, Lenine –de él se trata– se presentará en el teatro Gran Rex, con Fernando Tarres Quinteto como invitado. Trae un reciente acústico de MTV para mostrar, donde solo con su guitarra o con una extensa orquesta en la que brillan las cuerdas y los caños, despliega varios éxitos junto a invitados como Julieta Venegas.
“Sufro de una dolencia crónica llamada alta fidelidad: mis parceiros son los mismos que me acompañan desde siempre”, dice el músico, cantante, compositor, arreglador y productor en diálogo con PáginaI12 respecto de sus compañías musicales, que en la composición incluyen nombres como Arnaldo Antunes, Lula Queiroga o Bráulio Tavares. Su trabajo también abarcó cruces y colaboraciones con artistas hispanoparlantes como Julieta Venegas y Jorge Drexler. De la Argentina, en tanto, dice sentir “admiración y curiosidad” por Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, Indio Solari y Luis Alberto Spinetta, “por citar algunos”.
El de Lenine no es un apodo artístico: el músico se llama así también en su documento, y el nombre le fue asignado –claro– a modo de homenaje comunista. “Mi padre, comunista convencido, me puso ese nombre ruso en recuerdo de Vladimir. Lo llevo con mucho orgullo, aunque me siento más cerca de Bakunin que de aquel Lenin a quien quiso homenajear mi padre”, se encarga de aclarar.
–Es muy difícil definir el tipo de música que hace, basada en la avidez de la famosa antropofagia brasileña. ¿Cómo la define usted mismo?
–Realmente me resulta muy difícil distanciarme lo suficiente de lo que hago, como para poder darle un análisis crítico de mi trabajo. Todo el proceso es muy intuitivo y orgánico. Pero sí puedo decir que siento que todo mi trabajo tiene mucho de crónica y reportaje, es mi versión de los hechos que me tocan, es mi intento de historizar a mi país. Es, en suma, periodismo. De todos los adjetivos con que han calificado a mi música, el que prefiero es “contemporánea”. Es simplemente eso: “música contemporánea”.
–Además de ser músico, desarrolló una carrera como productor. ¿Cuáles son los mayores desafíos de esta profesión? ¿Y cuáles son los cuidados que hay que tener al trabajar sobre la música de otros?
–Lo primero que tengo que decir es que los oficios de productor, arreglador, cantante y músico, se desprenden del ejercicio de la composición. Fue componiendo que me volví productor, no fue por un proceso académico: aprendí haciendo mis propios discos. En mi opinión, el buen productor no es aquel que intenta imponer su propia firma, sino el que consigue hacer fluir el trabajo del otro de la mejor manera. Para trabajar como productor, cada proyecto es único y diferente. Y son tantos los caminos posibles dentro del universo de la creación, que no se puede apelar a reglas. Todo depende de los objetivos y las estrategias que se planteen, y de buscar la belleza, siempre.
–¿Cómo definiría el lugar que ocupa hoy la música brasileña en el mercado internacional? ¿Cree que es un momento auspicioso para la MPB ?
–Sí, noto que la música brasileña viene despertando mucho interés en el mercado internacional, pero lo más importante para mí es lo que pasa con la música brasileña dentro del Brasil. Hoy ya no existen sólo dos polos culturales en mi país, Río y San Pablo. Los creadores ya no están obligados a un eterno éxodo para esas dos capitales. Con el inicio de este proceso de descentralización, están surgiendo nuevos centros urbanos con sus respectivos mercados: Recife, Salvador, Porto Alegre, Belo Horizonte... Y esto va a hacer posible la permanencia de los artistas en sus regiones de origen. En consecuencia, cada día surgen nuevas expresiones artísticas, que nos permiten descubrir otros Brasiles que estaban al margen del Brasil conocido.
–¿Cree que es posible, a pesar de las diferencias idiomáticas, estrechar más lazos musicales entre Brasil y el resto de Latinoamérica, como ha hecho usted con Jorge Drexler o Julieta Venegas, o Paulinho Moska con músicos argentinos?
–Sí, pero más allá de las diferencias idiomáticas, me interesan las semejanzas de toda naturaleza. Soy un latinófono, el cincuenta por ciento de mi trabajo es la poesía que puede encerrar mi música, por eso para mí es fundamental que la platea que me está escuchando pueda comprender lo que canto. Por eso es tanto más lindo para mí tocar en países de lengua latina: cuento con la herencia romana, que nos une.
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