Domingo, 7 de diciembre de 2008 | Hoy
MUSICA › LA PEÑA ELECTRICA SE PRESENTA EN CIUDAD CULTURAL KONEX
Lo dice Camilo Carabajal, de Semilla. El encuentro itinerante se caracteriza por la reunión de varios grupos en un entorno multidisciplinario. A los shows musicales se sumarán hoy proyecciones de video, clases de baile y exposiciones.
Por Carlos Bevilacqua
Nada se pierde, todo se transforma. Al menos así parecen confirmarlo algunas reformulaciones del folklore, como género musical y como espacio de encuentro. Algunos de los grupos que en los últimos años se animaron a grabar chacareras, zambas y gatos con instrumentos eléctricos armaron una movida de nuevas peñas que ya lleva casi un lustro de crecimiento. Todo indica que esta tendencia mostrará hoy una de sus versiones más impactantes, cuando desde las 19 la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) reciba por primera vez a La Peña Eléctrica, un encuentro itinerante que se caracteriza por la reunión de varios grupos en un entorno multidisciplinario. Porque a la música de Semilla, El Vislumbre de Esteko, Doña María, Imperio Diablo, Tremor y el dúo Orozco-Barrientos se sumarán proyecciones de video, clases de baile y exposiciones.
“La Peña Eléctrica surgió ante las dificultades para encontrar un lugar donde tocar, porque para los folkloristas éramos muy ro-ckeros y para los rockeros muy folkloristas. Y lo que nos gusta es rockear con el folklore”, cuenta Camilo Carabajal, percusionista de Semilla e hijo de Cuti. En su visión, lo más trascendente es la posibilidad de compartir escenario con otras bandas que están en la misma búsqueda, una experimentación de raíz folklórica que admite influencias del rock y del reggae, entre otros ingredientes. Leonardo Martinelli, mentor de Tremor, habla de una mirada común respecto de la tradición y la identidad, más allá de ciertas diferencias estéticas. También para Luciano Ramos, cantante y acordeonista de Imperio Diablo, el carácter distintivo de estos espacios está dado por “una relectura del folklore”. Es más: Camilo ve “un gran grupo de amigos que hacen músicas con algún color folklórico”. Esa confraternidad se manifiesta en una colaboración concreta, no sólo para organizar peñas, sino también para intercambiar integrantes.
La energía que genera la participación del público es otra de las claves de las peñas eléctricas, según cuentan. “La gente siempre baila –asegura Camilo–, ya sea siguiendo los pasos tradicionales de la chacarera, haciendo pogo, saltando o moviendo la patita. Y nos encanta que se animen a bailar, sin preocuparse por cómo lo hacen.” Los entrevistados coinciden en describir al público como bien heterogéneo: desde los fans de cada banda hasta rockeros curiosos, pasando por habitués de sets electrónicos y desprejuiciados amantes al folklore, todos de edades diversas. Para esta edición se anuncian contrapuntos coreográficos de tap versus malambo, una tanda de chacareras para los profes de las clases y los bailarines más desinhibidos, y proyecciones de los VJs Cuco, Soncho y Dios. Otra de las actividades que pretenden provocar los organizadores son fogones sin fuego, rondas de gente sentada en torno de las clásicas guitarreadas. A su vez, el luthier Mario Paz explicará cómo arma y cómo pueden tocarse diferentes tipos de bombos en tanto Chiquito Rodríguez hará lo mismo con charangos, ronrocos y aerófonos.
Las diferencias estilísticas saltan al oído cuando los músicos adelantan los planes que tienen para hoy. Semilla mostrará varios temas inéditos dentro de la línea del folk-rock que viene sembrando. Como parte del show, incluirán una sesión en vivo de videodanza, pero fuera de programa Carabajal quiso recordar que El Vislumbre del Esteko (“el Nirvana de Santiago del Estero”, según lo define con admiración) va a presentar su nuevo disco, en un gesto a tono con la camaradería general entre los grupos. Para el show de Tremor cabe esperar atmósferas de la electrónica y de la música contemporánea, además de un audaz mash up, una superposición entre elementos de tres temas diferentes (uno de Tremor, otro de Semilla y el tercero del santiagueño Elpidio Herrera). Más allá de esa jugada preparada, describe Martinelli: “Si bien la música es mía, mis compañeros aportan mucho en el momento de la interpretación. Son shows muy intensos. Hay un pasaje en que los tres tocamos el bombo, lo cual suena muy tribal”. Imperio Diablo, en cambio, se dedica al folklore boliviano y peruano con una numerosa formación que combina instrumentos andinos y de fanfarria. Como cada vez que tocan en un evento grande, actuarán junto al ballet de danzas andinas Amerindia. Ramos cuenta con orgullo que mantienen un vínculo fluido con el mítico grupo folklórico Los Jaivas y relaciona el timbre general del grupo con el de las bandas que subsisten en muchos pueblos de Latinoamérica.
“Todos los grupos estamos con una energía increíble –celebra Martinelli–, tenemos todo el tiempo unas ganas bárbaras de tocar.” Ese entusiasmo encuentra una razón acaso fundamental en el dato que desliza Carabajal sobre el final: “Estamos muy felices porque por fin nos podemos juntar todas las bandas que empezamos, hace mucho, en una peña eléctrica mucho más humilde”.
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