Martes, 4 de mayo de 2010 | Hoy
MUSICA › EL HOMENAJE A MERCEDES SOSA EN EL LINCOLN CENTER DE NUEVA YORK
León Gieco y Teresa Parodi relatan cómo fue el homenaje a la Negra, que contó además con la presencia de Joan Baez, la peruana Eva Ayllón, Piero, Tania Libertad, la dominicana Maridalia Hernández, El Sabalero uruguayo, Bahiano y Guadalupe Pineda por México.
Por Cristian Vitale
“Por cinco minutos, me sentí más Dylan que nunca.” Que Mercedes, en vida, haya provocado milagros como –hecho natural– hechizar al mundo con su voz o –no tanto, en cierta época– sentar en la misma mesa al rock, al folklore, al tango y más, es realidad consumada. Redundante. Ahora que, tras su muerte, siga provocando lo inesperado, la transforma casi en una deidad. En un faro que ilumina pese al ya no ser del cuerpo. “Estaba tocando ‘Solo le pido a Dios’ con la armónica y la guitarra... y de repente apareció Joan Baez a mi lado, para cantarla conmigo. ¡Me hizo sentir Bob Dylan por cinco minutos!”, insiste León Gieco sobre tal vez una de las secuencias más emotivas entre las vividas en el homenaje que se le rindió a la Negra Sosa, días atrás, en el Lincoln Center de Nueva York. “La verdad es que no estaba previsto así: la cosa era que, al final, nos íbamos a reunir todos los músicos para hacer ‘Canción con todos’, de Tejada Gómez, pero no a cantar ‘Solo le pido a Dios’. Fue una situación inolvidable”, sigue León ante Página/12.
El homenaje a la Negra, pergeñado por Néstor Lacorein, el productor que solía llevarla a cantar allí, contó también con las presencias de la peruana Eva Ayllón, Piero, Tania Libertad, la dominicana Maridalia Hernández, El Sabalero uruguayo, Bahiano y Guadalupe Pineda por México, fue –lógico– a sala llena y cada quien, además de contar alguna anécdota vivida con Mercedes, eligió las canciones a interpretar, todos acompañados por una banda de 13 músicos argentinos. “Fue muy fluido, muy lindo. Como la banda era en común, el armado y desarmado era sencillo. Nos maileamos e hicimos los arreglos a la distancia, hubo un ensayo general y salió todo bárbaro”, señala Teresa Parodi, que cantó “Los hermanos”, de Atahualpa Yupanqui; “La canción es urgente”, un tema propio grabado por Mercedes, y “Bajo el sauce solo”. “Más de una vez, estando en la casa de Mercedes, tarareábamos o cantábamos juntas esta canción tan hermosa –se refiere a “Bajo el sauce solo”–, algo que me trae recuerdos lindos en la cosa más cotidiana con ella... Fuera del escenario, vibrando con su belleza.”
Baez, el otro epicentro de la noche, ancló en “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara; “Llorona”; la fundamental “Gracias a la vida”, que la madre folk grabó en sus años de oro, y “No nos moverán”. “Fue un lujo, ¿no? Cantar con Joan, que es casi un mito, un personaje emblemático que hizo mucho por Mercedes”, ensalza Parodi. “Yo no quería molestarla para sacarme una foto con ella, pero cuando bajó del escenario y nos cruzamos, me tocó el hombro onda ‘¿Qué? ¿A mí no me saludás?’... Por supuesto que le dije que era una divina y después, cuando tuve oportunidad de hablar más tranqui, le dije que todavía guardábamos en el corazón el compromiso que ella tuvo cuando vino en 1980 a buscar listas de desaparecidos. Ella me conocía de ahí, porque me acuerdo de que le fui a llevar mis discos y una carta de agradecimiento al hotel donde estaba parando y después me nombró en una radio. Nos nombró a mí y a Charly, y después compartimos un concierto con la Negra en Frankfurt”, evoca León que, además de “Solo le pido a Dios”, se despachó con “La memoria” y “Canción para Carito”.
Aún sorprendido por haber sido investido con la responsabilidad de cerrar el homenaje (“Cuando vi que el orden era tal, dije: ‘Acá, el concierto lo tiene que cerrar Joan Baez’. Ella es la voz maestra de todos nosotros, como Bob Dylan, nos tiene acostumbrados a décadas de cantar. Pero ella no quería cerrar y me mandaron a mí”), León aprovechó el viaje para pasar Mundo Alas, su película con futuro de Oscar, en el Festival de La Habana en Nueva York. “No fue a competir sino que fue invitada especial para pasarse un día en un cine de allá”, señala. Vuelta al tributo, entre las anécdotas que el rosquinense contó sobre la Sosa en el teatro neoyorquino, primó –como en el caso de Teresa– una de entrecasa. “La sala estaba al palo de gente y conté que una vez ella no quería ensayar porque estaba afónica y le dije: ‘Vamos a ensayar porque nos va a comer el león’. La Negra me contestó: ‘Nene, a nosotros ya no nos come más ningún león, el único León que nos puede comer sos vos’”, se ríe el cantautor.
También recordó un texto de Eduardo Galeano, que Mercedes le había recortado por el Día de la Madre vinculado con el caso de Tamara Arce, una hija de desaparecidos que no fue a parar a manos militares. “Me lo dio para que lo lea y yo, como las cosas de Mercedes eran órdenes, creí que me lo había dado para que lea en el escenario y, a partir de ese momento, lo empecé a leer en los recitales y provocaba una conmoción muy grande. Qué grande Mercedes, ¿no? Todo lo que hace provoca conmoción: lo que canta, los discos, y hasta un recorte para leer. Ella, después de un año, me dijo: ‘Te lo di para que lo leas vos, no para que se lo leas a la gente’. Se ve que emocionó, porque la gente aplaudió con todo”, sonríe León. “Siempre recordar a Mercedes es emotivo –reinstala Parodi–. Escuchamos su voz, porque pasaron un audio muy hermoso sobre el sentido de la música popular y demás, en ese teatro tan bello que siempre la recibió, ovacionó y aplaudió. Estaba repleto de un público ávido de rendirle su homenaje... Fue un acto muy conmovedor”, cierra ella sobre las estelas de, cómo negarlo, una hacedora de milagros. Una embajadora plenipotenciaria de la música que de Tucumán irradió su canto al mundo.
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