Sábado, 24 de julio de 2010 | Hoy
MUSICA › NELSON FREIRE BRILLó EN EL COLóN JUNTO A LA FILARMóNICA DE BUENOS AIRES
El pianista brasileño, amigo de Martha Argerich, ofreció una magistral versión del Concierto Nº 2 de Johannes Brahms, donde se integró perfectamente a la Orquesta.
Por Diego Fischerman
Nelson Freire coincidió en varios concursos con Martha Argerich. Los dos eran muy jóvenes. Ambos eran brillantes. Se hicieron amigos y Argerich suele contar, en chiste, aunque fiel al espíritu que los unía, que estudiaban las mismas obras “así, si uno fallaba, el otro lo reemplazaba”. Pero eso no es lo único que los une. Tanto la argentina como el brasileño han sido bastante excéntricos a las leyes del mercado y la revista especializada Diapason, de Francia, llegó a decir que Freire habría sido la gran estrella del piano del siglo XX si se hubiera preocupado por serlo. Y es que siempre estuvo más interesado en tocar lo que tuviera ganas y cuando tuviera ganas de hacerlo que en dar los pasos necesarios para “construir” una carrera.
Freire casi no ha grabado discos –recién en los últimos años el sello Decca ha publicado algunas de sus magistrales interpretaciones– y sus apariciones en concierto son menos frecuentes que lo que podría desearse. En una de ellas llegó a la Argentina, para participar del abono de la Filarmónica de Buenos Aires. La circunstancia no podría haber sido más afortunada, a pesar de que el Colón todavía no está totalmente en forma y el concierto debió hacerse sin cámara acústica, con la orquesta y piano rodeados por cortinados y en condiciones acústicas bastante deficientes. Y es que, aun con los problemas de audición que hubo, se trató de un gran concierto. Por la excepcional interpretación que Freire hizo del Concierto Nº 2 de Johannes Brahms pero, también, por una orquesta pareja que, en particular en cuerdas y maderas, mostró un excelente nivel, tanto en la obra concertante como en la virtuosística y exigente Sinfonía Nº 5 de Sergei Prokofiev con la que se completó el programa.
Escrito entre 1878 y 1881, el segundo concierto para piano y orquesta de Brahms está lejos de la concepción tradicional en que la orquesta brinda apenas el marco para el despliegue del solista. Aquí se trata de una obra de conjunto, donde el piano se entrelaza con cada una de las secciones de la orquesta en una relación mucho más de pares que de “acompañamiento”. En ese sentido, el trabajo de Freire, clarísimo en los planos, preciso en las articulaciones y capaz de llevar el sonido de la potencia más extrema a las más delicada de las sutilezas, resultó ejemplar. La Filarmónica, además de funcionar con cohesión, mostró un gran nivel en sus solistas de oboe y corno y, en particular, en el bellísimo solo de cello en el tercer movimiento, que fue exquisitamente fraseado por Carlos Nozzi.
El nicaragüense Giancarlo Guerrero, actual director de la Sinfónica de Nashville, condujo a la orquesta con corrección –aunque también con cierto exceso histriónico– y logró una buena amalgama con el solista. Freire, por su parte, ante la ovación del público que colmó la sala, tocó como bis la transcripción para piano realizada por Giovanni Sgambati de la Danza de los espíritus bienaventurados de la ópera Orfeo y Eurídice, de Christoph Willibald Gluck, que el propio Sergei Rachmaninov solía incluir en sus conciertos como pianista. La interpretación del brasileño fue mágica y logró transmitirle a esa pieza una extraordinaria cualidad aérea. En la segunda parte, la orquesta tocó la quinta sinfonía de Prokofiev, obra casi gemela de su ballet Romeo y Julieta, no sólo por su utilización de una paleta temática muy similar sino, sobre todo, por su intento de complacer al stalinismo y plasmar una suerte de modernismo anclado fuertemente en tradiciones formales clásicas y, en particular, en un melodismo y una rítmica fuertemente identificables con tradiciones populares. Algún desajuste ocasional y unos pocos ataques desafortunados en las trompetas y trombones no eclipsaron, en todo caso, una ejecución de alto nivel.
8-ORQUESTA FILARMONICA DE BUENOS AIRES
Director: Giancarlo Guerrero.
Nelson Freire: piano.
Obras de Brahms y Prokofiev.
Teatro Colón. Jueves 22.
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