Miércoles, 11 de mayo de 2011 | Hoy
MUSICA › SE CUMPLEN HOY TREINTA AñOS DE LA MUERTE DE BOB MARLEY
Cantautor notable, icono, fenómeno de ventas y profeta de la cultura rasta, su figura admite ser abordada desde múltiples ángulos. Marley, objeto de homenajes aquí y en todo el mundo, sigue siendo bandera política y uno de los productos más rentables del show business.
Por Luis Paz
Hoy se cumplirán tres décadas desde la muerte de Robert Nesta (Bob) Marley, el artista del folklore jamaiquino que llevó al reggae desde el Tercer Mundo a las radios y los auriculares de los demás mundos del podio. Esto no implica tan notablemente que Bob Marley lleve 30 años muerto como que haya sobrevivido 45 años como artista, desde sus precoces grabaciones con The Wailers a mediados de los ’60 hasta la punta de la lanza encendida de su popularidad de finales de los años ’70, siguiendo con su beatificación pop post mortem, que tuvo en Leyenda, que vendió 20 millones de copias, a su piedra fundacional.
Como demostración de vigencia existe un abanico de hechos, objetos y nombres que han rondado algunas conciencias musicales e imaginarios colectivos en el último tiempo: el bienestar del reggae como género musical, espacio artístico, de reunión y de negocios en toda la región, la aparición de fenómenos como los de Fidel Nadal y Dread Mar I en el último par de años en Argentina, la presencia de imágenes de Bob Marley en la Marcha Mundial de la Marihuana, celebrada el sábado en más de 20 ciudades argentinas por unas 25 mil personas, la publicación en Argentina de un tributo realizado por artistas latinoamericanos y en el mundo de la grabación en vivo de su último concierto, la realización de un concierto homenaje hoy mismo, la aparición de dos documentales y una polémica judicial. En fin, parece que Bob Marley fuese como el sol, que estuviera aquí aunque no lo veamos, pero también es cierto que, en un punto, su brillo como autor de canciones instantáneas y su ligazón a la cosmogonía pop dificultan ver con buen contraste las formas de su verdadero y profundo pensamiento ético y político (que, como el de cualquiera, tiene también sus baches y contradicciones). Pero en última instancia, parte de lo mejor de Marley está en esa instantaneidad de su mensaje, basado en pautas de supervivencia de fácil comprensión pero difícil aplicación. Pues, claro, Babylon también sigue allí.
Da vueltas una idea de que todos sabemos quién es Bob Marley y conocemos sus juramentos hipocráticos hacia motivos como el amor, la unidad, el respeto, la espiritualidad y la libertad, como puntos de cristalización de la experiencia de una vida decente, digna y honorable. En ese sentido, no hay muchos ejemplos más de su tipo: John Lennon o Ernesto Guevara, necesariamente por sus trágicos finales, pero fundamentalmente por ese misterio poético que entrañan sus vidas y obras a la luz de sus luchas políticas, entran en la misma categoría. Pero no Elvis, ciertamente no Dalí o Jim Morrison, tampoco Luca Prodan, inclusive no Juan Domingo Perón, aunque atendiendo a cierto imaginario, tal vez Eva Duarte podría sentarse con aquellos tres. No obstante, hay algo que pone a Marley en una horizontalidad imposible de abarcar para Lennon o el Che: el músico jamaiquino quedó ligado a una ética de vida, como el Che, y consolidó hechos estéticos, como Lennon (los dreadlocks, las prendas tricolores de inspiración jamaiquina, los estampados de hojas de cannabis y los gorros frente a los flequillos o el cabello largo y lacio a dos aguas, y los lentes redondos), pero le sumó a ese combo un componente narcótico: su defensa del uso de la marihuana. Además, se transformó en bandera política, en denominador común social, en figura religiosa, en factor de agrupamiento y, tal vez lo más contundente, en fuente eternizada de rasta-dólares.
Este último punto tiene fundamentos sobrados, algunos bien cercanos: recientemente fue publicado Live Forever, el disco en vivo de su concierto en el Stanley Theatre de Pittsburgh el 23 de septiembre de 1980, en lo que fue su última presentación. Editado por el sello jamaiquino Tuff Gong y distribuido por Universal Music, Live Forever viene a completar una tríada de discos en vivo con Live! (1975), un registro del mejor momento de Marley con la formación clásica de The Wailers, y fundamentalmente Babylon By Bus (1978), que documentara a Marley en el pico de su estrellato trascontinental. Así, lo de esta novedad es más bien notable por su valor histórico que por la intensidad y la altura interpretativa. Un disco que en Argentina ya está editado, a diferencia de Live in Air, publicado por el sello británico Northworld, un compilado en vivo de sus presentaciones en Estados Unidos en 1973, con motivo del estreno del fundamental Catch a Fire.
Por otro lado, las bateas argentinas sumarán este viernes el segundo volumen del Tributo a Bob Marley, que ahora comienza a tomar forma de colección. Luego del rédito comercial que generó el primer volumen, que en 2006 agrupó versiones de artistas locales como Los Cafres, Fidel Nadal, Satélite Kingston, Sessiones y Resistencia Suburbana junto a los boricuas Mimi Maura y Cultura Profética como invitados, esta nueva entrega cuenta con piezas a cargo de los chilenos Gondwana, los también puertorriqueños La Muza y los argentinos Riddim, Ska Beat City, Dancing Mood, Pablo Molina, Sig Ragga y Marcelo “Chelo” Delgado, antiguo cantante y guitarrista líder de La Zimbabwe, con su nueva banda The Groove Factory. A las claras, se trata de un disco menos basado en el cancionero más popular y gastado de Marley: hits leves como “Africa Unite”, “Buffalo Soldier” o “Concrete Jungle” aparecen mezclados con la exprimida “Could You Be Loved” y temas mucho menos recurrentes, como “Stiff Necked Fools”, “Hypocrites” o “Bad Car”, que lo oxigenan.
Si de homenajes se trata, hoy mismo, cuando se cumplan 30 años de su fallecimiento en Miami a raíz de un cáncer originado en una herida que se hizo en el pie jugando al fútbol, la banda Nonpalidece organiza el encuentro Bob Marley Living Memory - El tributo nuestro, un concierto en conmemoración del músico más importante e influyente del reggae. Esta banda del Gran Buenos Aires, una de las que a un nivel medio-alto de convocatoria mejor logra combinar tradición con modernidad y canciones con mensaje con el baile y la celebración como derechos inalienables, tocará en el Luna Park (Corrientes y Bouchard) desde las 21.30, con entradas desde 60 pesos. La propuesta es un show de canciones propias del grupo con un set de obras de Marley interpretadas con artistas invitados, y no necesariamente todos provenientes de la escena del reggae argentino. El recital será, además, trasmitido en directo por la FM Rock & Pop (95.9 MHz) para todo el país.
Más celebración promete, para el próximo viernes, la Fiesta Jamming, una de las más fuertes en el circuito de fiestas de género (cuyo público reggae comparte con la Fiesta Clandestina y el festival Buenas Vibraciones), con una edición especialmente dedicada a Marley, en Guardia Vieja 3360, Abasto. Y más música, por su parte, ofrecerá Riddim, la banda local que cumple 15 años y, por tal motivo, realizará el sábado un concierto en Niceto Club (Niceto Vega 5510, Palermo, a las 21). El reggae nacional, que tiene en Los Pericos y Los Cafres a sus actos más convocantes y añejados (y que viene también buscando su renovación luego de casi una década de presencia ineludible en los festivales masivos y las carteleras de espectáculos de cada fin de semana), presenta desde hace unos meses una nueva carta de recomendaciones: los dos volúmenes de Reggae del País, discos que compilan las mejores producciones de artistas independientes de casi todas las provincias.
Obviamente, los homenajes no se quedan de este lado de las fronteras. Toda esta semana, la cadena NBC transmite especiales de recuerdo, con material de archivo y versiones en vivo en manos de su hijo Ziggy Marley, Chris Cornell (Soundgarden, Audioslave), Jakob Dylan (hijo del otro Bob y líder de Stereophonics), Lenny Kravitz y Jennifer Hudson, la cantante afroamericana salida de American Idol, que ya ganó un Oscar y un Grammy. Aquí se pueden ver gracias a Internet. Y en Jamaica, Estados Unidos y varios países africanos se celebrarán conciertos en su memoria.
... Y todo lo que debo hacer es actuar naturalmente, cantó el beatle Ringo, y bien podría haberlo hecho Bob Marley. El cine también le rendirá un homenaje en septiembre, cuando el realizador escocés Kevin Macdonald (El último rey de Escocia, 2006) estrene Marley, un documental que cuenta con el apoyo de la familia del artista, lo que implica la aparición de materiales inéditos, incluso archivos privados de su viuda y corista, Rita Marley. El director, que ganó un Oscar por su documental One Day in September (1999) sobre el secuestro de atletas israelíes por terroristas palestinos en las Olimpíadas de Munich de 1972, ha dicho recientemente que “Marley es la única estrella del pop mundial con origen en un país en desarrollo, eso quiere decir que se dirigía a la gente con un lenguaje más directo. No tenía miedo a hablar de política y religión, temas que otros artistas no mencionan” y manifestó que el eje de su película será “el Bob Marley del día a día”.
Este año, la realizadora, fotógrafa y actriz jamaiquina Esther Anderson estrenó en Londres un “documental perdido” de 1980, una película que registra el ascenso de Bob Marley & The Wailers al estrellato y que surgió de un contacto del músico y la actriz en 1972 en Nueva York, donde la banda adelantaba su disco Catch a Fire. “Entonces, Bob no era famoso, era como un forastero que no estaba realmente con la gente de la industria, más allá de acompañarlos”, valoró Anderson recientemente. A la serie de fotografías que le tomó durante la gira promocional le sumó, una vez de vuelta en Jamaica, filmaciones en Súper 8 de Bob y el resto de los Wailers: “Hay un momento muy humano. Viajábamos en un taxi que se rompió y Bob salió del auto, agarró el neumático y se puso a ayudar al chofer a cambiar la rueda”, contó la autora sobre una de sus escenas favoritas de este documental que mostrará durante todo el año en instituciones educativas de todo el mundo.
Fácilmente se podría esperar para el film de MacDonald más imágenes de Bob jugando al fútbol, una pasión que entendió desde el amateurismo como parte sustancial de su culto a la salud mental y física, pero paradójicamente también el deporte que le quitó la vida: fue jugándolo que se lesionó y fue esa lesión la que facilitó una infección que se convirtió en cáncer y, finalmente, en su llamado espiritual a la Tierra de Jah. En el libro Bob Marley: Songs of Freedom se relatan varios hechos que ponen en relación a la pelota y al hombre reggae varias anécdotas sobre los picaditos improvisados en lobbies de hotel, su necesidad de tener televisión en su micro de gira para ver los partidos y su relación con Alan Skill Cole, manager suyo y una de las glorias del fútbol jamaiquino. Cole fue el primer jamaiquino en jugar fuera de la isla, precisamente en Brasil (jugó para el Náutico en la década de 1970), y en 2007 estuvo preso por tenencia de marihuana, lo que para un rastafari es algo más o menos equivalente a ser católico y caer preso por usar un rosario. Después de todo, Marley, además de cantautor, icono pop, sex symbol y fenómeno de ventas, también fue profeta.
No tan santo es el marco en el que se han debatido los derechos de explotación de su figura y de su repertorio. En enero de este año, los herederos de Bob ganaron una demanda por 300 mil dólares contra una compañía que fabricaba y vendía artículos con su imagen (la empresa Avela), basados en el fundamento de que no quieren que el músico “sea presentado como un muñeco con cabeza vibratoria ni como un peluche”. No obstante, en septiembre de 2010, la jueza Denise Cote falló a favor de la disquera Universal Music, propietaria de Island Records (el sello por el que Marley publicó buena parte de su material), en otro proceso en el que la viuda del cantante y sus nueve hijos intentaban hacerse con los derechos del repertorio Marley. La Justicia determinó que el copyright de sus discos del lustro ’73-’77 (Burnin’, Natty Dread, Rastaman Vibrations y Exodus) son exclusividad de la discográfica, básicamente porque esas canciones fueron hechas “por encargo” del sello, según lo establecido por la ley estadounidense de derechos de autor. Esto implica, entre otras cuestiones, la curiosidad de que si un hijo de Marley actúa en Estados Unidos, debe pedir autorización a la discográfica para tocar las canciones de Bob en shows con fin comercial.
Su familia, además, lleva una firme batalla para lograr erradicar el merchandising no oficial. Se calcula que la imagen y la música de Marley generan 600 millones de dólares en ventas ilegales, con picos en la última década de hasta mil millones de dólares, mientras que la recaudación por productos legales les dejó a sus herederos en 2007, según la revista Forbes, sólo cuatro millones. Los Marley intentan conseguir lo mismo que los descendientes de Elvis Presley que, habiendo logrado protegerlo como marca, perciben más de 50 millones de dólares de ganancias por ventas al año. El primer paso de sus herederos fue generar un acuerdo con la compañía Hilco Consumer Capital, especializada en la gestión y el desarrollo de marcas, por el que le entregó la licencia mundial para la explotación comercial del nombre del ídolo jamaiquino, en un pacto que les reporta entre un 5 y un 10 por ciento de las utilidades del negocio. El primer campo de explotación, hace un par de años, fue inmediatamente ocupado: el mundo del surf y los deportes y las atracciones de playa.
Por cierto, según la misma ley estadounidense, que otorga 90 años de dominio a obras creadas por una empresa (o por encargo de una) desde la muerte de su autor, la compañía discográfica será propietaria de los derechos de autor por las canciones de Marley hasta fines del año 2071. Recién cuando se cumplan 90 años desde su muerte, su inmortal obra será patrimonio de todos.
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